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sábado, 6 de agosto de 2011

Robo de Vehículo o Asesinato, hacia un enfoque de seguridad ciudadana


Pareciera que afectados y enajenados por los continuos casos de delincuencia, que últimamente se suscitan a diario, nuestras  declaraciones no se enfocaran en los objetivos de la seguridad ciudadana, sino que siguieran la otrora tendencia histórica, de la edad media, de proteger a los agresores, a los autores, en vez de a las victimas.

Esto de proteger al agresor y/o autor de la violencia, no es un invento, es producto de la transición histórica de la relación violencia - agresor - delito, que en el Perú, solo la comprenden unos pocos, Porque?, simplemente porque no es buena intención lo que cuenta, sino especialidad en el tema y en este punto debemos reconocer que adolecemos de la educación necesaria.  Para nadie es noticia, en este siglo XXI, en nuestras universidades, no existe aún la profesión de criminología, sino estudios de especialidad, cosa que nuestra autoridades en su esfuerzo contra el crimen deberían apresurarse a brindar.

Breves antecedentes
Quizás refrescando brevemente nuestra memoria podríamos llegar a entender este tema.
  ·      En los albores de la humanidad,  el agresor era sancionado de acuerdo a la ley del talión, “ojo por ojo y diente por diente”, esta relación histórica violencia - castigo - agresor fue severa y llegó a extremos inimaginables, la historia nos muestra que llegó a abusos.

  ·      Posteriormente en la edad media, corrientes de estudiosos, sostuvieron la postura de “protección al agresor” que se había convertido en victima luego de aplicarse la ley del talión. Por ese entonces, se justificó la benignidad del trato y de beneficios penitenciarios al agresor y/o delincuente ante el reconocimiento que el estado no le brindaba las posibilidades de reeducación, readaptación y  resocialización a los agresores encarcelados y reconociendo que debido a aspectos económicos poco se podía hacer.

  ·      En este siglo, se hizo notorio un aprovechamiento de las leyes y normas por parte de la delincuencia, estos comenzaron a utilizar "en su favor" las leyes y normas que fueron dadas en su beneficio. Así llegamos a la actual situación, que todos sentimos y conocemos,  en la que a pesar de haber capturado al delincuente, se requieren pruebas para sancionar, que sin pruebas no se puede actuar, que sin pruebas los delincuentes salen libres; y en las que estando preso, un delincuente mediante un proceso legal, puede reducir su condena, situación que los actuales delincuentes conocen muy bien y que utilizan para salir libres. Esta situación ha dado lugar a la aparición de una nueva corriente de estudiosos que nos llevó al desarrollo del concepto que ahora conocemos como “la Seguridad Ciudadana”, en el que se prioriza a la sociedad, a sus miembros (considerada reorientación histórica), que corrige las tendencias de la edad media que beneficiaban al agresor, al delincuente, y que en nuestro país ya tiene una ley y un sistema establecido.

Hablando entonces con términos correctos y acorde a los objetivos de la seguridad ciudadana

Tomando como ejemplo el reciente caso de un congresista y su familia, miembros de la sociedad y considerados ciudadanos todos,  que de pronto, son agredidos, como cualquiera pudiera haber sido, por una banda armada de entre seis y ocho delincuentes, que  menospreciando la vida de sus victimas los atacan, los hieren física y psicológicamente y los abandonan, lo menos que nos debería preocupar es si fue robo de cartera, auto, secuestro, etc., etc., sino que el resultado fue un atentado a la vida de un miembro de la sociedad y que el máximo de pena debe de ser, consecuentemente en nombre de la seguridad ciudadana,  “por los daños causados”. 

De esa manera, la población quizás se sentiría mejor con las autoridades y no experimentara la sensación de sentirse abandonada. Pues cuando escuchamos que se dice por la prensa y en las calles “fue por robar una cartera”, “fue por robar un vehículo”,  sentimos que las autoridades están, sin querer, resaltando la magnitud del delito, en este caso, más leve, que el daño ocasionado, que es la vida de la víctima herida (menor de edad), la problemática creada a su familia y los costos repectivos de recuperación.

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