miércoles, 6 de julio de 2011

Tiempo de lideres, no de mercachifles, bandoleros ni saltimbanquis.

Tiempo de Líderes
En este mes de Julio, periodo coronado por las fiestas patrias nacionales,  la transferencia de gobierno nos muestra una faceta singular de nuestra realidad que se podría describir como "la anomia[1] política de nuestros representantes".

En un primer plano, el gobierno "que se va" enfrenta juicios, hipótesis de corrupción, acusaciones y denuncias a las que responde con declaraciones aclaratorias y defensas. Se suceden inauguraciones de obras trascendentes para unos y decadentes para otros. Las autoridades "regionales y municipales electas" critican los anteriores gobiernos y separando a unas pocas autoridades electas, la gran mayoría, ya,  va dando muestras de reales limitaciones en sus gestiones. Algunos equipos de gobierno, central y municipal que se despiden, cuyas gestiones han sido positivas, como las del caso de La Haya y el de algunas obras en la ciudad de Lima,  son blanco y motivo de declaraciones despectivas y hasta de maltrato.

El gobierno electo,"que entra”,  se prepara a recibir las carteras del Estado, esta empeñado en un tour apresurado por diversos países  en el que se deja traslucir mayor prioridad e interés por viajar con precariedad, que en decidir quienes se harán cargo de las responsabilidades en la nueva gestión, a ello se agrega declaraciones que señalan con importancia mayor “el Quien decide!” que el “Por quien hay que decidir!”.  No faltan en este contexto, los lobbies presurosos que preparan sus ofertas y propuestas para venderse como los nuevos técnicos e  incondicionales expertos en diversos sectores.  

Los conflictos sociales arrecian y los actores presionan al Estado para sentar sus demandas. Algunos observan, otros  protestan,  otros emplean la oclocracia[2] , todos en general,  a favor o en contra de la demagogia[3].   Algunas instituciones como la Policía Nacional, encargada de la seguridad reflejan también la anomia, como si congelados, producto de sus lealtades con el gobierno que se va, pareciera estuvieran esperando oportunidad y aceptación del gobierno que entra.

El parlamento es otro tema, si en el penúltimo parlamento apenas si pasaron de  dos desaforados, en el ultimo los desaforados superaron la decena y en este nuevo, antes de comenzar, ya hay una docena que tiene diversos y notorios antecedentes.

La prensa nacional, se encarga de desnudar todas las debilidades y fortalezas según el interés, estilo y sensacionalismo de cada cual, así aquella interesada en política señala "al gobierno que se va", lo describe como a la camarilla del Estado fluctuando entre una posición sin responsabilidad hasta el de una posición en la que se le ve envuelto en una corrupción indefendible y con sustento para una retahíla de juicios por venir; mientras que "al gobierno que entra" lo muestra ya, desde un extremo, en el que estaría mediatizado y afectado por el "miedo a gobernar solo",  si no toma en cuenta a su ocasional aliado político" (defensor de la democracia, para unos, o interesado en el poder, para otros), hasta el de una posición de excluyente y radical intransigencia.

El trasfondo real, en este periodo de transición entre gobiernos, es que, la anomia de las autoridades y de sus instituciones, el menoscabo en sus deberes, nos sitúa en una realidad negativa, en una situación de inseguridad ciudadana, en la que la delincuencia campea y asola, en la que cada nota de robo, asesinato, trafico de drogas y violencia social esta más cerca de nosotros.

Nos hace ver que esta situación de inseguridad se proyectará hasta que el nuevo gobierno aterrice en la realidad y “Toque tierra”.

En conclusión, sin temor a equivocarnos,  podríamos afirmar que esta realidad no es por la ausencia de leyes, ni por la ausencia de instituciones,  ni es por la ausencia de políticos, sino por la ausencia de autoridades, que cumplan  sus funciones hasta el último día de su gobierno, en otras palabras, que tomemos conciencia que necesitamos líderes,  y que debemos evitar mercachifles[4], bandoleros[5] y saltimbanquis[6].


[1] La anomia es el conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o su degradación. El concepto también puede hacer referencia a la ausencia de ley o al trastorno del lenguaje que impide llamar a las cosas por su nombre. la anomia es para las ciencias sociales, la incapacidad de la estructura social de proveer a ciertas persona lo necesario para lograr sus metas de la sociedad. Por eso, la anomia ofrece una explicación sobre la conducta desviada. En concreto la anomia se refiere a una desviación o ruptura de las normas sociales, pero no de las leyes: cuando alguien no respeta las leyes, comete un delito. Los grupos socioeconómicos mas bajos son los que reciben la mayor presión que llevan al desvío de las normas sociales. De esta forma, la anomia es un colapso de gobernabilidad por no poder controlar una emergente situación de alienación experimentada por un individuo o una subcultura.   Referencia: http://definicion.de/anomia/
[2] Según Polibio, historiador griego se define como "La tiranía de las mayorías incultas y uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas'". Referencia: http://es.wikipedia.org/wiki/Oclocracia
[3] Uso político de halagos, ideologías radicales o falsas promesas para conseguir el favor del pueblo. Referencia: http://www.wordreference.com/definicion/demagogia
[4] Personas excesivamente interesadas en sacar provecho económico de su trabajo o profesión. Referencia: http://es.thefreedictionary.com/mercachifles
[6] Persona muy alborotadora. Persona que se dedica a realizar acrobacias y ejercicios de saltos y equilibrios ante el público, generalmente en espectáculos al aire libre o de carácter popular. Referencia: http://es.thefreedictionary.com/saltimbanqui

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