domingo, 9 de septiembre de 2012

El cohecho en la sociedad


La palabra cohecho proviene etimológicamente del vocablo latino “confectus”, siendo el participio del verbo “confiere”, cuya significación es negociar o acabar. Ya los romanos, para evitar el abuso de ciertos funcionarios, habían creado una figura penal llamada “crimen repetundae”, que castigaba la aceptación de la dádiva.

El Delito de Cohecho
En la actualidad, este un delito contra la administración pública que constituye un acto bilateral que ataca a la rectitud y buen proceder propios del funcionario o servidor público en el cumplimiento de sus funciones, corrompiéndole a base de dinero, donativo o promesa, para obtener el cohechador un beneficio justo o injusto, a través de la acción u omisión de dicho funcionario.

Se le considera bilateral, (aunque se tipifica por separado el “Cohecho activo” –Art. 397º y 398º del Código Penal – y “Cohecho pasivo” –Art. 393º y siguientes del Código Penal–) porque supone la concurrencia de dos voluntades en un mismo actuar: la del cohechador o cohechante y la del cohechado. El primero es quien ofrece donativo, promesas o cualquier acto análogo para que el cohechado haga o deje de hacer algo relacionado con sus funciones. El segundo es el funcionario o servidor público que por recibir cualquier donativo va a hacer o dejar de hacer algo relativo a sus funciones, perfeccionándose con el sólo acuerdo o pacto de las partes, basta que el agente acepte la promesa o reciba el donativo o presente, es decir, no se exige que el contenido del acuerdo se ejecute, esto es, que se haga o no alguna cosa en la administración pública.

En la actualidad
En los últimos tiempos, con mayor frecuencia se da la intervención de funcionarios y/o servidores públicos, por haber recibido o solicitado algún tipo de dádiva, dinero u otras especies, en el ejercicio de sus funciones, actitud que no sólo ocurre en el Perú, sino también en todo el mundo, puesto que, poco a poco, se ha ido introduciendo y enraizando en la sociedad hasta convertirse en una forma natural de obrar y vivir, que es como actual y lamentablemente lo conciben muchas personas, quienes bajo el convencimiento de que los empleados del Estado están mal pagados, coadyuvan a eliminar sus escrúpulos creyendo que todos los demás tienen un precio y que esa es la forma como se debe “arreglar” a cualquiera.

Este modus vivendi se ha dado por la falta de valores, debido a la precaria formación ética que ofrece el sistema educacional; por la difícil situación económica y social que viven algunos funcionarios y, en otros casos, por el afán de dinero fácil o por la ley del menor esfuerzo, etcétera, es decir, por razones o causas que toman al dinero como la medida de todas las cosas, y que, a la vez, dan como resultado una inmoralidad administrativa, que más que afectar a bienes jurídicos individuales ataca a intereses colectivos y al Estado, en el ámbito de la recta administración de justicia.

A pesar de los intentos que se ha hecho por eliminar la corrupción o al menos disminuirla, sus resultados han sido desalentadores, ya que más bien sigue creciendo descontroladamente y se va convirtiendo en una forma de vida, a la cual todos se están acostumbrando, por no decir que lo están tomando como una costumbre social ya arraigada. De ahí la importancia de su denuncia y el más absoluto rechazo a este delito.

Su Punibilidad
Lo que se busca con su punibilidad es reprimir la venalidad (actitud inmoral de la que comercia con procederes ilícitos) del funcionario o servidor público, porque su sola existencia constituye una amenaza para el funcionamiento normal de la administración, sin importar que el acto sea justo o injusto, puesto que no interesa tanto la naturaleza del acto sino su motivo, que es la recompensa de cualquier tipo, incluso honorífica (ejemplo una condecoración), que se convierte en el móvil que induce al funcionario a actuar de determinada manera, cuando su proceder no debe ser por ella.

Conclusión
El delito de cohecho es una de las representaciones de la corrupción imperante en nuestro medio, que ataca al Estado y directamente a su administración, porque impide el funcionamiento normal y correcto de ella, a través de una actitud contraria a la rectitud, honestidad y probidad que debe caracterizar a los servidores públicos en el ejercicio de sus funciones y deberes. Conducta dolosa que va creciendo cada vez más en sus diversas clases y modalidades, y si bien no está en nuestras manos solucionar de manera absoluta el problema, es un deber nuestro el denunciar los casos que lleguen a nuestro conocimiento y, fundamentalmente, no caer en este sistema o forma de vida, ya que si colocarnos en el plan de que el cohecho existe por necesidad o porque nadie puede terminar con él, es una forma de convalidarlo y el callar o cubrir con un silencio culpable es un error que coadyuva al fracaso en la búsqueda de la justicia y de la paz social.

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