lunes, 17 de noviembre de 2014

Movimientos de independencia en Europa ¿Cuál es el próximo paso?

Publicado en openDemocracy, 16 de noviembre 2014
Eve Hepburn[1]  
La Unión Europea (UE)  y sus estados miembros, no debe dormir en sus laureles: los movimientos pro independencia  crecen y se fortalecen. Uno podría imaginarse que la Comisión Europea suspiró aliviada luego que fueron anunciados los resultados del último referéndum sobre la independencia de Escocia el último 19 de septiembre de 2014. 

El referéndum sobre la independencia, si no fue una migraña crónica, si fue un dolor de cabeza, para los funcionarios en Bruselas, al tratar de averiguar si Escocia saldría de la UE y
luego volvería a constituirse en miembro (bajo el Tratado 49, que era la preferencia oficial del ex presidente Barroso y la campaña “Mejor Juntos”), o si se permitiría que Escocia permanezca en los tratados de la UE (en virtud del Tratado de 48 años, la opción preferida de los activistas del SI y de algunos funcionarios disidentes de la Comisión).

Si el proceso fue visto como demasiado sencillo, hubo temores entre el sector de anti-independientes (y esperanzas paralelas similares entre los pro-secesionistas) que este proceso podría causar un efecto dominó en todo el continente, especialmente entre otras naciones con aspiraciones de independencia que quisieran adherirse al proyecto de independencia.

Nos preguntamos. ¿Ha sido un suspiro de alivio prematuro?
Por un lado, Escocia no ha sido el único territorio con una mano de cartas sobre el referéndum de independencia este año. Todos los ojos se han vuelto para mirar a Cataluña, el pasado fin de semana, luego de celebrar una votación no vinculante sobre la independencia el domingo 9 de noviembre. Las autoridades catalanas habían planeado un referéndum oficial sobre el futuro catalán, pero este fue suspendido por el Tribunal Constitucional español. Los jueces y los políticos de Madrid han visto el referéndum como ilegal y como una afrenta flagrante a la noción de "indisoluble soberanía española".

La postura severa de Madrid echó por tierra una propuesta similar del País Vasco en el año 2008, mediante la cual, las propuestas para celebrar un referéndum sobre independencia, que fueran aprobadas por la Asamblea regional vasca, fueron declaradas por Madrid como inconstitucionales.

Las severas advertencias, sin embargo, no detuvieron a las autoridades catalanas en esta ocasión. La encuesta no oficial fue un éxito para los partidos independentistas catalanes: 80% de los que participaron (alrededor de 2 millones de personas) votaron a favor de la independencia. Si bien es difícil argumentar que el voto a favor de la independencia es vinculante con una participación del 37%, es una indicación innegablemente fuerte que los catalanes quieren un cambio constitucional.

La encuesta, sin embargo, ha amplificado la migraña de la Comisión. A diferencia del caso de Escocia en el Reino Unido, en la que el Gobierno del Reino Unido estuvo de acuerdo en la celebración del referéndum de independencia en Escocia y se comprometió a respetar el resultado (según el innovador 'Acuerdo de Edimburgo de 2012), la "voluntad democrática" del pueblo catalán ha sido abofeteada por el primer ministro español Rajoy, quien ha prohibido cualquier consulta futura y ha atacado a la reciente encuesta llamándola una "propaganda política".

¿Qué puede hacer la UE?
Por el momento, la posición oficial ha sido mantener la cabeza gacha y no expresar nada sobre los asuntos internos de uno de sus valorados estados miembros. ¿Pero será esta la estrategia que funcione cuando más referendos independentistas, “oficiales o no oficiales”, se añadan y más resquebrajamientos surjan en la soberanía de los estados miembros de la económica UE?

Pero Escocia y Cataluña no son los únicos casos de aspiraciones independentistas en la UE. El siguiente país por ver, sin lugar a dudas, es Italia, en el que una encuesta, dada a conocer el mes pasado por Demos, mostró que el 31% de los italianos quisiera su región “independiente”, una cifra que es significativamente alta en varias regiones autonomistas.

El caso de Italia...
La más alto resultado fue en Veneto, una rica región del norte de Italia, con una fuerte identidad, donde el 53% de los encuestados prefiere la secesión. Esto refleja el éxito de los partidos nacionalistas en Veneto - más notablemente la  gobernante Liga Veneta “Lega Nord” (LV-LN) - en campaña a favor de la independencia. La asamblea regional aprobó una ley en junio de este año para celebrar un referéndum sobre la independencia, y Luca Zaia, el presidente del  LNV  en la región, ha prometido que lo llevaran a cabo.

A estos sucesos, le sigue un referéndum no oficial en Veneto a principios de este año, en marzo, con el apoyo de varios partidos nacionalistas, en el que el 89% de los participantes votó a favor de dejar Italia. Mientras que la legitimidad de la encuesta es cuestionable (debido a que muchos latinoamericanos de ascendencia veneciana votaron), otra encuesta realizada por La Republica ha confirmado la encuesta Demos, mostrando que alrededor del 55% de los venecianos quieren la independencia. Y siempre y cuando se lleva a cabo el plebiscito, dado estos altos números a favor de la secesión, existe mayor probabilidad de éxito que en Cataluña o Escocia. Sin embargo, todo lo verá en última instancia, la Corte Constitucional italiana, que al igual que su homóloga española, ve estos referendos consultivos sobre la fragmentación del Estado italiano como ilegales.

Un referéndum no oficial también se llevó a cabo en la provincia de habla alemana del Tirol del Sur en el 2013, esta provincia se encuentra en la periferia norte de Italia y fue anexada previamente por Austria. Aquí, más del 90% de los participantes expresaron su apoyo a la autodeterminación, y la pro-independencia “Sud Tiroler Freiheit” que ganará su votación más alta en las últimas elecciones regionales. La cuestión de la secesión de Italia es poco probable que desaparezca, es el objetivo final del Partido Popular Tirol del del Sur, que ha gobernado la provincia durante todo el período de la posguerra.

La siguiente es Cerdeña, una isla en el Mediterráneo, que contiene al más antiguo partido nacionalista de Italia y uno de los más antiguos de Europa. El Partito d'Azione Sardo, cuyas pretensiones electorales han subido y bajado en el último siglo, y al que les faltó un voto para aprobar un proyecto de ley de referéndum sobre la independencia en la asamblea regional de Cerdeña del año 2012. También parece que hay algún tipo de apoyo público para el Partito Sardo, incluso a pesar que el partido va a la zaga en las encuestas. En un proyecto de colaboración con la Universidad de Cagliari que por primera vez encuestó las actitudes de los sardos en temas de identidad y cambio constitucional, se encontró que el 41% de los sardos quiere la independencia, y que la friolera suma de 87% está a favor de que mayores poderes y competencias sean devueltos a la isla.

Estos hallazgos fueron confirmados en la encuesta Demos el mes pasado, que reveló que el 45% de los participantes de Cerdeña estaban a favor de la independencia. Actualmente, el gobierno regional está trabajando en la re-escritura de estatuto especial de Cerdeña (derecho constitucional) para mejorar las competencias fiscales, sociales y culturales de la isla. Si estos poderes no son devueltos, es probable que el partido político “Psd'Az” y otros partidos nacionalistas tendrán éxito en su próximos movimientos para tener un referéndum sobre la independencia, incrementando las interrogantes para el Tribunal Constitucional italiano sobre de qué manera proceder.

Escocia aún viva esperanza...
Y, por último, pocas personas creen que la cuestión de la independencia en Escocia ha finalizado. Una reciente encuesta muestra un apoyo mayoritario por la independencia, el aumento de nuevos miembros en el  Partido Nacionalista Escoses (PNE) y la auto compresión critica del el Partido Laborista escocés,  principal competidor de la PNE, por lo que consideran que sólo es cuestión de tiempo antes de que los escoceses voten de nuevo.

La UE,  y sus estados miembros,  no deben dormirse en sus laureles: estos movimientos no van a desaparecer. Irónicamente, la UE parece tener demandas independentistas controladas desde la década de los 90s, dando sustento a la idea de una "Europa de las Regiones” en el que las regiones subestatales podían sentarse junto a,  o incluso sustituir. a los estados en la gobernanza de Europa. Sin embargo, cuando estas esperanzas se desvanecieron con el sesgo del Tratado de Lisboa, los movimientos nacionalistas en toda Europa comenzaron a radicalizar sus demandas a favor de la independencia en la “Europa de los Estados”, y que ven ello como la única manera de conseguir un asiento en la mesa del Consejo de la UE.

La responsabilidad recae ahora en la UE, en encontrar la manera de como las secesiones internas podrían funcionar dentro de sus fronteras,  porque en la actualidad, hay varios estados aspirantes que tocan a sus puertas. Si los ciudadanos de estas naciones sin Estado ''creen que su futuro está mejor asegurada si se presentan como estados“, la configuración resultante sería una "Europa" fracturada en una serie de entidades territoriales más pequeñas.

Irónicamente, este mapa de Europa puede ser muy familiar para los historiadores. Érase una vez, antes de la aparición del Estado-nación moderno en el siglo XIX, Europa era un mosaico de ciudades-estado y pequeñas regiones autónomas. "Lo pequeño es hermoso" fue el mantra entonces; con la difusión de los referendos de independencia,
¿Estaremos viendo el retorno natural de este modelo?



[1] Eva Hepburn es profesora  titular de Política en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Edimburgo, y es una especialista en movimientos nacionalistas. Sus libros más recientes incluyen “'Nuevos retos para nacionalistas y partidos regionalistas apátridas” (2011, Routledge) y "Movimientos de independencia en Islas jurisdiccionales subnacionales" (2013, editado con Godfrey Baldacchino, Routledge).

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