jueves, 13 de octubre de 2016

La argumentación y la informática. Impacto de las TICS en el ejercicio del Derecho

Tomado de la revista Jurídica del diario El Peruano
Por Ricardo León Pastor
Las tecnologías de la información y la comunicación (TICS) vienen siendo subutilizadas por operadores jurídicos peruanos, en especial por los que nos dedicamos a la resolución de controversias y el arbitraje.

Si bien las primeras computadoras personales llegaron al Perú a fines de la
década de 1980, su poder de procesamiento y cálculo era muy limitado, razón por la cual algunos curiosos las empezamos a usar como procesadores de textos u hojas de cálculo.

El uso de estos equipos se extendió en los años 90 gracias a su masificación y reducción de precios. A principios de esa década se empezó a usar el correo electrónico y se inició el acceso a Internet, aunque con costos altos y velocidades de acceso reducidas. A la misma época corresponde la masificación de programas como Word, Excel y PowerPoint de Microsoft. Sin embargo, abogadas y abogados seguíamos usando las computadoras como “máquinas de escribir” sofisticadas.

El acceso a Internet, primero con el Explorer de Microsoft y luego con otros buscadores, gracias al incremento de la velocidad de conexión y la reducción de tarifas, empezó a masificarse hasta que en varias encuestas los peruanos aparecíamos como los más conectados de la región latinoamericana, gracias a la explosión de servicios en cabinas de internet.

Los operadores legales hacíamos uso muy limitado de Internet, accediendo al Sistema Peruano de Información Jurídica (SPIJ) primero, mediante discos compactos y luego mediante Internet. Pero nuestra navegación estaba limitada a portales Web en castellano, lo que solo permite acceder a un 5% de la información publicada. No hubo intentos de autores jurídicos para publicar en línea ni editoriales que se impulsaran libros digitales. Tampoco el Estado publicaba información relevante.

Esta situación empezó a cambiar en el año 2000. Mayor poder de cómputo general, reducción de precios, miniaturización de los equipos, mayor potencia de los teléfonos celulares, más velocidad de acceso a Internet mediante mejores precios, generó que prácticamente cualquier estudiante o abogado contara con acceso a nuevas tecnologías. Aquí, se empezaron a diferenciar dos mercados: uno de los llamados “nativos digitales”, quienes nacieron del año 1990 en adelante, quienes vieron y accedieron desde la niñez al uso de TIC, a diferencia de los “inmigrantes digitales”, quienes no estuvimos familiarizados tempranamente con estas tecnologías y muchas veces no las comprendimos ni aceptamos.

A pesar de una capacidad computacional millones de veces más potente hoy, los “inmigrantes” no la usamos básicamente por prejuicio o desconocimiento. Seguimos empleando sistemas como “máquinas de escribir” y el acceso a Internet para hacer muy poca investigación, aunque ahora la calidad de la información publicada por el Estado, la academia, los centros de investigación, revistas y editoriales es inmensamente variada y superior.

La década del 2000 también vio el desarrollo agresivo de sistemas. Asistimos al nacimiento de los programas de mensajería electrónica desde Messenger hasta WhatsApp, la eclosión de las redes sociales, en particular de Facebook, hoy con más de 1000 millones de usuarios. Estos sistemas son empleados por los nativos digitales y muy poco por los inmigrantes. Estos servicios podrían ponernos en contacto, en tiempo real, con clientes y otros profesionales para construir una estrategia de trabajo colaborativo que no estamos aprovechando ni impulsando.

Tampoco estamos usando seriamente el acceso a Internet. Con una capacitación mínima de unas pocas horas podríamos emplear herramientas poderosas para la búsqueda y hallazgo de información. Y con el dominio de otra lengua, como el inglés, podríamos acceder a más del 40% de información diariamente publicada y actualizada en portales Web. Esto nos daría acceso a una biblioteca mundial con tanta información que ya, inagotable, debe ser seleccionada y contrastada antes de ser empleada a nivel profesional.

La digitalización de la información supone que ya nos hemos independizado del uso del papel, lo que presume al mismo tiempo ahorro de este recurso, menor huella ambiental, y ahorro en espacio de almacenamiento físico, ya que puede emplearse espacio virtual en Internet (una de las tareas de la computación en la nube, un ejemplo es el programa Dropbox). Lo digital es limpio, fácil de almacenar, comunicar y recuperar desde cualquier lugar del mundo… ¡Sin papeles!

Las agendas han sido reemplazadas por calendarios virtuales. Las secretarias que hacían y tomaban llamadas por sistemas que toman recados automáticamente. Los carteros por sistemas de correo electrónico y mensajería instantánea. Los cajeros de bancos por acceso virtual al banco. Los bibliotecarios por sistemas de búsqueda automática de información. Los periodistas por nuestra posibilidad de publicar directamente en Internet. En pocos años los chóferes serán reemplazados por autos o drones que se conducirán en piloto automático y asistentes humanos para trabajo físico por robots.


La telepresencia
Los sistemas de comunicación también han avanzado. Desde programas para que cada individuo publique contenidos en Internet, tales como Blogger, lo que permite difundir el trabajo profesional e impulsar la construcción de un “perfill informático” visible y bien posicionado, hasta programas que nos permiten la “telepresencia”, mediante conferencias virtuales, usando voz e imagen. Uno de los más populares es Skype.  No tener que desplazarse físicamente para reunirse con alguien, es una de las posibilidades que los abogados no usamos suficientemente. Seguimos encadenados al ritual de las reuniones físicas, la pérdida de tiempo en conversaciones triviales y condenados (por autodeterminación) a los flujos de tráfico terrestre y aéreo.

¿El trabajo jurídico de operadores legales podrá ser reemplazado por sistemas o robots? Esta pregunta se la ha planteado muchas veces desde la aparición de la informática en los años 60. Han pasado 50 años y eso no ha sucedido, pero los programas de automatización de labores rutinarias, la robotización y el desarrollo de la llamada inteligencia artificial en los últimos 15 años han dado pasos certeros y con mucha receptividad comercial en esta dirección.

Base de datos
Otros sistemas han sido desarrollados desde el año 2000. En particular, el acceso a bases de datos académicas como Latinindex, entre otras, que contienen información de alta calidad para profesionales y de muy reciente desarrollo. La mayoría de estas bases de datos requieren de acceso previo pago, pero entidades del Estado y universidades suelen pagar estos derechos para que funcionarios, profesores, alumnos e incluso egresados puedan usarlos libremente.

A fines de la década de 1990 la supercomputadora Deep Blue de IBM derrotó en una partida al campeón mundial de ajedrez de la época. Hace pocos días, la supercomputadora Alpha Go de Google derrotó en una partida de go (un juego de tablero miles de veces más complejo que el ajedrez) al campeón mundial de turno. La inteligencia artificial sigue en desarrollo… ¿Tomará la delantera?

Ya hay programas que siguen y reportan automáticamente los avances de casos legales, y asistentes virtuales, programas de computación que siguen órdenes de voz humana para hacer tareas rutinarias de oficina, buscar información, escribir y traducir textos, organizar reuniones y hasta buscar el servicio de café más cercano.

Pero aún no se han desarrollado sistemas contables que reemplacen la toma de decisiones en entornos controversiales. Este es un nivel de sofisticación que hoy los sistemas no han desarrollado. Pero esto no significa  que en el corto plazo este objetivo no pueda ser alcanzado. Si los procesos de toma de decisión se describen paso por paso, se simplifican y se alimenta con las condiciones suficientes a los futuros sistemas, los sistemas razonarán artificialmente y propondrán no solo decisiones, sino también la argumentación que conduce a ellas, de manera automática.

Para ello hay que desmitificar la complejidad del razonamiento legal, que suele ser diferente de operador a operador, las más de las veces porque la información disponible es incompleta o porque los operadores están sesgados psicológicamente. Si la información se completa y los sesgos se corrigen, los sistemas expertos legales construirán decisiones uniformes. ¿No es deseable un sistema estable, uniforme y predecible de toma de decisiones?


Por supuesto que hay casos en los que la interpretación de los hechos alegados o del significado del derecho aplicable está en disputa, porque los contendores parten de principios, premisas, cosmovisiones o ideologías distintas. Y en estos casos seguirá primando la inteligencia humana, porque aún estos asuntos, en la medida en que el paso uno no lleva necesariamente al paso 2, no pueden ser sistematizados artificialmente.

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