domingo, 19 de junio de 2011

Adolescentes de 16 años parte de carteles Mexicanos


María Celeste Mendoza, (16) y otras tres adolescentes más dos mujeres jóvenes, fueron detenidas luego de un enfrentamiento a tiros con las autoridades en México.  Se les acredita ser parte de los nuevos grupos de reclutas del cartel de droga de los Zetas en el estado de Tamaulipas. María Celeste mostrando vergüenza reconoció haber recibido entrenamiento en el manejo de los fusiles de asalto Kalashnikov y estar contratada a condición de un pago de mil dólares la quincena, un pago por cierto tres veces mayor al del promedio obtenido por mujeres de su edad, en un país de por si machista y con altas tasas de desempleo.

Isela Sandoval (16) declaró que habría sido entrenada como “sicario” (hitwoman) sin embargo reconoció no haber ultimado a nadie aún.

Comentario
La sociedad humana sin notarlo o no,  esta llegando a la “manipulación de la violencia” , sin quererlo, a un mecanismo de compensación que “equilibra el crecimiento demográfico en la tierra”.

En México, el crimen organizado esta proporcionando una “oferta de trabajo sin competencia” a un sector de la población, en el que se ha incrementado la ausencia escolar y  que además no tiene otras opciones.
Entre ser una prostituta o una sicario, en México, la igualdad de derechos esta dando paso a que las mujeres opten por una nueva y lamentable opción. 
Algunos mafiosos en declaraciones anteriores han mencionado que estas nuevas camadas de jóvenes son entrenadas haciéndolas victimar a rivales con el fin que pierdan el miedo.

Lo lamentable es que este no es el primer caso de adolescentes detenidos involucrados en las bandas de asesinos. Las autoridades calculan que jóvenes, una vez incorporados a una banda de asesinos,  reducen su tiempo promedio de vida a 3 o 4 años, que los jóvenes que permanecen en las escuelas tienen más posibilidades de sobrevivir.

Lo triste es que estas declaraciones de las adolescentes “reconociendo su participación” no dejan de ocultar un camino sin salida, que se encuentran entre dos fuegos, por un lado protegerse de que los mismos delincuentes que las integraron a la banda se venguen de ellas y por otro, para evitar ser victimas de posibles abusos durante su captura. 

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