viernes, 6 de julio de 2012

Bullying o acoso escolar


En la actualidad en nuestro país se ha visibilizado el problema del bullying, término ingles, que se define como matonismo o acoso escolar debido a las secuelas que se han producido en menores víctimas, quienes se ven afectados por la actitud violenta de otros menores agresores o acosadores.

Menores Acosadores
Los menores acosadores suelen presentar conductas de agresión reactiva, violentas, que se evidencian en maltratos físicos psicológicos y sociales en agravio de un compañero de clases, de talleres, de deportes, etcétera. Las conductas de agresión se evidencian al no dejar participar al menor víctima en el círculo de compañeros de clase, excluyéndolo del grupo, obligándolo a hacer algo no querido, aislándolo, mermando su autoestima; así podemos señalar que las acciones mas específicas que se pueden notar en la conducta del menor acosador es: llamar por motes, no hablar a la viítima, reírse de sus equivocaciones, insultarle, acusarle de cosas que no ha dicho ni hecho, contar mentiras acerca del menor víctima, burlarse de su apariencia física, etcétera.

En este contexto, se evidencia que el menor acosador lo que busca es obtener, por cualquier medio, el dominio del menor víctima, de sentirse autosuficiente y capaz de controlar la situación que se presente; por lo general, son menores que no suelen tolerar la frustración, existiendo déficit en sus habilidades sociales para interrelacionarse correctamente, carecen del sentido de la norma, tienen falta de empatía y control emocional por lo que suelen ser impulsivos. En la escuela, los menores acosadores suelen obtener éxito y poder social, humillando y maltratando a los demás, son desconfiados por excelencia.

Menores Víctimas
Estas multiplican por cuatro veces el riesgo de padecer el “estrés postraumático infantil”, enfermedad mental que no es fácil identificar. En España se ha establecido que el 53% de niños que padece de este problema, presentan alteraciones cognitivas (dificultad de concentración, negación y disociación como mecanismo de defensa, recurrencia de vivencias o flashbacks, terror y sensación de amenaza constante); alteración del comportamiento (irritabilidad crónica, evitar lugar asociado al hecho traumático, agresión explosiva), llegando a presentar en los menores afectados sintomatología psicosomática: pesadillas, crisis de ansiedad, malestar somático difuso (náuseas, cefaleas, alteraciones gástricas); no remite con el transcurso del tiempo ( se puede arrastrar hasta la edad adulta y afectar al desarrollo social, laboral, intelectual y emocional de quien lo sufre). Los niños afectados presentan ansiedad generalizada, inquietud psicomotora, evita y tiene terror de ir al colegio, pensamientos invasivos, insomnio, hipervigilancia, problemas de concentración, problemas de memoria, distimia, etcétera, por ende, daño psicológico, emocional y hasta físico.

Ante este problema es relevante la intervención inmediata de los directores y profesores de la escuela, a fin de apoyar el caso y, a la vez, sancionarlo por la autoridad competente, como es el Ministerio Público y Poder Judicial, a fin de disponer medidas de protección inmediatas o medidas socio – educativas, según sea el caso, adicionalmente dispondrán el tratamiento psicoterapéutico y de reconstrucción educativa a favor de los menores victimarios; de no intervenir en este problema generarán impunidad del agresor y refuerzo social a favor del mismo, sin dejar de lado el tratamiento psicológico al menor víctima.

En el proceso de acoso escolar se presentan fenómenos extraños que se convierten en habituales, como el Síndrome de negación de la institución, donde las autoridades escolares trivializan y banalizan el problema; el error básico de atribuir a la víctima la responsabilidad de lo que ocurre, es la forma de normalizar el problema; cometiendo las autoridades la victimización secundaria en agravio del menor acosado, quien se asumirá culpable de la situación que viene sufriendo conocida como “indefensión aprendida”, pacto de silencio y pacto de mutua indiferencia.

El acoso escolar o bullying perjudica el desarrollo global del alumno, disminuyendo su nivel de aprendizaje, reduciendo los comportamientos cooperativistas, perjudica el sentimiento de afiliación o pertenencia a la institución educativa, interfiere en el desarrollo de la creatividad, desencadena un proceso de imitación del modelo de interacción violenta, origina malestar, desánimo y falta de confianza en los profesores, en estos casos se puede apreciar que la institución escolar no cumple con su deber de ser un lugar seguro donde se puede maximizar los potenciales de los alumnos de manera segura.

Es importante tener presente la edad de menores acosadores y acosados, es así que los menores entre 7 u 8 años se ven más propensos a sufrirlo, corriéndose el riesgo que los niños se acostumbren a la violencia dentro de la escuela, viéndola como algo trivial y banal. Como consecuencia de esta situación el menor víctima sufre cambios en su conducta o comportamiento, suele aparecer en su hogar con heridas, ropa deteriorada, falta de material, acercamiento a los adultos en horas de recreo, crea estrategias de evitación a fin de no ir al colegio, cambios bruscos en su estado de ánimo (apatía, depresión), suele estar triste y llorar con facilidad, se presentan cambios en la personalidad del menor que se reflejan en retraimiento e irritabilidad, sufre sintomatología psicosomática, como ansiedad, insomnio, dolores estomacales, vómitos y náuseas en la mañana entre otros malestares, etcétera. 

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