Traducción y comentario Jorge Contreras[1]
El 11 de abril del 2015, a las cinco de la tarde, una pareja de adultos mayores en uno de los Comités
Vecinales del distrito de Pueblo Libre, en Lima, fue víctima de hurto agravado
en su casa, mientras ellos se encontraban fuera atendiendo servicios religiosos
en la parroquia San Juan Apóstol a escasa cuadra y media de su casa. Delante de los ojos
de la cuidadora del frente, mientras esta regaba el jardín, los ladrones se
dieron maña para robar pertenencias y salir saludando como normales residentes.
El diagnostico, un Comité Vecinal desintegrado, una vecindad individualizada y con
desconfianza, unido a un aumento de interés delincuencial y de compradores de
casas para construir edificios. Si los vecinos de un Comité Vecinal no están integrados,
las circunstancias son peores para los ancianos, pues ellos son la parte más débil
de la comunidad. Por ello los invitamos a leer este artículo y a fomentar la
solidaridad vecinal hacia ellos. En nombre de la Seguridad Ciudadana, llegará
el día en que todos seremos ancianos.
Tomado de COPS,
Despacho de Policía Comunitaria
Por Faye Elkins[2]

La protección de estos ciudadanos, así como
aquellos que sufren de otras formas de demencia senil y ancianidad cuya
discapacidad física les hace vulnerables, es un reto cada vez mayor para la
ley. En el año 2012, el número de estadounidenses de 65 años o más fue de
aproximadamente 43 millones; Para el 2040, cuando el último de esta generación sea de 70 años, el mismo número estará en casi
80 millones. A pesar de que los ancianos no actúan intencionalmente, muchas