Las declaraciones de expositores invitados durante
los días iniciales del reciente Encuentro
Iberoamericano sobre Financiación de la Cultura llevado a cabo entre el 20
y 23 de noviembre, por el Ministerio de Cultura del Perú, muestran la singular importancia
y ¿que nos falta? para alcanzar un desarrollo armónico en este campo en el que
otras naciones ibero y latinoamericanas disponen ya de una clara herramienta
para promover el desarrollo y calidad de vida de sus sociedades.
Se debe a que a la visión tradicional “culturalista” de los
promotores culturales internacionales y nacionales, quienes antaño solo se
preocupaban por la conservación, preservación, y recuperación de nuestros legados culturales, se le añade, hace algunos años ya, con
singular relevancia, las importantes experiencias de los resultados obtenidos a
través del desarrollo de una visión “economicista de la cultura” en la que
juegan un rol primordial la decisión política, la normatividad y el desarrollo de nuevos sistemas
nacionales de cultura, con participación de las sociedades y como paso a la
promoción de una mejor calidad de vida.
Los países que lideran esta nueva visión caracterizada por
la decisión política y una nueva visión de desarrollo económico de los sistemas
nacionales de cultura hoy nos
muestran diversos signos de avances en este campo. Entre ellos destacan el
sello nacional, los sistemas nacionales (circuitos) de cultura, los
observatorios culturales, y el necesario marco normativo característico a cada
país entre otros.
Hoy en día, indicadores reales, nos muestran que en Europa, serían
alrededor de 20 euros, el monto de
retorno de inversión por cada euro invertido en cultura. Que es notable la experiencia
de la hermana República de Colombia en la que el concepto de desarrollo
económico de la Cultura cumple ya su adolescencia (15 años) y sus resultados se
ven reflejados en sus indicadores de producción obtenidos.
También con menor brillo, no faltan aquellos casos
emblemáticos en los que la
inversión desplegada representan
sumas cuantiosas y en las que luego del paso del tiempo, la retribución social ha
sido menor sino nula.
A criterio de los expertos, la nueva visión de Cultura requiere
de normas claras, verdaderos promotores culturales y verdaderos inversores.
En el caso de los promotores, se acerca al concepto de promotor cultural
- social. En el caso de los inversionistas, los expertos señalan que no va más la
imagen del “inversionista fariseo”, aquel que como en la parábola bíblica, hace
sonar las trompetas para que todos se den cuenta de la entrega de la limosna, y
que esta limosna, en la mayoría de los casos es más en publicidad que en resultados
reales. Hoy la nueva visión busca inversionistas que reconocen y apuestan por la cultura
como un factor de inversión con resultados, y que es más valioso su
correspondiente retorno.
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