La delincuencia juvenil un problema de nuestros tiempos….
A pesar que en los textos internacionales y en la comunidad internacional hay un consenso unánime que señala que la privación de libertad debe ser el último recurso para abordar la delincuencia juvenil, que se debe dar preferencia a la intervención en el medio social del joven, que las medidas de internamiento deben ser las menos posibles, por el tiempo más corto y las demandas que, deben aplicarse en condiciones mínimas de humanidad y dignidad, la realidad de la situación de la delincuencia juvenil, en aumento y el tratamiento, que de ella hacen los medios de comunicación, genera una gran inseguridad ciudadana que demanda en los poderes públicos un endurecimiento de las medidas, (por más tiempo y a más temprana edad) como la única forma de reacción ante el delito.
La respuesta penal, como respuesta esta en crisis…
Según Tomas Montero[1]…”Diversas organizaciones y organismos internacionales, como las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea o el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros, así como por los programas de cooperación al desarrollo de muchos estados, están destinando importantes recursos a colaborar con el cambio en algunos países. Sin embargo, no es un dato nuevo, el que, “la privación de la libertad como medida penal, tanto en el campo de adultos como en el de menores, esté en crisis”. Esto se debe, a que, los gobiernos, a pesar de que están percibiendo que el fenómeno de la delincuencia juvenil está incrementando, poco pueden hacer por su tratamiento, pues no solo requiere que sean parte de las agendas de trabajo, de las estrategias y métodos, sino de recursos, que es lo que más falta hace, hacia un mejor estado de seguridad ciudadana.
Existe hacinamiento en los centros de internamiento…
Es un problema universal y generalizado, que los centros de internamiento de menores carecen de condiciones adecuadas para este tipo de fines. Por lo general, son instalaciones que no fueron construidas para estos usos y que terminan siendo utilizadas como una solución urgente al problema.
A ello se añaden la ausencia de recursos para su gestión y mantenimiento que influencian para que la vida en estos centros sea insoportable, debido a sus malas condiciones de conservación, higiene, salubridad. Por las mismas razones, en ellos existe carencia de recursos humanos con preparación profesional adecuada a la seguridad y a un tratamiento con programas diseñados en condiciones deontológicas, éticas, etc. Para Francisco Estrada[2], la realidad de otros países no dista mucho de la de España, en que la subvención del estado, en los centros de menores se refleja en una situación de “Hogar, triste hogar”, que no sirve para la prevención, sino para la atención limitada de menores, en casos cuando ya el joven ha delinquido o padece de un problema de consumo. Que en ambos casos, para la atención de niños y niñas, aún unida al apoyo de organismos no gubernamentales, solo alcanza para comida, cama y para muy poco más.
Una mirada a la estrategia de un caso reciente…
Tras los disturbios y saqueos generalizados, ocurridos en el ultimo verano, en el Reino Unido, el Gobierno británico llegó a arrestar a cerca de tres mil personas y descubrió que entre un 10 y 13 %, de los arrestados eran miembros de pandillas.
La estrategia inicial ha sido reconocer el problema y catalogar a las bandas criminales como el “Enemigo Público Número 1”, y consecuentemente con esta situación, el Poder Ejecutivo optó por revisar las experiencias de otros países, como Estados Unidos y así decidir por algunas medidas para contrarrestar esta problemática.
Adicionalmente, la estrategia general señala el preparar el tratamiento del comportamiento de los pandilleros, como en otros delitos, mediante “palos y regalos”, palos cuando las autoridades optan por sentencias elevadas como “19 años de prisión federal por posesión de una bala”, y regalos, a través de programas como ayudas a la “vivienda o al empleo”.
El método y sus efectos…
A la estrategia general, se unió el Ministerio del Interior, quien acaba de financiar un estudio, en el que concluye que los métodos del criminólogo David Kennedy[3], inventor del método de “La Llamada”, servirían para reducir la violencia de las bandas juveniles.
El primer paso, de este método según Kennedy, es estudiar las fichas y los perfiles de los miembros de las bandas locales. Estos, una vez identificados como parte de un segundo paso se les envía una carta oficial: “Usted, ha sido identificado como un miembro de una banda criminal...”. Carta firmada por un jefe policial y que constituye “La Llamada”.
Luego de este “casting” policial y psicosocial, la persona aludida, es en un tercer paso, invitada a un encuentro con los miembros de la comunidad que han sufrido de su violencia. Es confrontado con sus propias víctimas, en un lugar elegido con detalle y acuciosidad, para participar en una ceremonia planeada para llevar a cabo su minucioso “desnudo moral”.
El libro “No dispare”(“Don´t shoot”), recientemente publicado, relata la historia de un delincuente reincidente, en Cincinnati, quien entró en la sala de juicios empujando a una mujer en su silla de ruedas. Su victima, 17 años atrás, había resultado paralizada de la cintura para abajo producto del disparo del acusado. La mujer lloró. El delincuente también. Y lo mismo hizo el resto de la sala cuando la mujer enseñó la bolsita en la que orinaba.
Comentarios Finales
Sin duda la experiencia de un reencuentro entre perpetrador y victima, constituye una forma de alcanzar y difundir la necesaria sensibilidad de acercamiento a la humanidad en las personas, desde un ángulo psicosocial y criminológico, especialidades que deberían ser una realidad en nuestras universidades.
Finalmente, en esta nota agregamos como experiencia la reciente condena expedida por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, en la que un hombre joven de 25 años acaba de ser sentenciado a 315 años de prisión por múltiples cargos de producción y difusión de pornografía, sin duda, la parte oficial de una estrategia de palos necesaria para detener los delitos.
[1] Jurista del Cuerpo Superior de Técnicos de Instituciones Penitenciarias. Profesor de Derecho Penitenciario en la Escuela de Práctica Jurídica de Valladolid. Experto en Derecho Penal Juvenil. Director de “RJR Revista de Justicia Restaurativa”. Miembro del Comité de Expertos de la Revista Infancia, Juventud y Ley, revista de divulgación científica del trabajo con menores. Miembro del Consejo Editorial y columnista habitual del Diario Criminología y Justicia. Vocal y socio fundador de la Sociedad Científica de Justicia Restaurativa (SCJR). Entre mis publicaciones destacan, por lo que a la justicia juvenil se refiere, “La justicia penal juvenil en España: legislación y jurisprudencia constitucional”, Editorial Club Universitario, Alicante 2006. ISBN-10: 84-8454-560-1; “La justicia juvenil en España: comentarios y reflexiones”, Editorial La Ley, Madrid 2009. ISBN: 978-84-8126-284-1 y “Legislación penal juvenil comentada y concordada”, Editorial La Ley, Madrid 2011. ISBN: 978-84-8126-872-0. Articulista habitual en revistas de difusión jurídica.
[2] Francisco Estrada: Padre, esposo, lector, abogado. Especialista no gubernamental en temas de cárceles y de infancia vulnerada. Trabajó en el Hogar de Cristo por 10 años, en Corporación Opción. Fui jefe del departamento de menores del Ministerio de Justicia entre el 2004 y el 2008. Del 2008 a febrero del 2010 fue director de Fundación Tierra de Esperanza y de marzo a octubre del 2010 director nacional del Sename. Es Magíster en Derechos de la Infancia, la Adolescencia y la Familia. Sitio web: www.justiciapenaladolescente.blogspot.com.
[3] David Kennedy es profesor de criminología en el John Jay College de Nueva York, en 1996, desarrolló el método de “La llamada” en Boston, para reducir la violencia de las bandas juveniles. Desde entonces, se ha aplicado con resultados sorprendentes en más de 70 ciudades de EE.UU.
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