Por Jorge Contreras
Hay viajes y partidas que nos revitalizan. Entre los
primeros días y el 10 de julio, el Papa Francisco llevó a cabo su gira por Ecuador,
Bolivia y Paraguay, mientras que en Perú el clan “oficial” anunciaba súbito viaje
a Europa, igual número de días, dejando atrás el alerta de un aumento de casos
de sarampión. Algunos de nosotros, suspicaces, supusimos que la visita del
Santo Padre a Ecuador, Bolivia y Paraguay podría significar un mensaje de "rechazo
a la corrupción". Así que decidimos esperar a ver que sucedía y que mensajes
recibíamos de ambos lados, del Papa y de nuestras autoridades, de sus actos y
sus declaraciones. Asentimos en poner atención a las
familias, los detalles, la
vida en sociedad y la fe en ellos. Aquí, nuestra lectura, el mensaje recibido es
revitalizador, nos indica elegir mejores autoridades. Que tengan un buen
domingo y una gran semana
Del Santo Padre: cuidado del medioambiente, vida consagrada,
mujer y familia, misericordia del perdón, poner a los pobres al centro, y rechazar
la corrupción y las dictaduras….
En Ecuador
insto a velar por el medio ambiente. En Bolivia,
en una muestra de humildad, prefirió
usar la casa de huéspedes del Vaticano en lugar de la residencia papal. Horas
antes de partir, en la visita
a la cárcel de Palmasola, considerada un deplorable centro carcelario,
escucho sus testimonios, les pidió mantener viva la esperanza y les aclaró para
aquellos que profesan la inclusión que “la reclusión no es exclusión”. Fue en Paraguay, donde instó a jugar limpio, donde señaló que las “ideologías
siempre terminan en dictaduras” y donde interrumpido entre aplausos
condenó la corrupción por ser “la
gangrena del pueblo” y pidió luchar contra el narcotráfico. Se despidió refiriéndose
en especial a la mujer y el rol y valor de la madre para levantar un país a través
de la educación de sus hijos.
Uno de los trozos más significativos del mensaje en Bolivia que avergonzaría a algunas
autoridades…..
“La distribución equitativa de los frutos de la tierra y del trabajo
humano no es simple filantropía. Es un deber moral. Para los cristianos, la
carga es aún más fuerte: es un mandamiento. Es devolver a los pobres y la gente
lo que les pertenece. El destino universal de los bienes no es un adorno
retórico de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad previa a la
propiedad privada. La propiedad, sobre todo cuando afecta a los recursos
naturales, debe ser distribuida en función de las necesidades de la gente.
El no hacer una distribución equitativa es como castigar a la tierra, a
los pueblos y a las personas casi salvajemente. Detrás de tanto sufrimiento,
muerte y destrucción, se siente claramente el olor de lo que Basilio de Cesárea
llamó "el estiércol del
diablo" donde reina la codicia desenfrenada del dinero. Donde el servicio
al bien común es dejado en un segundo plano.
Cuando el capital se convierte en un ídolo y dirige las decisiones de
los seres humanos, cuando la codicia del dinero domina todo el sistema
socioeconómico arruina a la sociedad, condena al hombre, lo convierte en
esclavo, destruye la hermandad entre humanos,
hace que pueblos luchen contra pueblos, y como podemos apreciar, esto
pone en peligro nuestra casa común.
Al otro extremo…
El mensaje y las declaraciones de las autoridades
peruanas, de gira por el viejo continente, ha sido también simbólico, desde España
paseos reales, aparentando una situación que no tenemos y sin beneficio,
apariencias y comentarios mordaces en su defensa y el retorno para seguir
prometiendo más de lo mismo.
El mensaje no nos es único, a otros países de este continente,
también les toca lo suyo.
El resultado es revitalizador “indica elegir mejores
autoridades”.
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