El domingo pasado por la mañana, tuve que atender una
emergencia en La Molina a la que tenía que ir desde Pueblo Libre y me tope con
el cierre de la Avenida Arequipa. Una
carrera a lo largo de esta avenida resultó en el cierre de todos sus cruces, entre
28 de Julio y la Avenida Javier Prado. Prácticamente estuve, como muchos otros,
varado una hora a lo largo de la
Avenida Arenales.
La congestión fue interminable, choferes y gente que salía de los centros comerciales a lo
largo de Arenales, criticaban al no encontrar taxis, y la mayoría murmuraba en
contra de las autoridades, los agentes de policía trataban positivamente de
remediar el problema, sin tener la culpa claro está, sin embargo, todo era un
caos.
Al comentarle esta nota a un compañero de trabajo, dio la
casualidad que sufre del mismo problema, vive en San Borja y en los alrededores
de su casa los domingos se congestionan
las calles por practicas deportivas. Por lo que, a pesar de considerarme una persona que gusta del deporte y
correr al aire libre, me decidí a escribir una nota sobre este tema.
Tomando en cuenta a Jeremy Bentham, precursor de la filosofía utilitarista, quien preconizaba que todo “acto humano, norma
o institución”, deben ser juzgados según la utilidad que tienen, según el “placer
o el sufrimiento” que producen en las personas, que lo que se debe hacer es buscar
la mayor felicidad, para el mayor número,
llegué a las conclusiones siguientes:
- Las carreras en la Avenida Arequipa se asemejan al “espectáculo en el coliseo romano” en el que para satisfacción y regocijo de unos pocos, los promotores, en su afanosa búsqueda de aplausos, de ingresos y de ser del “agrado” de una minorías influyentes, preparaban y disponían de una minoría (los cristianos), para que se los coman los leones. Los entregados a los leones, eran sumisos, toleraban, no tenían poder, y nadie escuchaba sus reclamos. Así podríamos caracterizar el caso del “espectáculo deportivo dominical, en el que semanalmente se cierran las vías adyacentes de la Avenida Arequipa, principal aorta de transporte que atraviesa el corazón de nuestra capital, para la promoción y práctica del deporte de unos pocos, en agravio de los residentes en los alrededores, del tráfico que se aletarga y congestiona, requiere aumento en la cantidad de Fuerza Policial, cuya imagen desde ya, queda a merced de las murmuraciones e insultos y no logran que el sistema continúe, pues se paraliza, y donde algunas ambulancias con emergencias médicas corren el riesgo de tornarse en fatalidades.
- Según Michael Sandler, especialista en Justicia de la Universidad de Harvard, los utilitaristas en la búsqueda del placer, no tienen respeto por el derecho de las minorías, y para sus cálculos de costo beneficio, le asignan a las personas un precio en moneda, como si fueran pollos u otros productos. Para muestra el ejemplo en la República Checa, en el que las autoridades decidieron dar paso a la venta de la marca de tabaco Philip Morris, a pesar de la alta incidencia de cáncer, pues les significaba ingresos de unos 140 millones de dólares en impuestos, y porque adicionalmente influenciaba en la disminución de pensiones (en los enfermos de cáncer por uso del tabaco), en la disminución de atenciones y capacidad hospitalaria en salud y hasta en la necesidad de hogares de reposo. Todo un utilitarismo sin humanidad en la sociedad.
- Cuando hablamos de utilitarismo sin humanidad la experiencia puede ir desde un extremo en el que se nos muestran casos como el del automóvil Ford “Pinto” que fuera hecho con el tanque de combustible en la parte posterior representando un gran riesgo de explosión en las colisiones por atrás y que no se modificó debido a que su costo de reparación era mayor al de los beneficios, pasando al caso de los teléfonos celulares cuyas ventajas en la comunicación representan más utilidades, que los costos del incremento en el número de accidentes vehiculares de personas manejando y a la vez hablando por teléfono, hasta llegar a extremos utilitaristas como el de canibalismo de unos para la supervivencia de otros.
Tomado en cuenta las enseñanzas de John Stuart Miles,
utilitarista que le agregara la dimensión humanista al utilitarismo de Bentham,
podríamos llegar a los siguientes diagnósticos para nuestro caso:
- Encontramos que las autoridades tienen un concepto utilitarista disfuncional, pues a pesar de representar a las mayorías, sus decisiones se guían por intereses o beneficios que no las representan. El beneficio de la municipalidad al autorizar un evento, no representa el sentir de la mayoría que vive en los alrededores, de los choferes y residentes que ven sus tareas paralizarse.
- Otra mala señal es la ausencia de normas que permitan a las autoridades a optar por soluciones mas humanas, que representen valores, sentido social y justicia para todos. Por ejemplo en el caso del cierre de las avenidas para la práctica del deporte, llama la atención ver como existe una predisposición ética, moral y de salud para disponer el empleo de una ambulancia a que haga el recorrido de la ruta de los deportistas mientras que en las calles clausuradas las ambulancias quedan a merced del sistema aletargado y paralizado. ¿Sólo se deben salvar acaso los escogidos por las autoridades?, muy similar al caso en que una autoridad cual Dios, opta rápidamente al decidir ética, moral y saludablemente por arrojar al mar al que considera más inadecuado de cinco personas, en un bote con capacidad para cuatro, simplemente porque es la autoridad, tiene poder y la creencia que así debe actuar para salvar al resto.
- Adicionalmente, se nota una inadecuada orientación en la administración de espacios. Existiendo lugares con mayores facilidades para proyectar el deporte, se opta por zonas que no son las más adecuadas. ¿Cuál es el interés al decidir de esta manera?- Es económico, político, o simplemente desinterés e ignorancia.
Lo cierto de todo, es que el gobierno actual apuesta por la
inclusión y algunas autoridades simplemente no lo entienden.
Claro esta que, como en el caso del circo de leones, otra
seria la cosa si la comida no fueran los cristianos sino los romanos, o que en
el caso del espectáculo deportivo dominical, las calles que se cierren fueran
en los alrededores de las viviendas de las autoridades, alcaldes, del Palacio
de Gobierno, etc ., ahí otra seria la cosa.
Lo peor de todo, es que la experiencia nos muestra que solo se obtienen resultados organizándose, protestando, quemando llantas,
vehículos, y hasta con una que otra victima, etc.
En si una mala señal.
¿Esperaremos que llegue entonces un lema como “La Carrera No
Va”?
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