"Comprobé que Dios no se deja
ganar en generosidad”
Esta historia me llegó un amigo de muchos
años y después de leerla cumplo con pasársela a ustedes. Trae una gran
enseñanza sobre la sincronicidad (Carl Jung 2004)[3],[4],
sobre esa incomprensible simultaneidad de sucesos que vinculamos con nuestros
sentidos, pero que al ocurrir de manera fortuita, nos explican la existencia de
Dios. En esta lectura, la sincronicidad milagrosa es el resultado de "la
retribución de un favor no solicitado", de "una de las actitudes que
más engrandecen al ser humano"(Issocher Frand 2012)[5]
. El milagro de la sincronicidad es una
herencia de Dios y está con nosotros en la civilización humana. Es muy simple,
la sincronicidad que atraes es la resultante de aquella que practicas. Los
invito a leerla.
En agosto de 2001, cierto hombre de negocios judío de
Nueva York llegó a Israel en viaje de
negocios. Entre una reunión y otra, el
empresario aprovechó un breve paréntesis para tomar un bocado en una pizzería
que encontró en el centro de Jerusalén. Como era mediodía, el local estaba
atestado de gente. Nuestro visitante se dio cuenta que iba a tener que esperar mucho
si quisiese comer algo, pero realmente no tenía tanto tiempo. Indeciso e
impaciente, se acercó al mostrador esperando un milagro.
Viendo la angustia del extranjero, un israelí le ofreció
su lugar en la cola. «Yo puedo esperar», le dijo. Muy agradecido, aquél aceptó.
Hizo su pedido, comió rápidamente y se dirigió a su próxima reunión de
negocios. Apenas había salido oyó una explosión y un revuelo general en la
calle. La gente corría y ya se escuchaban las sirenas de las fuerzas de
seguridad y de las ambulancias. Comprendió que había ocurrido algo serio. Como
extraño que era, no lo sabía a ciencia cierta, y un transeúnte alborotado le
explicó que había sido un grave atentado en la pizzería de la esquina, que era
una sucursal de la conocida cadena italiana Sbarro.
Nuestro hombre palideció. Por poco hubiera sido él una de
las numerosas víctimas. De repente se acordó del israelí que le había cedido su
lugar. Seguramente todavía estaría en la pizzería; le había salvado la vida y
ahora podría estar muerto. Consternado, dejó a un lado todos sus compromisos y
corrió hacia el local para tratar de saber lo que le hubiera ocurrido. Pero
encontró un caos total. La Jihad Islámica había colocado muchos clavos en la
bomba para aumentar su poder destructivo. En total 18 personas habían perdido
la vida, entre ellas 6 niños. Otras 90 estaban heridas, algunas de gravedad.
Ahora estaban siendo evacuadas.
Las sillas de la pizzería estaban desparramadas por la
calle, las personas gritaban y lloraban y algunas trataban de ayudar. Policías
y voluntarios socorrían a todos los que estaban ensangrentados, heridos y
muertos por la calle. Una mujer con su bebé ensangrentado clamaba pidiendo
ayuda.
El norteamericano buscó a su salvador entre los ruidos de
las sirenas, pero no consiguió encontrarlo. Decidió que intentaría por todos
los medios saber lo que le ocurrió a su salvador. Estaba vivo gracias a él y
necesitaba saber lo que le había ocurrido para ayudarle en caso de necesidad y,
sobre todo, agradecerle el gesto que le había hecho, y gracias al cual nada le
había pasado.
De modo que en lugar de hacer negocios, comenzó a
recorrer los hospitales, y finalmente lo encontró herido pero fuera de peligro.
Conversó con el hijo de este israelí que ya estaba al lado de su padre, y le
contó lo que había ocurrido.
Le dijo que le debía su vida, por eso podían contar con
él para cualquier ayuda que necesitasen. Le dejó su tarjeta personal e insistió
que le avisaran en caso de que precisaran de algo.
Un mes después, ese hombre de negocios neoyorquino
recibió un llamado de este muchacho, en el que le informaba que su padre
necesitaba una operación de emergencia y según el médico, el mejor hospital
para ese tipo de cirugía estaba en Boston. El norteamericano no lo pensó dos
veces y organizó todo para poder operarlo en pocos días.
Además, insistió en ir a recibirlo personalmente y
acompañarlo hasta Boston, que queda a una hora en avión de Nueva York. Tal vez
otra persona no hubiese obrado hasta tal punto, pero ese judío se sentía en la
obligación de devolver el gran favor que aquél le había hecho.
Ese martes por la mañana, nuestro hombre no acudió a su
oficina en Nueva York para viajar a Boston y recibir a su amigo. Por lo tanto,
ese día 11 de septiembre de 2001 a las 9 de la mañana, no estaba en su oficina
del piso 101 de las Torres Gemelas.
[1] Josemaría
Escrivá de Balaguer y Albás, bautizado con el nombre José María Julián Mariano
Escrivá Albás (Barbastro, Huesca, Aragón, 9 de enero de 1902 – Roma, 26 de
junio de 1975) fue un sacerdote español, fundador en 1928 del Opus Dei y santo
de la Iglesia Católica. Juan Pablo II, en la Bula de Canonización, le llamó el
santo de lo ordinario o de la vida ordinaria.
[2] Jorge
A. Contreras Ríos, DNI 09582230, ICAC Nº 897, administrador, licenciado en
ciencias militares, abogado, magíster en ciencias militares, magíster en
derecho penal, estudios de doctorado en derecho penal.
[3]
JUNG, Carl Gustav (2004) “LA dinámica de lo inconsciente”. Sincronicidad como
principio de conexiones acausales. Sobre sincronicidad. ISBN 978-84-8164-587-3. Pág. 436, § 849.
Madrid: Trotta, 2004.
[4] El
sincronismo es Dharma, considerado una principio y conducta por el Hinduismo, el
fenómeno resultante de la ley cósmica y el orden en el la filosofía budista del
Budismo, el principio para la purificación y trasformación moral en el Jainismo
y el camino hacia lo correcto de los Sikhs.
[5] FRAND, Issocher, is an American
Charedi Orthodox rabbi and author. He is a senior lecturer at Yeshivas Ner
Yisroel in Baltimore, MD. Raised in Seattle, Washington. (Accesado el 16
de junio de 2015) Enlace.
Articulo Publicado en “Aguas Vivas”. Para la proclamación del Evangelio y la
edificación del Cuerpo de Cristo · Nº 67 · Julio - Agosto - Septiembre 2012. (Accesado
el 16 de junio de 2015) Enlace
Interesante la sincronicidad... como no creer en esa energía suprema...!!! Gracias por compartir.
ResponderEliminarEstimada lectora, te dejo esta respuesta de Rosa Maria Cifuentes. Nunca olvides que no importa si una o muchas personas te fallan, proceden de modo deshonesto o son como las monedas, de dos caras, porque el creador jamas te falta , ni las personas con las que posees divina conexión emocional y en valores. Y así, el justo tiempo aliado de los que bien proceden, se encarga de ubicarte siempre pasos adelante, puertas a distancia y situaciones ideales para tu paz y bienestar. Y si abres los ojos y cultivas la limpieza de corazón, notaras como el cielo siempre se conecta a su modo y a manera tan mágica para expresarte que vela por ti , sabe lo que necesitas y en tus momentos importantes, pruebas de fe, sueños, y estados de introspección siempre podrás contemplar las estrellas y sonreír, lejos de bajas vibraciones, personas oscuras y todo aquello que va día a día desapareciendo de tu camino al avanzar. Atte.
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