Por Ricardo León Pastor
Las tecnologías de la información y la
comunicación (TICS) vienen siendo subutilizadas por operadores jurídicos peruanos,
en especial por los que nos dedicamos a la resolución de controversias y el
arbitraje.
Si bien las primeras computadoras
personales llegaron al Perú a fines de la
década de 1980, su poder de
procesamiento y cálculo era muy limitado, razón por la cual algunos curiosos
las empezamos a usar como procesadores de textos u hojas de cálculo.
El uso de estos equipos se extendió en
los años 90 gracias a su masificación y reducción de precios. A principios de
esa década se empezó a usar el correo electrónico y se inició el acceso a
Internet, aunque con costos altos y velocidades de acceso reducidas. A la misma
época corresponde la masificación de programas como Word, Excel y PowerPoint de
Microsoft. Sin embargo, abogadas y abogados seguíamos usando las computadoras
como “máquinas de escribir” sofisticadas.
El acceso a Internet, primero con el
Explorer de Microsoft y luego con otros buscadores, gracias al incremento de la
velocidad de conexión y la reducción de tarifas, empezó a masificarse hasta que
en varias encuestas los peruanos aparecíamos como los más conectados de la
región latinoamericana, gracias a la explosión de servicios en cabinas de
internet.
Los operadores legales hacíamos uso muy
limitado de Internet, accediendo al Sistema Peruano de Información Jurídica
(SPIJ) primero, mediante discos compactos y luego mediante Internet. Pero
nuestra navegación estaba limitada a portales Web en castellano, lo que solo
permite acceder a un 5% de la información publicada. No hubo intentos de
autores jurídicos para publicar en línea ni editoriales que se impulsaran
libros digitales. Tampoco el Estado publicaba información relevante.
Esta situación empezó a cambiar en el año
2000. Mayor poder de cómputo general, reducción de precios, miniaturización de
los equipos, mayor potencia de los teléfonos celulares, más velocidad de acceso
a Internet mediante mejores precios, generó que prácticamente cualquier
estudiante o abogado contara con acceso a nuevas tecnologías. Aquí, se
empezaron a diferenciar dos mercados: uno de los llamados “nativos digitales”,
quienes nacieron del año 1990 en adelante, quienes vieron y accedieron desde la
niñez al uso de TIC, a diferencia de los “inmigrantes digitales”, quienes no
estuvimos familiarizados tempranamente con estas tecnologías y muchas veces no
las comprendimos ni aceptamos.
A pesar de una capacidad computacional
millones de veces más potente hoy, los “inmigrantes” no la usamos básicamente
por prejuicio o desconocimiento. Seguimos empleando sistemas como “máquinas de
escribir” y el acceso a Internet para hacer muy poca investigación, aunque
ahora la calidad de la información publicada por el Estado, la academia, los
centros de investigación, revistas y editoriales es inmensamente variada y
superior.
La década del 2000 también vio el
desarrollo agresivo de sistemas. Asistimos al nacimiento de los programas de
mensajería electrónica desde Messenger hasta WhatsApp, la eclosión de las redes
sociales, en particular de Facebook, hoy con más de 1000 millones de usuarios.
Estos sistemas son empleados por los nativos digitales y muy poco por los
inmigrantes. Estos servicios podrían ponernos en contacto, en tiempo real, con
clientes y otros profesionales para construir una estrategia de trabajo
colaborativo que no estamos aprovechando ni impulsando.
Tampoco estamos usando seriamente el acceso
a Internet. Con una capacitación mínima de unas pocas horas podríamos emplear
herramientas poderosas para la búsqueda y hallazgo de información. Y con el
dominio de otra lengua, como el inglés, podríamos acceder a más del 40% de
información diariamente publicada y actualizada en portales Web. Esto nos daría
acceso a una biblioteca mundial con tanta información que ya, inagotable, debe
ser seleccionada y contrastada antes de ser empleada a nivel profesional.
La digitalización de la información
supone que ya nos hemos independizado del uso del papel, lo que presume al
mismo tiempo ahorro de este recurso, menor huella ambiental, y ahorro en
espacio de almacenamiento físico, ya que puede emplearse espacio virtual en
Internet (una de las tareas de la computación en la nube, un ejemplo es el
programa Dropbox). Lo digital es limpio, fácil de almacenar, comunicar y
recuperar desde cualquier lugar del mundo… ¡Sin papeles!
Las agendas han sido reemplazadas por calendarios
virtuales. Las secretarias que hacían y tomaban llamadas por sistemas que toman
recados automáticamente. Los carteros por sistemas de correo electrónico y
mensajería instantánea. Los cajeros de bancos por acceso virtual al banco. Los
bibliotecarios por sistemas de búsqueda automática de información. Los
periodistas por nuestra posibilidad de publicar directamente en Internet. En
pocos años los chóferes serán reemplazados por autos o drones que se conducirán
en piloto automático y asistentes humanos para trabajo físico por robots.
La telepresencia
Los sistemas de comunicación también han
avanzado. Desde programas para que cada individuo publique contenidos en
Internet, tales como Blogger, lo que permite difundir el trabajo profesional e
impulsar la construcción de un “perfill informático” visible y bien
posicionado, hasta programas que nos permiten la “telepresencia”, mediante
conferencias virtuales, usando voz e imagen. Uno de los más populares es
Skype. No tener que desplazarse
físicamente para reunirse con alguien, es una de las posibilidades que los
abogados no usamos suficientemente. Seguimos encadenados al ritual de las
reuniones físicas, la pérdida de tiempo en conversaciones triviales y
condenados (por autodeterminación) a los flujos de tráfico terrestre y aéreo.
¿El trabajo jurídico de operadores
legales podrá ser reemplazado por sistemas o robots? Esta pregunta se la ha
planteado muchas veces desde la aparición de la informática en los años 60. Han
pasado 50 años y eso no ha sucedido, pero los programas de automatización de
labores rutinarias, la robotización y el desarrollo de la llamada inteligencia
artificial en los últimos 15 años han dado pasos certeros y con mucha
receptividad comercial en esta dirección.
Base de datos
Otros sistemas han sido desarrollados
desde el año 2000. En particular, el acceso a bases de datos académicas como
Latinindex, entre otras, que contienen información de alta calidad para
profesionales y de muy reciente desarrollo. La mayoría de estas bases de datos
requieren de acceso previo pago, pero entidades del Estado y universidades
suelen pagar estos derechos para que funcionarios, profesores, alumnos e
incluso egresados puedan usarlos libremente.
A fines de la década de 1990 la supercomputadora
Deep Blue de IBM derrotó en una partida al campeón mundial de ajedrez de la
época. Hace pocos días, la supercomputadora Alpha Go de Google derrotó en una
partida de go (un juego de tablero miles de veces más complejo que el ajedrez)
al campeón mundial de turno. La inteligencia artificial sigue en desarrollo…
¿Tomará la delantera?
Ya hay programas que siguen y reportan
automáticamente los avances de casos legales, y asistentes virtuales, programas
de computación que siguen órdenes de voz humana para hacer tareas rutinarias de
oficina, buscar información, escribir y traducir textos, organizar reuniones y
hasta buscar el servicio de café más cercano.
Pero aún no se han desarrollado sistemas
contables que reemplacen la toma de decisiones en entornos controversiales.
Este es un nivel de sofisticación que hoy los sistemas no han desarrollado.
Pero esto no significa que en el corto
plazo este objetivo no pueda ser alcanzado. Si los procesos de toma de decisión
se describen paso por paso, se simplifican y se alimenta con las condiciones
suficientes a los futuros sistemas, los sistemas razonarán artificialmente y
propondrán no solo decisiones, sino también la argumentación que conduce a
ellas, de manera automática.
Para ello hay que desmitificar la complejidad
del razonamiento legal, que suele ser diferente de operador a operador, las más
de las veces porque la información disponible es incompleta o porque los
operadores están sesgados psicológicamente. Si la información se completa y los
sesgos se corrigen, los sistemas expertos legales construirán decisiones
uniformes. ¿No es deseable un sistema estable, uniforme y predecible de toma de
decisiones?
Por supuesto que hay casos en los que la
interpretación de los hechos alegados o del significado del derecho aplicable
está en disputa, porque los contendores parten de principios, premisas,
cosmovisiones o ideologías distintas. Y en estos casos seguirá primando la
inteligencia humana, porque aún estos asuntos, en la medida en que el paso uno
no lleva necesariamente al paso 2, no pueden ser sistematizados artificialmente.◗
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