Traducción y comentario Jorge Contreras
Finalmente llegamos al acercamiento entre
Estados Unidos y Cuba. A pesar de las explicaciones, lo que
presenciamos es el fracaso de los dos sistemas el capitalista y el marxista. Ambos, con excesos y errores, cada cual esgrimiendo sus propios objetivos políticos, claro está, con la esperanza de salir adelante, asienten ahora pragmáticamente que se acercan y esgrimen sus explicaciones.
El artículo por Samuel Farber[1]
La reanudación de las relaciones Estados
Unidos - Cuba constituyen una victoria real. Sin embargo los trabajadores
cubanos enfrentarán la renovada liberalización económica con
escasa apertura
política.
El 17 de diciembre del 2014, Washington y
La Habana acordaron un
cambio trascendental en sus relaciones, que por más de los últimos
cincuenta años, se caracterizó por el esfuerzo de Estados Unidos de derrocar al
gobierno cubano, a través del patrocinio de invasiones, bloqueos navales,
sabotaje económico, intentos de asesinato y ataques terroristas.
El nuevo acuerdo, dejará libres a los
tres miembros restantes del grupo de los "Cinco Cubanos", presos
en cárceles de Estados Unidos desde 1998 y, a cambio, Cuba liberó al
estadounidense Alan
Gross y a Rolando Sarraf Trujillo, un desconocido agente de inteligencia
estadounidense encarcelado en la isla durante casi de veinte años, además de
más de cincuenta presos políticos cubanos. Mucho más importante es la
reanudación de las relaciones diplomáticas oficiales y la significativa
flexibilización de las restricciones de viajes y remesas a Cuba.
El acuerdo abarca la normalización
política, más no la total normalización de las relaciones económicas: Esto
requerirá que el Congreso de los Estados Unidos derogue la Ley Helms-Burton,
promulgada por el presidente Clinton en 1996.
Fracasos de intentos anteriores
Hubo esfuerzos previos para reanudar las
relaciones políticas y económicas entre los dos países desde que Estados Unidos
rompiera relaciones a principios de 1961. Los más importantes se llevaron a cabo
durante la administración Carter, que siguió a una iniciativa originalmente
llevada por Nixon, quien renovó las negociaciones secretas con el gobierno
cubano en 1977, cuando el ala derecha de
Cuba, exiliada en el sur de la Florida constituía una fuerza política
insignificante.
Los dos países se hicieron mutuas
concesiones que incluían el establecimiento de "secciones
de intereses" diplomáticos en Washington y La Habana y el
levantamiento de la prohibición a los viajes turísticos a la isla, una
restricción más tarde reinsertada por Reagan en 1982. A raíz de las
negociaciones Carter-Castro, el líder cubano liberó a la mayoría de presos
políticos, de los cuales unos 1.000 partieron a los Estados Unidos, y en 1979,
los cubano-americanos por primera vez, recibieron permiso para visitar a sus
familiares en la isla.
Sin embargo, el proceso de reconciliación
se detuvo. Mientras que la presencia de tropas estadounidenses en todo el mundo
dio por sentado desde Washington su carácter imperial, el despliegue de fuerzas
cubanas en África se convirtió en el obstáculo para la normalización de las
relaciones. Muchos en los EE.UU. culparon a la participación extranjera de
Castro como la razón decisiva que llevó al fracaso de las negociaciones bajo
Nixon y Carter. Más había también otros factores importantes que considerar.
Por un lado, durante el gobierno de Carter, la cuestión estuvo dividida. Cyrus Vance, el secretario
de Estado apoyó la reanudación de relaciones normales con Cuba, mientras que Zbigniew Brzezinski,
poderoso asesor de seguridad nacional de Carter, se opuso a la medida. Sin
embargo, fueron en última instancia, desarrollos políticos internos en los
EE.UU., sin relación con Cuba, los que detuvieron el proceso.
La derecha estadounidense se agitaba con
las negociaciones relativas a la transferencia
del Canal de Panamá devuelta a los panameños. En septiembre de 1977, Carter
suspendió las negociaciones con Cuba hasta después que los tratados del Canal
fueran ratificados por el Senado.
La suspensión resultó ser indefinida.
Ante el ataque contra Panamá, el gobierno de Carter decidió apuntalar su flanco
derecho, adoptando una postura más dura con Cuba, una postura que fue reforzada
después en breve por el triunfo de la revolución sandinista
en Nicaragua, y por el debilitamiento político de la administración Carter como
resultado de la invasión
soviética de Afganistán y la crisis de los rehenes
en Irán.
Capitalistas norteamericanos aprueban…
¿Por qué la administración Obama tiene
éxito donde las administraciones estadounidenses anteriores fallaron? Más que
cualquier otra cosa, fue el fin de la Guerra Fría, la salida de las tropas
cubanas de África, y la postura menos militante de Cuba en América Latina, lo
que a través de los años, disminuyó cualitativamente el interés en Cuba por parte de la política
exterior de Estados Unidos, tal como se demuestra el hecho de que
prácticamente, los estudios estratégicos del gobierno de Estados Unidos, ni
siquiera mencionan la isla en las últimas dos décadas.
Al mismo tiempo, sin embargo, la clase
capitalista estadounidense, a excepción de su franja más derechista, ha venido
a apoyar no sólo el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, sino
también con mayor interés, la eliminación del bloqueo económico. Esta ha sido
la posición adoptada por la Cámara
de Comercio y la Asociación Nacional de Fabricantes en los últimos años,
así como la orientación general adoptada por la prensa de negocios. Columnistas
de negocios argumentan y discuten, con bastante sustento, que una masiva
inversión y comercio estadounidense con la isla, sería "subvertir" y,
finalmente, superar el sistema económico comunista, tal como ha ocurrido en
China y Vietnam.
Por otra parte, después de las exenciones
al bloqueo económico de Estados Unidos, que limitaba la exportación de
productos agrícolas y productos procesados a Cuba, fueron autorizadas por la Ley de Reforma de
Sanciones y Fomento de las Exportaciones Comerciales del 2000, las empresas
como Cargill, Archer Daniel Midland y Tyson Foods a que se involucraran en el
comercio con Cuba. Después del acuerdo del 17 de diciembre, otras empresas,
como Caterpillar y Pepsico se unieron en apoyo a la misma. Durante los últimos
años, decenas de empresarios y políticos, en particular del sur, medio oeste y
el suroeste han estado visitando la isla y discutiendo perspectivas económicas futuras con el
gobierno cubano, especialmente si se derogaba el bloqueo.
Reflejando la actitud de negocios
participantes, muchos políticos demócratas y republicanos, como el senador de
Arizona Jeff Flake, han
estado promoviendo las relaciones políticas y económicas con Cuba. Queda por
ver si estas fuerzas serán lo suficientemente fuertes como para modificar, si
no derogar la Ley Helms-Burton y permitir una plena normalización de las
relaciones económicas, así como políticas, con la isla.
El exilio está cambiando…
Debido a que el tema de Cuba perdió
importancia después del final de la Guerra Fría, y a que los principales
sectores empresariales han comenzado a favorecer las relaciones económicas y
políticas con este país, la dirección del ala derechista de exiliados cubanos
en el sur de la Florida ha dado muestras de mantenerse como la única fuerza
política firme para seguir el bloqueo. Su influencia política ha sido
particularmente importante en un estado estrechamente dividido como Florida,
donde los cubano-estadounidenses representan alrededor del 5 por ciento del
electorado.
Pero la generación conservadora exilada
de los años sesenta ha ido disminuyendo y ahora, hay una creciente mayoría de
cubanos que residen en la Florida, que llegaron a los Estados Unidos desde los
ochentas. En contraste con los exiliados mayores, muchas de estas personas
visitan regularmente la isla y están más preocupados por el bienestar de sus
familiares cubanos que con la política del exilio cubano. No es de extrañar
entonces que las encuestas de opinión muestren que la mayoría de cubanos y
cubano-americanos que residen en Florida, estén a favor de un cambio en la
política que lleve a tener relaciones plenas con la isla.
Sin embargo, muchas de estas personas aún
no son ciudadanos influyentes, y los cubanos conservadores todavía tienen un
gran poder sobre los medios de comunicación y el sistema político. Los tres representantes de origen cubano
en el Congreso de Florida son republicanos de derecha, fuertemente inclinados
al bloqueo.
Y sin embargo, el hecho de que Barack
Obama ganara el 48 por ciento del voto cubano (y mayores proporciones entre los
cubanos más jóvenes) en las elecciones de 2012 es una clara indicación de las
tendencias políticas entre los cubano-americanos alejada de las posturas de
derecha contra Cuba. Además, como el sociólogo cubano-estadounidense Alex Portes ha
indicado, los cubanos que llegaron desde 1980 son generalmente de origen, en la
clase modesta en la isla y son difícilmente diferentes de otros inmigrantes
latinoamericanos en términos socioeconómicos. Por lo que uno se pregunta ¡Cual
es el futuro del "modelo de minoría" de América Latina
El camino de Cuba a China…
Por su parte, el gobierno cubano tiene la
intención de encontrar una manera de reanudar las relaciones diplomáticas con
los Estados Unidos a pesar de que esto puede a la larga afectar su legitimidad,
ya que no será más, capaz de culpar “al bloqueo” para llevar a cabo represión
política o quejarse de las aflicciones
económica.
Desde que Raúl Castro asumió el
poder - de manera informal en el 2006 y
formalmente en el 2008 - se ha estado moviendo hacia la adopción del modelo
chino-vietnamita, lo que significa un capitalismo de estado que conserva el
monopolio del poder político a través del Partido Comunista,
y que controla los sectores estratégicos de la economía, como la banca,
mientras que comparte el resto con un sector privado nacional y extranjero.
Pero esto ha sido un camino contradictorio en el que el gobierno cubano trata
de "tener su pastel y comer de el también," que acompaña cada cambio
económico, con restricciones que limitan su eficacia.
A pesar del panorama
color de rosa dibujado por simpatizantes de Castro, como Emily Morris en
New Left Review, los resultados de las nuevas políticas del gobierno cubano han
sido escasos e incapaces de superar definitivamente la larga crisis económica
que se ha apoderado de la isla desde el colapso de la Unión Soviética. Los
salarios reales de los empleados estatales, que aún constituyen la gran mayoría
de la fuerza de trabajo, en el 2013,sólo alcanzaron el 27 por ciento de los niveles de 1989.
Desde el 2008, el gasto en educación,
salud, bienestar social y vivienda han disminuido como proporción del
presupuesto del Estado y del producto bruto interno. Por otra parte, durante
los últimos años el crecimiento económico ha sido bajo (1,2% en el 2014) y la
inversión de capital ha sido un magro 10% del PIB en comparación con el
promedio de 20 por ciento para América Latina en su conjunto.
No es de extrañar que, Marino Murillo, ministro
de Economía de Cuba, haya declarado que la isla necesita al menos 2 millones de
dólares al año en inversiones para lograr un despegue económico. Esta es la
clave de la buena voluntad de Castro para reanudar las relaciones con Estados
Unidos, especialmente a la luz de los graves problemas políticos y económicos
que Venezuela (principal aliado de Cuba) y Rusia enfrentan en la actualidad,
junto con la relativa disminución en el crecimiento de la economía china.
Castro no tiene nada que perder, si la
ley Helms-Burton que asienta las restricciones no se modifica o se deroga, de
todas maneras la economía cubana se verá beneficiada por la liberalización de
los viajes y las remesas recientemente decretada por Obama. Para el líder
cubano, cualquier beneficio que obtenga del acuerdo le servirá de palanca para
vencer la resistencia en su propio aparato burocrático a la plena aplicación
del modelo chino-vietnamita en la isla.
Por su parte, Obama debe estar seguramente consciente de la
oportunidad de reafirmar la influencia política americana y su poder económico en Cuba, además de otros
beneficios políticos reales que se pueden obtener por este nuevo acuerdo en
América Latina y el resto del Sur Global.
La alternativa en Cuba…
Independientemente de las razones que han
conducido a los gobiernos de Cuba y Estados Unidos para llegar a este acuerdo,
es una ganancia importante para el pueblo cubano.
En primer lugar, porque reconoce que el
poder imperial de los EE.UU. no ha sido capaz de imponer su sistema
socio-económico y político, lo que constituye una victoria del principio de
autodeterminación nacional. Ha correspondido a los cubanos y solo a los cubanos
el decidir el destino de su país.
En segundo lugar, porque en la práctica,
se puede mejorar el nivel de vida de los cubanos y ayudar a liberalizar, aunque
no necesariamente democratizar, las condiciones de opresión política y
explotación económica, haciendo más fácil el organizar y actuar para defender
los intereses de manera autónoma contra el Estado y los nuevos capitalistas.
Este ha sido el caso de China, donde se
producen miles de protestas cada año para proteger el nivel de vida y los
derechos de la masa de la población, a pesar de la persistencia del único partido
del Estado.
Contrariamente a lo que muchos liberales
piensan de la Revolución
Cubana, la cuestión no es que el fin del bloqueo lleve a los hermanos
Castro a ser más democráticos. Esa posibilidad nunca ha sido considerada y no
está en juego, a excepción de aquellos que creen que el establecimiento del
comunismo cubano es una reacción al imperialismo estadounidense, en vez de lo
que el Che Guevara admitió que el resultado era la mitad de la coacción
imperialista y la mitad de la elección de los dirigentes cubanos.
Lo que es real es la probabilidad de que
el fin del bloqueo disminuya el apoyo al gobierno de Castro lo que facilitaría
una eventual resistencia y la formulación de políticas alternativas a su
dominio.
No es probable que Cuba sea libre de las
garras del imperialismo estadounidense, incluso si el bloqueo económico llega a
su fin. Un poder imperialista "normal", con amplia experiencia en el
Sur Global reemplazará al poder de la era del coercitivo y criminal bloqueo,
especialmente si una alianza exitosa se desarrolla entre el capital
estadounidense y los capitalistas estatales nativos del modelo chino-vietnamita
emergente, como ha sucedido en China y Vietnam.
Aun a nivel puramente político, hay
muchos conflictos que son claramente previsible, como, por ejemplo, uno que fue
dejado de mencionar en el acuerdo entre Obama y Castro que implica el retorno
de los exiliados revolucionarios, como Assata
Shakur, a prisión en los Estados Unidos .
Con el paso de la generación histórica de
líderes revolucionarios en la próxima década, un nuevo panorama político surgirá
en el que la izquierda de oposición política puede resurgir y dar fuerza a una
izquierda crítica naciente en Cuba.
Algunos pueden argumentar que, el socialismo de
orientación democrática y revolucionaria no es probable este en la agenda
inmediata, y que no hay forma de ponerla en perspectiva. Pero esta visión
política que aboga por la autogestión democrática de la sociedad cubana que
puede dar forma a una resistencia de peso para la liberalización económica que
lleguen a la isla.
Un nuevo movimiento puede construir la
unidad en contra de la antigua y de la emergente opresión. Para ello debe invocar la solidaridad con los
más vulnerables, y hacer un llamado de clase, por la igualdad racial y de
género.
[1] Samuel Farber nació y se crió en Cuba. Él es el autor de Cuba
Desde la Revolución de 1959: Una evaluación crítica.
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