Por Jorge Contreras[1]
Polémica ante una representación teatral. El fin ulterior, promover una imagen de
rechazo a representantes de las Fuerzas Armadas. Ese sería el fin de la obra “La
Cautiva”. En un contexto similar, Platón formuló su conclusión en la que el teatro es el lugar
donde unos ignorantes son invitados a ver a unos hombres que sufren, donde la
escena teatral ofrece un “pathos[2]”,
cuyo uso típico sería intentar transmitir a la audiencia un sentimiento de
rechazo hacia el sujeto de un juicio para intentar con eso influir en su
sentencia. En este sentido se puede decir crear en la audiencia un sentimiento
de rechazo hacia el sujeto juzgado, al margen del hecho que se está juzgando,
en el sentido etimológico de la palabra. La conclusión es claramente política, la
obra apuntaría a provocar rechazo. A quien ¿a las Fuerzas Armadas?, ¿a personajes públicos militares de actualidad?.
La
Investigación….
Es por ello que la Dirección contra el terrorismo
(Dircote) de la Policía Nacional investiga
a los productores, directores y
actores de la obra “La Cautiva” por el presunto delito de apología al
terrorismo. Según revelara el programa de televisión “Panorama” un informe
sobre la obra da “una descripción de violación sistemática de derechos humanos
por las fuerzas del orden y da a conocer subrepticiamente los objetivos de la organización
sendero luminoso.”
Sustentos de
fondo….
Tal como describiera Jacques Ranciere en "el espectador
emancipado" [3],
en el teatro hay dos aspectos cruciales 1) el espectador concurre a "mirar", sin conocer
y 2) permanece ante una apariencia, ignorando el proceso de producción de esa
apariencia o la realidad que ella recubre[4].
De esta manera, los directores hacen empleo de la paradoja del "maestro
ignorante" o de la lógica del "pedagogo embrutecedor", en donde el espectador
(alumno) aprende del maestro algo que el maestro mismo no sabe o que
intencionadamente desea. Lo aprende como efecto de la maestría que lo obliga a buscar y verificar esta
búsqueda. Pero no aprende del saber del maestro[5].
Entonces el efecto resultante, es un punto esencial, en
el cual, los espectadores ven sienten y comprenden algo, en la medida en que
componen "su propio poema"[6]. Es una cosa de la cual nadie es propietario,
de la que ninguno posee el sentido, que se erige entre dos (emisor –
espectador), descartando toda trasmisión de lo idéntico, toda identidad de la
causa efecto.[7]
Finalmente, en su obra “La sociedad del espectáculo”, Guy
Debord[8]
presenta las palabras de Feuerbach:
“Y sin duda nuestro tiempo...
prefiere la imagen a la cosa,
la copia al original,
la representación a la realidad,
la apariencia al ser...
Lo que es sagrado para él no es sino la ilusión,
Pero aquello que es profano es la verdad.
Más aún, lo sagrado se engrandece a sus ojos a medida que
decrece la verdad y que la ilusión crece, tanto y tan
bien
que el colmo de la ilusión
es también para él el colmo de lo sagrado.”
[1] Jorge
A. Contreras Ríos, DNI 09582230, ICAC Nº 897, administrador, licenciado en
ciencias militares, abogado, magíster en ciencias militares y derecho penal,
estudios de doctorado en derecho penal.
[2] En
la Retórica de Aristóteles (libro 1, 1356a), el pathos es el uso de los
sentimientos humanos para afectar el juicio de un jurado. Un uso típico sería
intentar transmitir a la audiencia un sentimiento de rechazo hacia el sujeto de
un juicio para intentar con eso influir en su sentencia. En este sentido se
puede decir que crear en la audiencia un sentimiento de rechazo hacia el sujeto
juzgado, al margen del hecho que se está juzgando es, en el sentido etimológico
de la palabra.
[3] RANCIERE,
Jacques, (2010). “El espectador emancipado” Bordes manantial. La Fabrique
Edtion. (2008) Traducción Ariel Dilon. Buenos Aires. Argentina.
[4]
RANCIERE, Jacques, (2010). “El espectador emancipado” Bordes manantial. La
Fabrique Edtion. (2008) Traducción Ariel Dilon. Buenos Aires. Argentina. Pág
10.
[5]
RANCIERE, Jacques, (2010). “El espectador emancipado” Bordes manantial. La
Fabrique Edtion. (2008) Traducción Ariel Dilon. Buenos Aires. Argentina. Pág
20.
[6]
RANCIERE, Jacques, (2010). “El espectador emancipado” Bordes manantial. La
Fabrique Edtion. (2008) Traducción Ariel Dilon. Buenos Aires. Argentina. Pág
20.
[7]
RANCIERE, Jacques, (2010). “El espectador emancipado” Bordes manantial. La
Fabrique Edtion. (2008) Traducción Ariel Dilon. Buenos Aires. Argentina. Pág
21.
[8] DE
BORD, Guy (1967) “La sociedad del espectáculo”.
Editorial Buchet-Chastel, París.
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