Tomado
de Pacific
Standard, the Science society
Por Robert
Herritt
Traducción Jorge Contreras
Un profesor de Oxford está colaborando con Google, el
gigante tecnológico para explicar la naturaleza
moderna de la identidad y evitar los tribunales en el caso del derecho
al olvido.
Un día del pasado septiembre, Eric Schmidt, el presidente
ejecutivo de Google, se reunió con un grupo de expertos en Madrid para debatir
públicamente cómo Google debía responder al
reciente y desconcertante dictamen de la Corte de Justicia de la Unión
Europea. En mayo, este tribunal había
declarado que, de acuerdo al “derecho al olvido europeo", los individuos
dentro de la UE eran capaces de prohibir a Google y a otras empresas dedicadas a la búsqueda de
información, de enlazar sus informaciones personales, debido a que esto está
considerado "incorrecto, inadecuado, irrelevante o excesivo".
En la época de la venganza porno, de meteduras de pata en
las redes sociales y en las
infinitas variedades de vergüenza a las que uno puede
someter su nombre, cuando ocurre una búsqueda de Google, el fallo fue, un intento de mantener el espíritu de los
europeos ordinarios lejos de ser tiranizados indebidamente por esta Internet, que
nunca olvida a los famosos. En la
práctica, sin embargo, el fallo solo le ha pasado la pelota a Google: Según el
tribunal, ahora le corresponde a Google encontrar la manera a campo, de evaluar
y dar respuesta a todas las solicitudes procedentes de ciudadanos europeos que
deseen anular sus historias en línea, en concordancia con la ley.
El criterio del tribunal ha provocado mucha crítica, con una
multitud viéndolo como un asalto a la libertad de prensa, a la libertad de
expresión, y contra la Internet como la conocemos ahora. Jimmy Wales, uno de
los co-fundadores de Wikipedia, también a criticado el fallo, considerándolo un
primer paso hacia la "censura de la historia". Otros críticos advierten
que la decisión del tribunal delega demasiada responsabilidad al gigante tecnológico.
Jules Polonetsky, director ejecutivo de
un think tank[1] de
Washington llamado el Foro del Futuro
de la Privacidad, denunció al New
Yorker, que el criterio de la corte para Google era como exigirle a que "Google
se convierta en un tribunal de reyes filósofos".
Luego de la sentencia, sin embargo, las críticas han sido
de poca ayuda para Google. La empresa está obligada por ley a cumplir la
decisión de la corte, por lo que rápidamente reunió a un panel de expertos para
trazar una vía de solución, que comenzó con la reunión en Madrid. En esta
reunión, compartiendo escenario con Schmidt estuvieron una variada suerte de conocedores
de la industria tecnológica, juristas,
defensores de derechos humanos y líderes de medios de comunicación que uno puede
esperar fueran invocados por Google, entre ellos Wales de Wikipedia; el director
del editorial de Le Monde, Sylvie Kauffman; y el director legal de Google, David Drummond. Y
también había un asesor que pronto se destacó: un profesor de Oxford, formado
en metafísica, epistemología y lógica, llamado Luciano Floridi. Para construir
su tribunal de reyes filósofos, estaba claro que Google necesitaba de un
filósofo.
En buena forma y contextura, unos 50 años, y amante de
los trajes grises hechos sutilmente a la medida, Floridi no es el tipo de persona que
uno espera encontrar y codearse con la élite del Silicon Valley[2],
y mucho menos proporcionándoles orientación política. Sin embargo, para lidiar
con la sentencia del Tribunal de Justicia, lo que Google requería era una nueva
forma de pensar para enfrentar los desafíos, algo en lo que Floridi era único y
estaba más que calificado para ofrecer.
Primero, hagamos un poco de historia. En el 2010, Mario Costeja
González, un abogado español acudió a la
Agencia Nacional de Protección de Datos de España al tener publicada la
información de la subasta embarazosa de su casa embargada, pidiendo que esta
sea borrada del sitio web de un periódico
y que los resultados sean desenlazados de los motores de búsqueda de Google.
Debido a que la situación financiera se
había aclarado años antes, González argumentó, que la continua aparición
dela información enlazada a las
búsquedas de su nombre, equivalía a una violación de su privacidad.
Las autoridades españolas decidieron que el enlace de los
motores de búsqueda a la información, debía anularse. En mayo del 2014, el Tribunal
Europeo de Justicia confirmó la denuncia española contra Google. Desde
entonces, Google ha recibido más de 140.000 solicitudes de anulación de
vínculos a informaciones. El resolver estas peticiones de una manera que
respete tanto a la corte, como a los compromisos de la empresa, requiere que Google
haga frente a una serie de preguntas espinosas. Por ejemplo, ¿Cuando el derecho
público a la información prevalece sobre el derecho personal a la privacidad?
¿Deben los medios de comunicación ser consultados en las decisiones sobre desenlace a informaciones? ¿Cuándo es que en interés
público se debe denegar las peticiones del derecho al olvido?
Aquí, en este punto es donde el apuesto filósofo italiano
interviene. Floridi es profesor de filosofía y ética de la información, y
director de investigación en el Instituto de
Internet de Oxford. Durante más de una década, se ha distanciado del tipo
de filosofía angloamericana convencional que le ocupó gran parte durante los
inicios de su carrera. Impulsado por la idea, como él mismo declara, que "la
filosofía debe hablar según la perfección del tiempo que se vive", ha
propuesto el desarrollo de un nuevo enfoque a esta disciplina que él llama la
filosofía de la información (FI). Floridi ha descrito FI, como se le conoce,
como su intento de proporcionar "una forma satisfactoria de hacer frente a
los nuevos desafíos éticos que plantean las tecnologías de información y
comunicación." Que coincidentemente, es lo que justifica la presencia de
Google en el mercado.
Aunque es difícil de resumir, el programa de Floridi se
reduce a esto: Para cualquier persona que quiera hacer frente a los problemas
planteados por las tecnologías digitales, la mejor manera de entender el mundo
es mirar todo lo que existe, un país, una sociedad, un muro publicitario, como
constituido fundamentalmente por información. Al ver la realidad en estos
términos, Floridi cree, que uno puede ver la luz de manera simultánea en los
viejos debates y proveer respuestas útiles a los problemas contemporáneos.
Consideremos su opinión sobre lo que significa “ser una
persona”. Para Floridi, usted es su propia información, lo que incluye todos
sus datos, desde los datos sobre las relaciones entre las partículas en su
cuerpo, de su historia de vida, de sus recuerdos, de sus creencias, y de su
código genético. Por sí misma, esta es una manera novedosa de dar respuesta a
la eterna pregunta de la identidad personal, pregunta que ha preocupado a los
filósofos desde los tiempos de Platón: ¿Qué es lo que define a uno mismo como
una entidad coherente a través del tiempo y el espacio? Así, de esta
manera, la visión de Floridi, también
puede ayudarnos a pensar precisamente en las preguntas que hoy nos preocupan a
en un nivel muy práctico.
Ahora que la obtención y manipulación de la información
personal se ha extendido a casi todos los aspectos de la vida, por ejemplo, una
de las preguntas más comunes es: "¿Quién es dueño de tus datos?"
Según Floridi, es una forma de pregunta errónea. La información personal de uno,
según él, es aquella que es parte de uno mismo, como por ejemplo, la
información del brazo izquierdo. Entonces "Cualquier cosa hecha a la información de
uno," que se haya escrito, "se le hace a uno o a una parte de uno, y no
a las pertenencias de uno." Así el robo de identidad y las invasiones a la
privacidad se asemejan más al secuestro que al allanamiento de morada. La Privacidad
de la información es "un derecho fundamental e inalienable",
argumenta, uno que no puede ser anulado por preocupaciones por ejemplo, sobre
la seguridad nacional, o la seguridad pública. "Cualquier sociedad (aunque
sea utópico) en la que no sea posible la privacidad de la información", explica,
"será aquella en la que no habrá una identidad personal que mantener."
Tan poco convencional como su filosofía pueda ser,
Floridi cree que simplemente hace explícito el punto de vista que muchos de
nosotros ya hemos adoptado, nos demos cuenta o no. Es de rutina, después de
todo, para nosotros entender nuestra salud en términos de datos biométricos;
para construir nuestras identidades a través de redes sociales; o para llevar a
cabo significativas relaciones completamente en línea. Asegura que "Nosotros formateamos nuestras vidas,
nuestro mundo, nuestra realidad, desde el punto de vista informativo,".
Hasta la fecha, hemos hecho esto de manera informal, pero ha llegado el momento
de pensar más críticamente sobre los conceptos y marcos que utilizamos para
comprender el mundo en esta nueva era tecnológica, en la cual, según él, la
comprensión de uno mismo ha provocado un cambio tan dramático como los
precipitados por Copérnico, Darwin y Freud. Así como la teoría de la evolución
por selección natural reveló que no somos especiales y que comparados con el
resto del reino animal, el desarrollo de tecnologías avanzadas de información y
comunicación nos revela que si lo somos,
él asegura que somos "organismos informativos interconectados ... compartiendo
con agentes biológicos y con artefactos de ingeniería un entorno global constituido
por información "Frigoríficos, moscas de la fruta, sitios web, seres
humanos: todos existimos juntos en lo que Floridi llama la “infoesfera”, un
ecosistema, en el que una empresa como Google, tiene el significativo poder de dar forma.
Parte del desafío que hace frente Google en el caso del
derecho al olvido es más averiguar cómo traducir valores amplios y difíciles de
definir en políticas concretas. La filosofía de la información puede ayudar con
esto, sostiene Floridi, porque abren un espacio en el que el debate puede
llegar a ser algo más que "un juego de suma cero[3]:
entre un Equipo que juega por la privacidad vs. Un Equipo que juega por la Libertad
de Expresión".
"Hay algunos datos de nosotros mismos que son tan
personales", explica, "que no sólo nadie lo debería tener, sino
queuno mismo no debería ser permitido de
compartirlo. ... Y al mismo tiempo, hay un montón de datos sobre mí, que no son
parte de mi constitución como" ¿Dónde estuviste ayer a la hora del
almuerzo? Esos datos no los constituyen
a uno.
Presionado Floridi para especificar qué información
personal podrían ser acreditadas a protección en casos del derecho al olvido, menciono
una muy útil analogía. "Puedo vender mi cabello", afirmó, "pero
no puedo vender mi hígado." Los riñones se pueden donar, pero no pueden
ser legalmente comprados ni vendidas: Cuando se trata de nuestros cuerpos,
hemos llegado a normas ampliamente aceptadas como la mencionada. Floridi
continua explicando, Google debe estar haciendo preguntas que hagan
distinciones similares. " Es constitutiva de esta persona, la información
que le gustaría ver desenlazada, o quizás eliminada", "¿O es algo
completamente irrelevante?"
Esta es la perspectiva que presenta Floridi al consejo
asesor de Google. En las reuniones públicas del consejo, el último de los
cuales tuvo lugar en Bruselas el 4 de noviembre de 2014, Floridi represento el
papel del investigador puro y duro, presionando sus compañeros interlocutores a
profundizar, aclarar, o desviarse de sus
comentarios, en un intento de avanzar en la discusión más allá de lo que observa
como improductivas posiciones atrincheradas.
Mucho del trabajo de Floridi está motivado por la idea de
que con la elección de las normas que rijan el flujo y control de la
información, estamos construyendo un nuevo entorno en el que vivirán las
generaciones futuras. Ha escrito, que no será suficiente el adoptar "
pequeños y graduales cambios en los viejos marcos conceptuales." La
situación exige totalmente nuevas formas de pensar acerca de la tecnología, la
privacidad, la ley, la ética, y, de hecho, sobre la naturaleza de la persona
misma.
Eso es mucho peso para el caso del derecho al olvido. Floridi admite, que muchos
observadores del caso, no reconocen inicialmente qué tan alto están las apuestas
o que tanta oposición encontraran. "Quiero decir, ¿por esta o aquella
insignificancia un caballero español quiere
eliminar los vínculos?", Si afirma. "Es una insignificancia."
Floridi cree que el caso podría provocar "un gran incendio", que mostrará
la brecha existente entre una postura y
otra, lo que va a desdibujar y profundamente redefinir la forma en que vivimos.
En ese contexto, Floridi está haciendo preguntas que no
sólo Google pero todos nosotros debemos tener en cuenta. "¿Quién puede
ejercer qué tipo de poder sobre qué tipo de información?", Y Pregunta.
"Esta es la inmensidad en términos de la sociedad de la información, del
mundo, y de cómo queremos darle forma para vivir en el."
[1]
Think tank: cuerpo de consejeros
[2] Silicon
Valley (también conocida como Valle del Silicio) es el nombre que recibe la
zona sur del área de la Bahía de San Francisco, en el norte de California,
Estados Unidos. Aloja muchas de las mayores corporaciones de tecnología del
mundo y miles de pequeñas empresas en formación. Originalmente la denominación
se relacionaba con el gran número de innovadores y fabricantes de chips de
silicio fabricados allí, pero definitivamente acabó haciendo referencia a todos
los negocios de alta tecnología establecidos en la zona; en la actualidad es
utilizado como un metónimo para el sector de alta tecnología de los Estados
Unidos (a la manera de Hollywood para el cine americano).
[3] Un
juego de suma cero: en la teoría de juego y teoría económica, el juego de suma
cero es aquella representación matemática en cuya situación en la que la suma
de las ganancias de todos los participantes esta balanceada con las pérdidas de
los otros participantes. Si el total de las ganancias se suma y se resta del
total de las perdidas el resultado será cero. El corte de un pastel, donde el
tomar un pedazo de pastel para uno, reduce la cantidad que queda para el resto,
es una representación del juego suma cero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario