Por Jorge Contreras[1]
Cada gobierno vive su propio laberinto. Las teorías
conspirativas tienen su nacimiento histórico hace siglos. Giran alrededor de
amenazas desconocidas, que alteran la normalidad, con datos reales y casi
siempre insuficientes. Son algo, que no le gusta a la sociedad, el que les
avisen de un peligro, del que desconocen su naturaleza, para lo que no estamos
preparados ni biológica ni psicológicamente. Siempre muestran un villano.
Buscan acentuar una sensación de desamparo. Denotar...
una falta de control de lo
que ocurre alrededor. Siempre, casi siempre, tienen un principal beneficiario
político. En todos los casos, las sentencias judiciales de estos procesos,
contribuyen a destacar la contundencia
de las teorías conspirativas, denunciaran las fallas, y consecuentemente descubrirán
la tapadera de un fracaso en políticas mal llevadas.
En Argentina...
Natalio Alberto Nisman el fiscal que investigaba la causa
del atentado explosivo de 1994 contra la asociación judía AMIA, murió el día antes de su declaración
y no se sabe por qué y hasta ahora ¿cómo? Concentró su investigación por 10
años. Ocurrido su deceso. Un día antes de la denuncia de cargos contra el
gobierno, ahora revela negociaciones del gobierno para adoptar determinadas políticas
a cambio de beneficios económicos y decanta el cierre de los servicios de
inteligencia.
En el Perú...
Una racha de denuncias por escándalos de corrupción y
conflictos sociales han provocado un cambio de gabinete. A ello se agrega la denuncia
de un caso de espionaje que data del año 2005 y cuyo proceso se inició en julio
del 2014, recién se dan a conocer en el 2015, luego de una variedad de cambios,
recambios y cierre de los servicios de inteligencia. Si bien el proceso
judicial establecerá la contundencia de la teoría, desde ya, a la luz de las
variables de la teoría de autoría mediata, de los cargos de confianza, y de los
objetivos del estado, podemos ir adelantando conclusiones.
En Venezuela…
El irreversible deterioro económico es publicidad
gratuita para la oposición, y cada día que pasa, aparece una nueva hipótesis de
golpe. Acaba de concluir la detención de Antonio Ledesma (59), el alcalde de
Caracas. Las autoridades del gobierno
Venezolano indican que 11 militares, un empresario, el diputado opositor Julio
Borges y el alcalde Ledezma están implicados en una conspiración. El Ministerio
Público anunció que imputará al alcalde Ledezma por hechos conspirativos para
organizar y ejecutar actos violentos contra el gobierno de Nicolás Maduro.
En Chile…
Ante acusaciones de corrupción, Sebastián Dávalos, hijo
mayor de la presidente de Chile, Michelle Bachelet, anunció su renuncia al
cargo de director sociocultural de la Presidencia, tras un polémico negocio
inmobiliario llevado a cabo por su esposa Natalia Compagnon, negocio por el que
debió disculparse públicamente. "He decidido dar un paso al costado y
renunciar a mi cargo de director sociocultural de la Presidencia",
declaró. "Deseo poner énfasis en que no he cometido ilícito alguno, ni
delito de funcionario, como algunos medios han sugerido", así aseguró, al
referirse a la operación inmobiliaria que le reportó a la empresa de su esposa
beneficios por valor de 2.500 millones de pesos (unos cuatro millones de
dólares).
Parafraseando las palabras de estos casos y los
siguientes pensamientos, quizás podríamos tener una buena respuesta para
algunas teorías conspirativas:
De David John Moore Cornwell, novelista
británico especializado en relatos de suspenso y espionaje ambientados en la
época de la Guerra Fría, más conocido por su seudónimo John le Carré;
"Hasta que no tengamos una mejor
relación entre el comportamiento privado y la verdad pública, como se ha
demostrado con el caso Watergate, nosotros (los escritores) al igual que el
público tenemos absolutamente derecho a continuar sospechando, incluso
despectivamente, del secreto y la desinformación que son un resumen de nuestras
noticias".
En el caso de Venezuela, cabe resaltar el mensaje de la
portavoz del departamento de Estado estadounidense Jen Psaki al representante del gobierno de
Venezuela:
"Deje de intentar distraer
la atención de los problemas económicos y políticos del país" y concéntrese en "soluciones reales".
[1] Jorge
A. Contreras Ríos, DNI 09582230, ICAC Nº 897, administrador, licenciado en
ciencias militares, abogado, magíster en ciencias militares, magíster en
derecho penal, especializado en conflictos, con estudios de doctorado en
derecho penal.
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