Por Anna
Petherick
Enlinea
desde el: 11 de febrero 2015
DOI:
http://dx.doi.org/10.1016/S0140-6736(15)60075-7
Desde Diciembre del 2013, el Ébola ha
infectado a 22,500 personas, de la cuales han fallecido alrededor de 9,000. 800
trabajadores de salud han resultado infectados, de los cuales 500 han fallecido.
La epidemia se ha reducido en el 2015. Al
1ero de Febrero, solo se han registrado 124 nuevos casos (39 en Guinea, 5 en
Liberia y 80 en Sierra Leona)[1].
África ha recibido imprevisibles desafíos y los
tres países más afectados, pusieron en marcha diferentes estrategias de
respuesta. En esta nota Anna Petherick resalta algunas de las lecciones
aprendidas hasta este momento.
La historia del inicio del brote de Ébola en África
occidental nos demanda reconocer la
ausencia de capacidad de vigilancia de enfermedades infecciosas en esta región,
considerada una de las más pobres del mundo. Se cumple el año de aniversario,
del primer caso registrado en diciembre de 2014, que sin embargo, fuera
confirmado como virus por laboratorio el 23 de marzo de 2014. En el período
intermedio de este último año, inicialmente se pensó que los virus sospechosos
de ser el origen eran probablemente el cólera y la fiebre de Lassa. Cuando el
diagnóstico finalmente llegó, no vino de un laboratorio en la región, sino del
Instituto Pasteur ubicado en Lyon, Francia. Y para cuando esto sucedió, ya
había sucumbido gente ante el virus, no sólo en Guinea, sino también en otros
dos países, Sierra Leona y Liberia, en una extensión que en ese momento, no fue
detectada, investigada o notificada a la Oficina Mundial de la Salud (OMS).
Estos tres países, cada uno, han sido testigos de muertes, en el orden de los
miles.
Demasiado tarde
Poco después de conocerse el virus, se perdieron
oportunidades de contenerlo, en gran parte debido a la desconfianza “entre las
comunidades locales y los funcionarios y profesionales de medicina”, quienes
trataban de cortar la epidemia de raíz. Durante un tiempo, los médicos y
administradores conocían la identidad y por lo tanto la gravedad del enemigo
viral y el brote se limitaba a un razonablemente pequeño sector del comercio
ocupado por las fronteras de los tres países afectados. La organización Médicos
Sin Fronteras (MSF) contrató antropólogos para tratar de hacer llegar el
mensaje al distrito reconocido como el epicentro, la prefectura de Guéckédou,
sin embargo la población local escondía los nuevos casos y aquellos contactados
no querían que se les investigara, ni se les rastreara. A principios de abril,
una multitud atacó una instalación de tratamiento de MSF, en la creencia de que
su personal, era el responsable de infectar con la enfermedad a la comunidad de
Macenta, una ciudad al lado de la prefectura de Guéckédou. A mediados de junio,
un rumor se difundió entre los
pobladores locales, en el que se acusaba a los equipos de control de
infecciones que pulverizaban con cloro y que usaban protección de la cabeza a
los pies, de rociar el virus causante de la enfermedad. Así, los disturbios
continuaron. Con el tiempo, un ejército de 3.000 jóvenes fuertemente armados
montados en un pueblo minero llamado Forecariah, forzó a los epidemiólogos de la OMS a huir si querían
salvar sus vidas.
Cuando llegó el momento de pedir ayuda mundial, ante el número
de casos, que se disparaba a niveles alarmantes, y solicitar el importante
apoyo, el mensaje fue confuso para aquellos con posibilidad de intervenir.
Sorprendentemente para algunos expertos, no fue declarado el nivel 3 de
emergencia, la clasificación más grave de problema humanitario para la organización
de Naciones Unidas (ONU), y como resultado, no hubo la reacción habitual de los
mecanismos internacionales de respuesta a desastres. Por ello, ha habido
fuertes críticas de la OMS por su aparente reticencia a reconocer la magnitud
de la crisis en un momento crucial, en contraste con los elogios a la organización
MSF, que fue la que se acercó a los medios de comunicación y presionó a los
gobiernos extranjeros mientras trabajaba a nivel local duramente contra la
enfermedad. Con el activismo de MSF se
estimuló la buena voluntad entre el personal médico foráneo, esta buena
voluntad de ayuda, sirvió para contrarrestar el cuello de botella creado por la
ausencia de recursos para la evacuación médica; sólo una empresa en el mundo,
de nacionalidad estadounidense, llamada Phoenix, está equipada y opera
ambulancias aéreas para transportar a
pacientes de Ébola.
Para la próxima
vez
Grandes alabanzas para aquellos que han respondido al
brote de Ébola en el oeste de África. Al mismo tiempo, el análisis
retrospectivo, que recién empieza, está revelando varias deslumbrantes
lecciones para una eventual próxima vez. Con seguridad, no hubo manera de
predecir la especie Zaire, la forma más letal del virus Ébola, que apareciera
tan alejada de su área de influencia habitual y nunca antes se había
presenciado su dinámica de desarrollo en entornos urbanos, sin embargo esto es
lo que ocurrió. Algunas de las lecciones por aprender son específicas para
África occidental, algunas son específicos para tratar el Ébola, y algunas
tienen relevancia mundial.
El Ébola no es una enfermedad difícil de contener,
siempre y cuando los métodos de contención de probada eficacia se promuevan
rápida y completamente. El África occidental posee varias características
regionales que exacerban el desafío. La relación médico - pacientes es de dos
por cada 100 000. La guerra civil y los disturbios en los estados,
principalmente en la década de los 90s, dejaron daños en la infraestructura
hospitalaria, en las carreteras y en toda una generación de adultos jóvenes que
perdieron sus posibilidades de escolarización y confianza en los líderes
políticos.
Sobre todo, es necesario considerar que las poblaciones
de África occidental son desenfrenadamente móviles. Es común tener familiares
que regularmente visitan los países vecinos, y la gente cruza sin obstáculos
las vastas fronteras nacionales. Armand Sprecher,
un especialista en salud pública de MSF, que ha trabajado en los tres países
afectados durante este brote explica: "Para nosotros, el "Ébola se
detuvo en el pasado, y no se podía configurar el funcionamiento de la maquinaria
de salud en un área". "Si uno tiene un sistema de localización de
contactados, ¿qué hacer cuando este contactado una mañana, se levanta y sin
decirle nada, se mueve a 60 km? Si de pronto, el Ébola se mueve de una posición
A, a una posición B, uno, necesita duplicar todo esfuerzo". Esto explica
en gran parte, por qué los sistemas de control perdieron su capacidad
rápidamente.
En Guinea, después de una aparición inicial tierra
adentro del virus, surgió el primer ejemplo de Ébola urbano. En las zonas
rurales, el Ébola se mueve hacia el exterior en pequeños pasos. Un entorno
urbano significa imprevisibilidad, debido a que la gente en busca de ayuda se
dirige hacia la ciudad desde el interior del país, se hace necesario
comprender, que el virus puede surgir en cualquier centro médico en cualquier
momento. El primer brote en Conakry, capital de Guinea, pareció haber sido
sofocado con éxito a finales de abril, en esta circunstancia el gobierno había
concluido la cuenta atrás del período de incubación reconocido de 21 días con
la esperanza de que no habría nuevos casos. Sin embargo, por dos razones, las
estadísticas oficiales no fueron correctas. Tumbas frescas se multiplicaban en
zonas donde las población local se negaba a las investigaciones de parte del
personal médico foráneo. Nuevas camas de tratamiento se llenaban inmediatamente
con pacientes no identificados
previamente, lo que significaba que había muchas más personas enfermas, que
estaban ocultas en casa. Posteriormente en el brote de Guinea, cuando el número
de casos parecía disminuir nuevamente, aparecieron pacientes desesperados desde
otros países, atraídos por las historias de éxito en Guinea, y al acudir desde
países vecinos, sin querer encendieron nuevamente la transmisión local.
Diferentes
enfoques
Guinea ha tratado de responder al Ébola de manera
diferente a los otros dos países más afectados, en gran parte debido a sus
antecedentes históricos de conflictos. Sierra Leona y Liberia están más acostumbradas
a tratar con la ONU y al trabajo con socios extranjeros. El fuerte sentido de
soberanía en Guinea no ha facilitado sus relaciones. A finales del 2014, sólo
la mitad de los centros de tratamiento planificados estaban operando y la tasa
semanal de nuevos casos en Guinea fue mayor que nunca. Francia le ha estado
prestando asistencia cada vez más en los últimos 2 meses.
Por el contrario, Sierra Leona y Liberia, decidieron
ambos aceptar que los gobiernos extranjeros tomaran papeles principales
de-facto en la respuesta a los brotes. El Reino Unido tomó las riendas en
Sierra Leona, en colaboración con las autoridades locales, mientras que los
EE.UU. lo hicieron en Liberia. Más allá de eso, ha habido diferencias de estilo
entre la forma en que los dos países han tratado de contrarrestar la
propagación de la enfermedad. Vicente Koch, quien lidera la respuesta del Ébola
de Oxfam, describe que en Liberia, el enfoque fue más dificultoso de arriba
hacia abajo,sin embargo, facilitado por
su gobierno más centralizado y la franqueza de su presidente, frente a un trato
más suave en el desarrollo de Sierra Leona.
Agrega Koch, lo que quiere decir, por ejemplo, que
mientras en Liberia se podía buscar activamente casos, mediante el envío de
equipos especiales de Ébola en barrios, cada dos días, tocando puertas para
preguntar por personas recién infectadas, en Sierra Leona se buscaba motivar a la comunidad a presentarse al
centro médico cuando alguien se sintiera enfermó. "En Liberia, se actuó
casi de manera más intrusiva ", y "probablemente en retrospectiva,
fue bastante bien adaptada a ciertos entornos urbanos". Las cifras
respaldan esto: personas que estaban positivas para Ébola tenían más
probabilidades de sobrevivir si se identificaban a través de una búsqueda
activa de casos, que si se esperaba que ellos mismos tomaran la decisión de
acudir a un centro de tratamiento.
La respuesta
internacional
Tal vez el período más instructivo de un examen
retrospectivo, es cuando el Ébola llegó a Monrovia. Los de MSF ya no disponíamos
de expertos. "No sabíamos cómo estirarnos para cubrir esta zona",
declara Sprecher. "Ya habíamos estado en Guinea durante 3 o 4 meses y
teníamos operaciones en Sierra Leona. Así que tratamos de manejar Liberia
mediante el fortalecimiento del Ministerio de Salud. Sin embargo, cuando
llegamos a Monrovia a principios de julio, solo estábamos tres de nosotros. Lo
que como se comprenderá, no era mucho".
La principal lección no es acerca de la necesidad de
nuevos métodos de respuesta, sino de recursos humanos y coordinación. El
levantamiento de nuevos centros de tratamiento, cuando ocurría, era una tarea
sencilla al lado de la capacitación y supervisión al personal correspondiente.
En estos casos, declara un asesor gubernamental de alto rango, la ayuda
internacional debería haberse movilizado antes, sin embargo, por una razón u
otra, y a pesar de su competencia, la OMS "no jugó un papel decisivo en el
desencadenamiento de esta comprensión". Koch de Oxfam, asiente en el mismo
sentido: "En nuestra opinión, ellos dejaron caer la pelota
totalmente".
[1] Ebola in west Africa: getting
to zero. Published Online: 11 February 2015. © 2015 Elsevier Ltd. All rights
reserved. DOI: http://dx.doi.org/10.1016/S0140-6736(14)62478-8
Accessed (13 February 2015) Ref: http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(14)62478-8/fulltext
No hay comentarios:
Publicar un comentario