Las luces iluminan las nuevas prácticas que están
desarrollando estudiantes y jóvenes egresados de algunas Facultades de Derecho
de la República. Solo por citar algunas, competencias de litigación impulsadas
por la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Universidad de Lima o la
Universidad Santo Toribio de Mogrovejo de Chiclayo son excelentes espacios de
entrenamiento en las nuevas habilidades requeridas para la litigación ante
Cortes o Tribunales arbitrales. Dichas competencias no son solo nacionales,
sino que equipos universitarios del Perú participan más y más en eventos
internacionales vinculados a la litigación penal, litigación en defensa de
derechos humanos o arbitraje. ¿Y cuáles son los semilleros? Cursos sobre Destrezas
Legales que se vienen poniendo de moda en los planes curriculares de algunas
universidades del país. ¿La metodología?: aprender haciendo, practicando,
practicando y practicando las nuevas destrezas.
Las sombras se ciernen sobre la práctica actual de la
judicatura en algunas Cortes de la República. La dificultad radica en que muchos
jueces no saben dirigir con efectividad audiencias orales, porque no han sido
entrenados para ello, y porque esa efectividad tiene íntima relación con
habilidades mentales y lingüísticas que no forman parte de su experiencia
profesional. Incluso si pusiéramos a entrenar intensivamente a los jueces en el
desarrollo de las mismas, serían pocos, los más flexibles y receptivos al
cambio, quienes sacarían algún provecho. Está demostrado que, si bien es
trabajoso aprender nuevas destrezas, lo es mucho más desaprender las que ya
habíamos adquirido. Muy pocos de los participantes en sendos talleres de
capacitación en nuevas destrezas de litigio oral que he dirigido, están
dispuestos a pagar un precio tan alto.
PROFESIONALES DEL DERECHO
Los abogados que practicamos en materia laboral o penal
tampoco salimos bien parados en esta evaluación. Hay más sombras en el
horizonte. La mayoría de ellas y ellos fueron formados para organizarse y navegar
en juicios de papel, escribiendo para que asistentes judiciales lean e
interpreten sus escritos, y carecen de toda habilidad práctica para persuadir
razonadamente a un juez en audiencia. Lo que sí sabemos hacer es alegar, porque
tenemos experiencia en los llamados “informes orales” a propósito de la afamada
“vista de la causa” en que el juez escucha a las partes previamente a una
decisión final.
Pero esta que es una fortaleza en el litigio escrito se
torna en debilidad en el litigio oral. En las audiencias orales, tan importante
como alegar (en la apertura y el cierre del juicio), es también saber preguntar
y desenvolver la riqueza probatoria que pueden aportar testigos y peritos. Eso
no lo sabemos hacer, porque, siguiendo nuestra acendrada tradición, los
abogados terminamos introduciendo soterradamente minialegatos en cada pregunta,
lo que invalida la técnica y entorpece la fluidez de las audiencias.
¿Y es que no hay salida para las abogadas que aprendieron a
litigar leyendo el Código Procesal y haciendo escritos de papel? Sí la hay,
pero es costosa: desaprender las tácticas, normalmente confusas y dilatorias,
del litigio de papel, y ponerse a practicar las nuevas habilidades, que tienen
relación con un pulido planeamiento estratégico, alrededor de la teoría del
caso, una buena investigación de los hechos que nos lleve al máximo potencial
probatorio del mismo, un cuidado ejercicio respecto a los puntos fuertes de
nuestros alegatos (sin descuidar las réplicas y dúplicas que haremos respecto a
la teoría del caso oponente), y en particular un entrenamiento intensivo sobre
cómo administrar los interrogatorios a testigos y peritos. Este es un arte que
requiere, en esencia, de cientos de horas de práctica profesional bien guiada.
¿Mis deseos para el 2012? Que abogados, fiscales y jueces
peruanos tengan la buena disposición, la inteligencia y el valor personal para
abandonar las viejas prácticas del juicio de papel y decidan “ponerse en forma”
con las nuevas destrezas exigidas por la litigación oral. Si lo hacemos, todos
saldremos ganando. De nosotros depende soplar fuerte y así alejar las sombras
¡para generar más luz!
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