Imagen: El museo Kunsthal de la ciudad de Rotterdam perdió
costosas pinturas el mes pasado.
Por James Malk
A pesar de la crisis financiera
global
y todas las discusiones sobre el
tema de la austeridad,
los amantes del arte han comprado
obras contemporáneas
y de viejos maestros en subastas
con precios récord durante todo el año.
Pero,
¿los compradores consideran que su compra es una inversión rentable o sólo un
símbolo de estatus?
La idea
de que el arte es un activo no es nueva.
Uno de
los primeros fondos de arte surgió en París en 1910, cuando un grupo de
personas invirtió la cantidad -relativamente pequeña- de 750 francos cada uno
para comprar obras de Picasso y Matisse, que vendieron 10 años más tarde por
100.000 francos, obteniendo una considerable ganancia.
Un
ejemplo más reciente sería el del guitarrista Eric Clapton, quien vendió una
pintura de Gerhard Richter por US$30 millones: diez veces el precio que pagó
por ella.
Thomas
Galbraith es director de estrategia global del sitio web Artnet, que
rastrea las ventas en las subastas de todo el mundo.
"Al
observar un catálogo de subastas de 1980 o 1985", explica, "es
posible encontrar una gran cantidad de artistas poco conocidos porque, a pesar
de que entonces vendían, el mercado para ellos no se mantuvo".
En 2011
se vendieron $60.000 millones en arte, una mitad en subastas y la otra por
medio de ventas privadas.
¿Es
posible entonces que el trabajo de los artistas más conceptuales como Damien
Hirst mantenga la misma longevidad de los maestros del Renacimiento?
"Nueve de cada
diez veces, los robos de este tipo
son llevados a cabo
por personas u organizaciones criminales
que aunque tienen
la capacidad para cometer el delito,
luego no pueden vender las
pinturas"
Robert
Wittman, fundador del equipo de robo de arte del FBI
"Cuando
uno mira a los artistas a través del tiempo, es posible observar que trabajan a
la vanguardia de la tecnología", explica Galbraith.
El
experto llama la atención acerca de que los impresionistas utilizaron pigmentos
en aceite, un nuevo medio en ese momento. "El medio es efímero. El artista
sólo debe elegir cuál utilizará para trabajar".
La obra
de artistas como Kac, quien a través de su arte transgénico y biológico produce
un conejo fluorescente, por ejemplo, es una de las cosas más difíciles de vender.
"No
existe un solo mercado del arte", asegura, "cuando hablamos de este
tipo de cosas nos referimos al mercado del arte en su conjunto, pero funciona
igual que los distintos mercados financieros".
Fallas en la venta
Ya es un lugar común que una obra
de arte se venda por decenas de millones de dólares y que ello convierte al
mercado en un blanco para los ladrones.
Con frecuencia el robo de arte es
presentado como uno de los crímenes más glamorosos, especialmente en el cine,
en donde las tramas se centran en complejas medidas de seguridad y escapadas en
auto a toda velocidad.
Sin embargo, hay un defecto que
ninguna de las películas parece reconocer: a pesar de los enormes riesgos que
corren los criminales y el valor del arte robado, nunca se gana mucho dinero.
Imagen: Eric
Clapton obtuvo una enorme ganancia del cuadro Abstraktes Bild, de Gerhard
Richter.
"Nueve de cada diez veces,
los robos de este tipo son llevados a cabo por personas u organizaciones
criminales que aunque tienen la capacidad para cometer el delito, pero que
luego no pueden vender las pinturas", dice Robert Wittman, fundador del
equipo de robo de arte del FBI y autor del libro "¿Cómo me infiltré para
rescatar tesoros robados del mundo".
Según su experiencia, las personas
a menudo hacen un buen trabajo para encontrar la manera de cometer el crimen,
pero nunca hacen un buen trabajo cuando les toca hacer dinero de ello.
Lienzos sin valor
Wittman recuerda que en el año
2000, tres personas se robaron dos Renoir y un autorretrato de Rembrandt del
Museo Nacional de Estocolmo, por un valor de $42 millones. Se organizaron para
que explotaran coches bomba que evitaran el acceso de la policía y luego
escaparon en un barco de alta velocidad.
Tiempo después, las pinturas
fueron recuperadas en Suecia, Dinamarca y Estados Unidos, lo que significa que
al final no fueron capaces de rentabilizar ninguna de las obras robadas.
Imagen: La
mayoría de las pinturas robadas logran regresar a los museos porque no pueden
venderse.
Debido a que son incapaces de vender
las pinturas, Wittman dice que los ladrones a menudo tratan de mantener los
trabajos hasta obtener los rescates y las recompensas que se ofrecen para su
recuperación.
"En los 25 años que he
investigado estos robos, nunca he oído de nadie que realmente monetice estas
obras tan valiosas", asegura.
"Lo que los ladrones no
entienden es que el valor de las obras de arte proviene de la autenticidad, la
procedencia y el título legal", explica.
"Si usted no tiene alguna de
esas tres cosas, la obra es sólo un pedazo de tela con un poco de
pintura".
Para recuperar las pinturas
robadas, Wittman a menudo ha fingido ser un comerciante de arte. Las
negociaciones, para acceder al objeto robado y poder llevar a cabo alguna
acción, podrían tomar de dos semanas a dos años, dice.
"Después del robo de cuatro
cuadros a punta de pistola en el Museo de Bellas Artes de Niza, en la Riviera
francesa, tuvimos reuniones en Miami, Barcelona, Madrid y Marsella".
"Al final trajeron las
pinturas para vendérnoslas", dice.
Con un toque de ironía, concluye:
"No es un buen crimen. Te convierte en un hombre de negocios
terrible".
No hay comentarios:
Publicar un comentario