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domingo, 16 de junio de 2013

El atractivo de una obra de arte bien falsificada


Imagen: Una firma que no convence, un origen dudoso... falso. 
Estas palabras son las que más temen las casas de remate.


Y son precisamente las que se escucharon recientemente en referencia a un dibujo de Andy Warhol, adquirido por un turista británico en Las Vegas.

Las discusiones sobre la autenticidad del boceto -que Warhol supuestamente pintó cuando tenía diez años- todavía siguen en curso, pero su hermano asegura que se trata de una copia.

Apenas se ciernen dudas sobre la procedencia de un Van Gogh o un Munch -que en las subastas pueden venderse por millones de dólares-, su valor disminuye rápidamente.

Pero si la calidad del cuadro, la perfección de sus trazos, la belleza de sus colores logran engañar a un subastador de amplia experiencia, ¿no deberíamos considerar -más allá de su autenticidad- que nos encontramos frente a una pintura valiosa?


Imagen: El hermano de Warhol asegura que este dibujo no fue hecho por Andy.

¿Una copia?
Puedo hacer algo mejor que eso.
Denme los materiales que les pintaré otro Vermeer ante sus ojos"
Frase atribuida a Han van Meegeren

El gran impostor

Uno de los mejores falsificadores del mundo es Han van Meegeren. Este holandés estuvo a punto de ser reconocido como artista por derecho propio después de haberse hecho famoso por engañar a los nazis amantes del arte, con sus copias de los grandes maestros holandeses del siglo XVII.

Mientras que sus propias pinturas no despertaban el interés de los críticos, sus falsificaciones -además de procurarle grandes sumas de dinero- embaucaron, entre otros, al lugarteniente de Hitler, Hermann Goering.

Van Meegeren fue arrestado en 1945 y acusado de traición por vender un Vermeer -catalogado como un tesoro nacional por los Países Bajos- a los nazis. Para evitar una sentencia de pena de muerte, Van Meegeren lo confesó todo.

Las autoridades holandesas no le creyeron y para demostrar que él no era un traidor, le pidieron que hiciera una copia.

"¿Una copia?", dicen que exclamó el falsificador. "Puedo hacer algo mejor que eso. Denme los materiales que les pintaré otro Vermeer ante sus ojos".
Imagen: Falsificadores famosos
  • Han van Meegeren, quien pintaba al estilo de Vermeer. A la izquierda su obra, a la derecha un Vermeer original.
  • Tom Keating. Dice haber falsificado más de 2.000 cuadros de 100 artistas.
  • Eric Hebborn publicó una guía sobre falsificación en el arte. En 1984 confesó sus crímenes.
  • Geert Jan Jensen asegura haber expuesto la avaricia y la hiprocresia del mundo del arte con sus falsificaciones.

Pasado de Moda

Antes de la guerra, frustrado porque su estilo había sido desplazado por el creciente interés en el arte moderno, Van Meegeren copió un Vermeer a su manera, y el resultado fue un cuadro"distinto a cualquier otro Veermer", cuenta Frank Wynne, autor de la biografía del falsificador.

"Lo que lo enfurecía es que su técnica -que lo hubiese hecho famoso en otra época- ya no le interesaba a nadie, porque todo el mundo estaba fascinado por el post-impresionismo".

Su experimento resultó. Los críticos creyeron que su pintura "The Supper at Emmaus" era una obra maestra de Vermeer, desconocida hasta el momento, y el cuadro fue uno de los más visitados en los Países Bajos hasta que se descubrió que no era auténtico.

Lo que Vermeer quería demostrar es cómo la firma de un artista reconocido influye en nuestra apreciación de una obra, señala Wynne.

"La firma de un artista famoso nos hace pensar en las pinturas como si fueran artefactos sagrados, tocados por la mano de un genio".

Desde entonces, el trabajo de Van Meegeren es apreciado por sus propios méritos.
Imagen: Las "falsificaciones genuinas" de Myatt se venden hasta por US$70.000.

Copias Falsas a pedido

Un caso similar es el de John Myatt, arrestado en 1995 -y condenado- por vender más de 200 pinturas al estilo de los maestros modernos. Según estima, todavía hay en circulación cerca de 120 falsificaciones suyas.

Myatt hacía las obras y su colaborador, John Drew, creaba la documentación para probar su autenticidad.

Ahora, las pinturas de este falsificador -que cumplió una condena de cuatro meses en la prisión de Brixton, en el sur de Londres- vende sus obras pintadas al estilo de los modernos, pero con el sello de "falsificaciones genuinas" en la parte de atrás.

Al igual que Van Meergeren, él crea pinturas totalmente nuevas, tomando inspiración en los artistas que admira. Y según dice él mismo, a muchos les "fascinan las obras falsificadas".

"Existe una demanda importante de gente que no puede pagar un Van Gogh pero busca la misma experiencia estética por una fracción de su valor".

"El mundo de la falsificación es pobre, corrupto
y para nada romántico.
Es un tipo de delito levemente más glamoroso"
Philip Mould, detective especializado en arte

En opinión de Philip Mould, un detective especializado en obras de arte, los falsificadores tienen cierto encanto porque parecería que se revelan contra el establishment.

El hecho de que estén por fuera de ese mundillo captura la imaginación del público de la misma manera que lo hacen los grafiteros, como es el caso de Banksy.

No obstante, Mould deja en claro que esta forma de engaño es repugnante.

"El mundo de la falsificación es pobre, corrupto y para nada romántico. Es un tipo de delito levemente más glamoroso".

Los beneficios de la mala reputación

Para Vernon Rapley, director de seguridad del Museo Alberto & Victoria en Londres y ex jefe de la Unidad de Arte y Antigüedades de Scotland Yard, el interés de la gente en estos personajes hace que el mundo de la falsificación despierte gran interés no sólo en los amantes del arte sino del público en general.

Pero ve con malos ojos que los falsificadores se beneficien económicamente después de haber sido condenados por fraude.

"Hay miles de estudiantes de arte que pueden hacer el mismo trabajo. Me parece asqueroso que los falsificadores se puedan beneficiar tras haberse hecho famosos por sus delitos".

Myatt admite que su popularidad podría estar vinculada directamente con sus crímenes. Él dice que cuando salió de la cárcel no tenía deseos de pintar, pero ahora acepta que ocurra algo bueno después de lo que pasó.

Para algunos, dice Mould, es la historia detrás de la falsificación lo que hace el caso interesante. La historia de un hombre burlando la autoridad. Sin embargo, Myatt reconoce que un crimen como el suyo deja víctimas.

"Si alguna vez veo una de mis pinturas me sonreiré para mis adentros y no diré nada. ¿Para qué? La persona que la vende perderá mucho dinero si digo que es falsa y eso sería algo inmoral de mi parte.

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