Por Jorge Contreras
En estos días, las protestas en
Egipto han alcanzado niveles de violencia generalizada y condiciones comparables a las de una
guerra civil. Egipto se une así a Siria, otro país con un conflicto grave,
resultante de las protestas y enfrentamiento entre un gobierno y una oposición.
Los informes de Egipto indican que se ha sobrepasado la cifra de 800 fallecidos
y más de 3,000 heridos en las calles. Este hecho inusual, extremo y hasta irracional al igual que
otras protestas en otros países, afectan directamente la Seguridad Ciudadana y nos
llaman a la reflexión.
¿Ha llegado la hora de reinventar la política? Como afirman
algunos, ¿globalizar?, ¿desglobalizar?, ¿ir a la neoliberalidad o ser más
conservador?, o acaso ¿reinventar el viejo esquema de la democracia? . Los movimientos
de protesta están buscando cambio, demuestran que “algo anda mal” en la
situación de cada país y en la forma de ejercer la tradicional democracia. Al
otro extremo, la poca atención al cuestionamiento por los gobiernos permite el
inicio del conflicto.
Los antecedentes de
las protestas…
Desde el 2010, en que ocurrió la
llamada “primavera árabe”, diversos
movimientos organizados de protestas, liderados por jóvenes e identificados con los sectores más pobres, son los
actores de esta película a todo color sobre política mundial, en la que “una ola
de gente, busca cabalgar en mejores condiciones por el mundo”. A ellos les siguen los movimientos de
ocupados en occidente y desde allí, las protestas han ido tomando forma
dependiendo de cada país.
Caen los viejos y
malos esquemas de gobierno…
Según Manuel Castells, en su libro “Redes de indignación y
esperanza” asegura que los movimientos
sociales no buscan tomar el poder. Sin embargo, Castells toma
en cuenta los patrones y condiciones en Europa, que son muy diferentes a las
del oriente. Las protestas en Oriente empezaron
(en el 2010) rechazando la “situación particular” de cada país y los viejos
esquemas tradicionales y monopólicos de gobierno, como sultanatos, reinados,
principados y dictaduras (cambio de los esquemas tradicionales tentando por los
esquemas democráticos); y a estas protestas, le siguieron los movimientos de
“ocupados” en Estados Unidos y la
Comunidad Europea, (en el 2011), que curiosamente, como si de una respuesta
política se tratara, expresan su rechazo a la “situación particular de cada
país”, y a las debilidades del sistema democrático.
Las protestas buscan
cambios…
Respecto a la situación de cada
país, todas las protestas buscan acabar con la inestabilidad en la economía, demandan oportunidades, empleo, y mejoras en los
derechos afectados.
Con respecto a los esquemas de
gobierno, las protestas están demostrando que rechazan los perniciosos y
descarados extremos a los que ha llegado “la manera de hacer política y
gobierno”, y a las practicas que estas acompañan que incluyen a la
corrupción, los lobbies, por mencionar algunos.
En America Latina, la situación es
más volátil, debido a que por un lado las mayorías buscan una mejora en la
economía y por otro debido a un entrampamiento en el gobierno, generalmente
ocasionado por los políticos de turno y de oposición, fruto del desequilibrio
partidario.
Aspectos de interés
que colaboran en las soluciones….
Las protestas en cada país
dependen de factores sociales como
educación, cultura, nacionalismo, racionalidad.
Las respuestas en su mayoría apuntan a la inclusión de los
sectores más pobres, a dar empleo, respeto a los derechos humanos, dar
oportunidad a los jóvenes, dar a conocer resultados en el combate a la
corrupción, dar a conocer resultados en la lucha contra la inseguridad, decir la verdad, no
crear falsas expectativas, dar a conocer los resultados alcanzados por los
Gobiernos regionales y locales y desenmascarar los falsos intereses.
Con respecto a la economía, dice Ramonet, “Hace
treinta años el mercado quiere expulsar al Estado del campo de la economía y de
este ha recibido otro tanto.” Entonces necesitamos volver al “sentido común”, a un
keynesianismo razonable: “tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como
sea indispensable”.
La prueba evidente del fracaso del sistema neoliberal actual
son los ajustes y rescates que demuestran que los mercados no son capaces de
regularse por sí mismos, que se han autodestruido por su propia voracidad. Estamos
acostumbrados a la propuesta común en que “o la empresa privada y el mercado (capitalistas) o el estado
(socialistas) lo arreglan todo”, los resultados han sido desastrosos, primero
Estados Unidos y luego Europa. Solo en la Unión Europea, el cataclismo económico ha dado lugar a
23 millones de desempleados y más de 80 millones de pobres.
Con respecto a las formas de gobierno, el sistema
democrático continua siendo “el mejor esquema de solución”, sin embargo, las
sociedades “están demostrando que no están de acuerdo” y algunas están
expresando “estar hartas” de la forma cómo se lleva a cabo la administración de
hacienda.
La experiencia muestra (ver
cuadro) que las protestas se van escalando desde demandas de cambio básicas, al
cambio de determinados agentes en el gobierno, al cambio completo de gobiernos y en casos extremos
a la lucha por el poder (en condiciones de violencia generalizada o guerra
civil).
Los jóvenes en los
nuevos movimientos de protesta…
Según Ignacio Ramonet[1],
en su artículo “Ha llegado la hora de reinventar la
política en el mundo”, desde
Madrid a Londres y Atenas, y desde Nicosia a Roma, una ola de indignación
levanta a la juventud. Los
jóvenes constituyen ese sector con mayor inseguridad futura, se sienten
víctimas principales, y por ello, en las protestas reflejan su miedo, la inseguridad
y el resentimiento,
A ello también se suma una clase
media asustada porque sienten que el modelo neoliberal de crecimiento las está abandonando
al borde del camino; Ramonet cuenta la experiencia en España, en que una parte de la clase
media se unió a los jóvenes para rechazar el integrismo ultraliberal de la
Unión Europea y del Gobierno, y que indignados dijeron “No nos representan”
Se requiere buena
comunicación…
Para Ramonet, la ley del cinismo neoliberal señala que: “se
privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas”. Agrega que
es necesario detener esta moda malsana de hacerle pagar a los pobres las
excentricidades irracionales de los banqueros, y el que se les amenace, en caso
de que se nieguen a pagar, ¡con empobrecerlos aún más!
Todos los movimientos de protesta rechazan las “medidas de austeridad extremas”,
en especial de ajuste económico, dice Ramonet. Por sobre todo, las
sociedades están demostrado que rechazan los ajustes y los cambios bruscos y
que son más asequibles a los ajustes y cambios planificados.
Cambios de ajuste
graduales…
Algunos gobiernos que inicialmente propusieron una
“política conservadora” han sido los primeros, en aplicar “sin anestesia”
planes de ajuste considerados ultraliberales, exactamente contrarios al ADN del socialismo. para
evitar el descalabro económico. Según Ramonet,
en los países más afectados como Irlanda, Grecia, Portugal y España,
los ciudadanos – cívicamente– apostaron por apoyar, con sus votos, a la
oposición, pensando que esta acción aportaría un cambio de política tendente a
menos austeridad y menos ajuste. Pero cuando todos estos países cambiaron de
Gobierno, pasando de la izquierda o centro-izquierda a la derecha o
centro-derecha, la estupefacción fue completa, ya que los nuevos Gobiernos
“conservadores” radicalizaron aún más las políticas restrictivas y exigieron
más sacrificios, más sangre y más lagrimas a los ciudadanos. Ahí es cuando crecieron
las protestas.
Respuesta adecuada a
la corrupción…
Los escándalos de corrupción han traspasando las fronteras
y están presentes en casi la totalidad de gobiernos, la corrupción enerva la
protesta, postula justicia y sanción a los
responsables, al sentirse desatendida, la protesta se enardece y busca la violencia.
En America Latina, donde el
escándalo de corrupción se presenta en todos los partidos políticos que han
estado en el gobierno, no significa que “todos” hayan sido corruptos, es
necesaria una solución con enfoque multipartidario.
En todos los casos, se debe
reconocer los bueno y sancionar lo malo. El rechazo es mayor cuanto más visible es el contubernio
político y la negociación calculada. La protesta directa le devuelve el poder a
los ciudadanos para presionar a los gobiernos que titubean contra la
corrupción.
Los movimiento por la revocatoria
de malas autoridades, señalan la necesidad de perfeccionar las normas para la
selección de candidatos a funcionarios públicos y también para definir sus
conductas durante su mandato y así evitarle gastos al estado una vez electos.
La tecnología y las redes sociales propulsan las protestas, ¿de quienes?...
Las plataformas tecnológicas de los dispositivos móviles
inteligentes y las redes sociales son elementos que están siendo utilizados en
los países para captar la atención y dar a conocer la organización y
realización de estos movimientos públicos.
Las redes sociales, en un extremo proveen de herramientas
para identificar ideas y acciones de movimientos reales, por ejemplo “#toma la
calle”, (hashtags titulo) sin embargo, sus identidades individuales no son
autenticas debido a su carácter público e informal.
A diferencia de Europa, en Latinoamérica, los países cuentan
con menor porcentaje de población con acceso a la tecnología de los
dispositivos inteligentes y las redes sociales, por lo que los movimientos de
protesta no expresarían el sentir de las mayorías. Adicionalmente el sector joven y la clase media con acceso a
esta tecnología no representan los sectores más pobres. (en Perú sería menos
del 30% de la población, a lo que se añade que las redes sociales estarían
concentradas en las principales ciudades).
[1] Ignacio Ramonet, director de
Le Monde diplomatique en español, sociólogo, semiólogo, especialista en
geopolítica, profesor de Teoría de la Comunicación.
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