Imagen The Economist. Bob Marley, Jamaica |
Tomado de The
Economist
Traducción Jorge Contreras
La descriminalización de drogas sin control le deja a los traficantes el dinero en
efectivo. La legalizaación controlada tiene otros efectos …
"Voy a fumar una
de estas hasta que me quede ciego", cantaba Bob Marley. "Tu sabes
que yo fumo “De ganja todo el
tiempo". Los Jamaiquinos que comparten su devoción por el cannabis
(marihuana) pasaron un largo tiempo arriesgándose al fumar. Este mes su
gobierno anunció la intención de despenalizar la posesión de pequeñas
cantidades de marihuana. Varios países de Europa y América Latina ya han dado
este paso. El mismo día que las autoridades en Jamaica anunciaban sus planes,
un encargado de la Fundación Kofi Annan informaba que delitos menores con drogas
también serían despenalizados en África Occidental para reducir la violencia y
la corrupción.
Después de décadas de fracaso no es de extrañar que la gente
está buscando alternativas menos sangrienta a la "guerra contra las
drogas". La prohibición de narcóticos no ha logrado impedir el aumento de su
uso, principalmente en los países ricos,
y cada vez más en los mercados emergentes (Brasil es hoy el mayor
cliente mundial de cocaína crack). Al mismo tiempo las mafias criminales se han
enriquecido propagando la corrupción y el asesinato desde el “East End” de
Londres hasta los barrios de Tijuana, y ahora amenazan más con afectar países
de África y América Latina. Inclusive el panel oficial asesor en materia de drogas de Gran Bretaña se
opuso a la decisión de su gobierno de criminalizar el khat, un estimulante
suave y poco conocido cuyos usuarios ahora pueden recurrir a alternativas más
dañinas como la marihuana (ver
artículo).
Es esta la reforma necesaria, es la despenalización el enfoque correcto?
Las autoridades en Jamaica han propuesto que las personas detenidas
con hasta dos onzas (57 gramos) de cannabis deben ser multadas, más no
arrestadas o llevadas a los tribunales. Del mismo modo, los usuarios de drogas
en Portugal pueden ser obligados a asistir a clases para que se enderecen y
vayan por el buen camino. Italia confisca las licencias de conducir a los fumadores
de hierba (marihuana). Estas penas leves benefician a miles de jóvenes y evitan
que sean fichados con antecedentes penales, también ahorran gastos de arrestos,
procesos y cárcel a los contribuyentes. La policía de Jamaica, que combate contra
una de las tasas de homicidio más altas del mundo, ahora puede dedicarse a cazar
a los delincuentes mayores y dejar de llenar las cárceles con personas cuyo
delito es haber consumido algo menos potente que el ron de la isla. Lo mismo
ocurre en Sierra Leona o Guinea, donde se considera errado el dedicar escasos
recursos a detener adultos fumados.
La despenalización sin embargo, es sólo la mitad de la
respuesta. “Si el suministro de drogas es
ilegal”, el negocio seguirá siendo un monopolio criminal. Entonces los
mafiosos en Jamaica continuarán disfrutando del control total sobre el mercado
de “ganja”. Seguirán corrompiendo policías,
asesinando rivales y promoviendo sus productos a niños. Las personas que
compran cocaína en Portugal si bien no enfrentaran consecuencias penales, sus
euros terminaran pagando los salarios de los matones que cortan cabezas en
América Latina. Para los países productores, soportar usuarios de drogas y al
mismo tiempo permitir la producción ilegal es lo peor que les puede suceder.
Es necesario controlar bien….
Es por eso que la descriminalización sólo tiene sentido cuando
es un paso hacia la legalización. Jamaica y otros países, que se sienten
frustrados con sus gobiernos deben adoptar la política iniciada por Uruguay,
Colorado y el estado de Washington, los únicos lugares en el mundo que intentan
poner a los criminales fuera del negocio. Al legalizar el cannabis desde el
cultivo hasta la venta, estos lugares le han arrebatado la industria a las
mafias y se la han dado a los empresarios que respetan la ley. A diferencia de
la mafia, las empresas pagan impuestos y obedecen las reglas sobre dónde,
cuándo y a quién vender sus productos. El dinero ahorrado en las políticas
contra las drogas ahora puede ser utilizado para perseguir verdaderos
criminales, o para tratamiento de adictos.
“El control de la venta de estas sustancias es bienvenido. Sin embargo,
el control a medias es tan peligroso como una sobredosis.”
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