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martes, 19 de noviembre de 2013

La inseguridad, un problema regional

Referencias: IRDH 2013-2014
La inseguridad es un problema compartido por los 18 países de la región analizados por este informe, pero existen variaciones importantes entre ellos y al interior de los mismos. América Latina es la única región del mundo donde la violencia letal aumentó entre 2000 y 2010. Mientras que la tasa de homicidio en la mayoría de las regiones del mundo fue negativa (de 0%-50%), en América Latina presentó un aumento del 12%: en una década, han muerto más de un millón de personas en Latinoamérica y el Caribe por causa de la violencia criminal.


Aunque la tasa de homicidios sigue siendo alta para la mayoría de los países, en los últimos tres o cuatro años ésta se ha estabilizado e incluso ha disminuido para algunos países de la región. (Ver figura)
ilustra la evolución de la tasa de homicidios para el periodo de 2005-2011, para aquellos países con una tasa mayor a 10 homicidios por cada 100.000 habitantes. Dentro de los países que presentan las bajas más notables en su tasa de homicidios, se encuentran aquellos que pasaron por conflictos armados o severas crisis de inseguridad. Colombia redujo su tasa de homicidios casi a la mitad en 10 años. Recientemente, las tasas de homicidios de Guatemala (desde 2009) y El Salvador (desde marzo de 2012) registran caídas sustanciales. A pesar de su baja tasa de homicidio, Costa Rica observó logró una disminución cercana al 15%, entre 2011 y 2012. Es muy pronto para concluir si dicha tendencia a la baja se mantendrá, pero estos datos demuestran que el incremento en los homicidios puede revertirse.

La violencia letal afecta particular y desproporcionadamente a los jóvenes varones de América Latina. La tasa de homicidios de jóvenes es superior al doble de la tasa para toda la población -alrededor de 70 por cada 100.000 jóvenes- (Comisión Interamericana de Derechos Humanos 2009). Por otro lado, si bien la gran mayoría de los victimarios y víctimas de homicidios son varones, aproximadamente 1 de cada 10 víctimas de homicidio es mujer. Los feminicidios -el asesinato de mujeres por parte de hombres por el hecho de ser mujeres- se ha agudizado en varios países de la región (ACUNS 2013, 50-51). Este informe hace un llamado a desarrollar políticas inclusivas para los jóvenes y a continuar avanzando con celeridad en la adopción o implementación de las leyes o reformas para tipificar y erradicar el feminicidio (PNUD-ONU Mujeres 2013).

El robo se ha convertido en una de las amenazas que más afectan a los ciudadanos: uno de cada cinco
reporta haber sufrido algún tipo de robo en el último año (LAPOP-PNUD 2012). Lo anterior ayuda a explicar por qué, para los latinoamericanos, el delito común es considerado, en la mayoría de los países del estudio, como la amenaza principal, incluso por encima de la delincuencia organizada y de las pandillas criminales (véase la figura).

Las estadísticas disponibles indican que, en los últimos 25 años, ha habido un marcado aumento en la tasa de robos -incluidos los robos con violencia- para la mayoría de los países de la región. El porcentaje de la población total que fue víctima de robo, tanto con violencia como sin ella, varía del 10,82% en Chile hasta el 25,19% en Ecuador (LAPOP 2012). Y un dato que debe tomarse en cuenta es que, en promedio, 6 de cada 10 robos en América Latina son cometidos con violencia.

También la tendencia de crecimiento del robo en América Latina contrasta con la tendencia observada en otras regiones del mundo. Por ejemplo, mientras que la mayoría de los países que conforman la región conocida como Eurasia -entre los cuales están Rusia, Ucrania, España y el Reino Unido- experimentaron un descenso en el número de robos en el periodo de 2005-2011, América Latina presenta una tendencia al alza. Más aún, el número de robos en América Latina es más del doble que en Eurasia, a pesar de tener una población total menor. (Ver Figura).


Otro recurso para dimensionar la magnitud de los robos en la región, además de los registros administrativos, son las encuestas de victimización. Puesto que están basadas en los datos que reportan los propios ciudadanos al ser encuestados, éstas permiten revelar la cifra oculta: es decir, aquellos delitos que no son denunciados ante las autoridades. El robo medido por registros administrativos es sustantivamente menor al que muestran las encuestas.


Perú, por ejemplo
, (Ver figura) presenta un porcentaje de victimización por robo del 23,43%; es decir
aproximadamente 6.888.000  peruanos reportan haber sido víctimas de robo (LAPOP 2012). En contraste, la tasa de robos oficial de Perú es de 217 por 100.000 personas, lo que equivaldría a 64.701 denuncias (Ministerio del Interior-Oficina General de Planificación 2011). Es decir, el subregistro es enorme: más de 6 millones.

En el caso de El Salvador, el 12,46% de los encuestados reportaron haber sido víctimas de un robo (LAPOP 2012). Esto equivale a aproximadamente 779.000 salvadoreños, frente a las 5.521 denuncias reportadas en registros administrativos oficiales (Poder Judicial 2012). Esto representa una cifra de registros administrativos más de 130 veces menor que la victimización.

Otro ejemplo es la República Dominicana, en que la encuesta LAPOP registró un 16,6% de los encuestados como víctimas de robo (LAPOP 2012), lo cual representa aproximadamente 1,670,000 personas . Sin embargo, el número de denuncias es de sólo 21.115 según registra el sistema regional de indicadores BID-CISALVA para 2011, una cifra casi 80 veces menor.

En suma, todos los países de América Latina muestran una mayor victimización por robo que la cifra reportada a las autoridades. Es decir, hay cifra oculta con diferente magnitud en los 18 países bajo análisis.


La disparidad entre las cifras de robo de las encuestas de victimización y las que arrojan los registros administrativos puede explicarse, principalmente, por los obstáculos existentes para realizar las denuncias y la desconfianza ciudadana en los órganos de administración de justicia.

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