Tomado del IRDH
2013-2014
La
inseguridad ciudadana tiene múltiples impactos negativos para el desarrollo
humano. El delito, la violencia y el temor limitan profundamente las
capacidades y las libertades de las personas, la manera como construyen vida en
sociedad y su relación con las instituciones del Estado. Por ejemplo, el
porcentaje de personas que reportan haber limitado sus lugares de recreación por
temor a ser víctima del delito va de un 20.6% a un 59.1% para distintos países
de América Latina (véase mapa). Asimismo, el porcentaje de personas que han
limitado sus lugares de compras como consecuencia del temor al delito va del
16.8% al 51.5% para diferentes países. Más aún, entre el 45% y el 65% de los
encuestados, dependiendo del país, dejó de salir de noche (LAPOP-PNUD 2012).
Este impacto en el patrón de comportamiento de las personas limita su
convivencia en el espacio público, su desplazamiento y recreación, es decir,
afecta su libertad.
Además,
la inseguridad genera importantes costos que van desde el gasto público de las
instituciones y los gastos privados de los ciudadanos para procurarse
seguridad, hasta los costos irreparables en la vida y en la integridad física y
mental de las personas.
Un
estudio conjunto realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el
PNUD para analizar los costos en cinco países de América Latina muestra que sus
costos en términos del PIB son significativos y diferenciados: van desde el 3%
como porcentaje del PIB en Chile y Uruguay, hasta un poco más del 10% en
Honduras (véase el cuadro).
Otra
manera de aproximarse a los costos de la violencia es estimando los años de
vida perdidos por causa de los homicidios, es decir, el impacto que tiene la
violencia letal en la expectativa de vida. A partir de la información contenida
en la medición del Índice de Desarrollo Humano (IDH) más reciente para 15
países de América Latina, se encuentra que, en 2009, la región perdió 331
millones de años de vida por el exceso de muertes por homicidio. De reducirse
los homicidios, Colombia, El Salvador, Guatemala y Venezuela tendrían ganancias
de más de un año en la expectativa de vida de sus habitantes (véase la figura 3
que es la 5.2 del informe).
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