Los riesgos y las amenazas actuales a la Seguridad demandan soluciones especificas. Aquí encontraras información que te ayuda a un diagnostico para tu Plan Personal o Institucional.
Actual risks and threats demand specific solutions. Here you will find information to help your Security Plan, whether Personal or Institutional.

Translate

lunes, 17 de noviembre de 2014

"El Duende", cuento de Antonio Goicochea

Texto de Antonio Goicochea Cruzado[1]
Imagen: Jorge Contreras EDUCARTE

            Don Marcos Medina, a la sazón,  cuartapartero  de Chiapón[2], después de las ventas realizadas el día sábado a las placeras[3] que transportaban los productos para venderlos a su vez el domingo en San Miguel; y aprovechando la luna llena, había salido a las nueve de la noche, venía  montado en su mula.
            A la altura de La Meseta, se colocó su poncho merino, a cordoncillo, que le había tejido su Rosa.
            Al trote ligero de la mula, a la media noche se encontraba por la cuesta de Cayangad. La piedra plana que existe en una de las curvas del camino y que sirve de descanso a los dolientes que llevan sus difuntos a enterrarlos en el cementerio de la ciudad, brillaba a lo lejos.

            Cuando se hubo acercado a ella, la mula pajareaba[4].
            -¡Quieta mula! - dijo sereno. Al centro de la piedra vio a un niño que lastimero lloraba y que como era pequeño, todavía no hablaba. Estaba envuelto en un pequeño rebozo.
            -Pobre niñito -dijo para sí- mi deber de cristiano es protegerlo, lo llevaré a San Miguel, la Rosa lo cuidará; si no aparecen sus padres lo criaremos como a nuestro hijo. Lo envolvió con su chalina y lo abrigó con su poncho. Lo subió a la acémila. Don Marcos picó espuelas.
            La mula, antes ágil, ahora se mostraba lerda,  se cansaba. Él mismo sentía un peso
tremendo en sus piernas, donde reposaba el niñito.
            En eso:
            - Papá, papá, mira mi diente. -Dijo el niño-. Don Marcos, pensando en llegar lo más pronto a San Miguel, no le hizo caso. Sin embargo otra vez:
            - Papá, papá, mira mi diente. -Repitió el niño, descubriendo su rostro. Su cara era colorada, casi roja, sus ojos chispeaban candela, y dos dientes de oro como colmillos, le brillaban en la boca.
            ¡Carajo!, la tentación -dijo- y sin pensarlo dos veces lo arrojó por la pendiente, rodando el duendecillo cuesta abajo.
            Don Marcos, rezando entrecortadamente el Magnificat, espoleando con desesperación, azotando y haciendo sudar a la mula llegó a San Miguel, más muerto que vivo. Pasando el umbral de su casa votó espuma por la boca  y se desmayó.
            Al día siguiente, doña Rosa Paredes,  llevó al cura a su casa para que santiguara a su esposo.
            Jamás volvió a trajinar de noche.



[1] Relato escrito sobre la base de lo referido por la Srta. Elisa Caballero Malca.
[2] Chiapón es un paradisíaco valle interandino a la ribera derecha del río Púclush, tributario del Jequetepeque, en el distrito de San Miguel. Produce frutas, yuca, camote, maíz morocho, ají y otros de pan llevar. En  épocas de este suceso, Chiapón,  era  usufructuado compartiendo la producción en tres cuartas partes, para el agricultor; y, una cuarta parte para los dueños. Los propietarios no la administraban directamente sino que vendían  sus derechos por un año, al que lo adquiría le llamaban el cuartapartero y tenía como decíamos líneas arriba el derecho a la cuarta parte de la producción.
[3] Placeras: Nombre con que se conoce a las mujeres que compran productos de pan llevar de los valles interandinos de San Miguel y llevan a venderlos el día de mercadeo que es el domingo.
[4] Pajareaba: Expresión en la jerga de los criadores de acémilas para indicar que es asustadiza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario