“Nadie puede ser condenado por sospecha”
el Digesto de Ulpiano, hace 1800
años,
Por Jorge Contreras[1]
Hechos de violencia, víctimas que pudieron evitarse, son casos que tienden
a convertirse en ciclos de violencia continuos, y sin darnos cuenta, colectivamente,
nos vamos viendo poco a poco, involucrados. Irracionalidad,
angustia, ausencia de calma y reflexión, son los “orígenes de la violencia”,
tampoco notamos que solo nosotros la podemos detener.
Azuzados directa o indirectamente, por lo que consideramos
la violación de nuestros derechos, clamamos y sin acudir a procedimiento pacíficos,
ejercemos la violencia. En
la mayoría de los casos reaccionamos sin investigar
ni comprender. Entonces esta violencia se erige entre nosotros, se torna en
destrucción y caos, los que resultan afectados, no tendrán otra opción que continuar,
con una seguidilla interminable de más violencia.
El Perjuicio social de la culpabilidad…
Estamos viviendo tiempos en los que sin reflexión alguna “…cuando
creemos que hay algo malo acusamos sin pruebas. Sin respeto a la duda razonable
o a la presunción de inocencia.”[2]
Claros ejemplos de este perjuicio social
de culpabilidad, en los que “no” nos
detenemos a pensar los encontramos a diario en temas como “Corrupción Política”, “Delitos contra la mujer”, “Delitos de
violencia sexual contra menores”, “Delitos en casos, en los que los sospechosos
son indigentes, alcohólicos, drogadictos, inmigrantes y a los que hoy se
agregan ciudadanos árabes (más común en Europa). En América Latina, se
presentan casos, en los que se recurre hasta a una “justicia popular inmediata”.
México y Perú, dos países, donde florecieron las culturas
Maya e Inca, son también países donde pareciera que las manifestaciones
culturales y costumbres violentas se mantienen en el tiempo. Países donde los actores
envueltos en conflictos y violencia, “condenamos sin investigar”, “sin conocer completamente
los orígenes de los hechos”. A la violencia irracional, intempestiva se le
añade la agitación inusitada y multiplicadora,
con “sesgos de política y poco de educación y de cultura”, como si el diablo se
hubiera tomado las almas de los hombres allí involucrados y las utilizara para
alcanzar sus fines.
¿Fueron ellos, los estudiantes los iniciadores?, o ¿fueron
sus verdugos quienes sin pensar los ultimaron?, hoy la verdad sale a la luz, “todos
nos unimos y clamamos justicia”, sintiéndonos afectados, solidarizándonos con
la causa, sin comprender, notamos con tristeza, que pedimos lo imposible, no la
sanción, sino “que vuelvan vivos”, como
si no fuera suficiente, y como si no bastará la violencia sufrida, ¿buscamos
acaso alcanzar nuevos niveles de violencia?.
El padre de familia, victimado durante un
desalojo en el norte del Perú
¿Fue la misma víctima, la que actuó con violencia para
evitar el desalojo?, ¿fueron los encargados de hacer cumplir la ley los que iniciaron
la violencia? Luego de que ocurrieran los hechos, como si fuera parte de un
ciclo sin final, surgieron
aquellos quienes buscaron más violencia a través de los reclamos.
¿Qué es más importante?
¿Que se multiplique la dimensión de los hechos ocurridos?,
¿Qué se determinen las causas de los hechos, para que no vuelvan a suceder?, ¿Qué
los lideres tomen acción o que respondan con evasivas? Creo que todos estaríamos
de acuerdo en que la mejor respuesta es la que detiene la violencia, la que
determina que las causas se conozcan y que la justicia debe ser para todos.
Podemos revisar los diarios en cada caso y podemos darnos
cuenta de las muchas equivocaciones que cometemos. Hoy en día, pocos se
detienen a reflexionar ante los orígenes de la violencia, y peor aún, si nosotros
somos los principales afectados. Y entonces,
como si con más violencia pudiéramos alcanzar la solución, no nos damos cuenta
y terminamos envueltos en ella.
[1] Jorge A. Contreras Ríos, DNI 09582230, ICAC Nº
897, administrador, licenciado en ciencias militares, abogado, magíster en
ciencias militares, magíster en derecho penal, estudios de doctorado en derecho
penal.
[2]
NIEVA-FENOLL, Jordi, “La duda razonable y la presunción de inocencia”. Catedrático
de Derecho Procesal de la Universidad de Barcelona, España.
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