Imagen: visita inspectores de la AIEA en Fukushima, el 27 de noviembre de 2013. | Imágenes de AFP/ IAEA |
Traducción Jorge Contreras
La catástrofe tras el terremoto, el tsunami del 11 de marzo
de 2011 y las explosiones en los reactores nucleares en la planta de Fukushima
causaron el peor desastre en la historia de los derechos civiles después del
accidente atómico de Chernobyl (1986). Ambos hechos fueron clasificados con el
nivel máximo de 7 en la escala de riesgos nucleares. La región de Fukushima permanecerá contaminada durante
décadas. El territorio está contaminada con cesio 134 y 137 que desaparecerá después de trescientos años.
Adicionalmente, más de 2 millones de japoneses tendrán que seguir un tratamiento
médico durante años.
La visita para
conocer la zona y la planta…
Desde el interior, se puede medir con exactitud la magnitud del
desastre en el sitio. La enorme tarea que
demanda y que aún no sabemos cómo va
a ser superada por los hombres encargados. Por supuesto, se han visto imágenes, auscultado reactores, revisado
muros de hormigón dislocados, y chatarra retorcida. Luego ha continuado un
obstinado combate con el átomo,
primero para recuperar las instalaciones “de control” en peligro y luego para “reducir
la radiactividad”. Sin embargo, la tarea es gigantesca y enmarañada.
El lunes, 16 de diciembre, por primera vez, el gerente de la
planta de la empresa Tokyo Electric Power (Tepco), de Fukushima, permitió a un
grupo de periodistas entrar al sitio, junto a funcionarios del Instituto
Francés para la Protección Radiológica y Seguridad Nuclear (IRSN). Los
representantes de los medios de comunicación no japoneses habían podido entrar,
pero a manera de cuenta gotas y por sorteo. El 16 de diciembre fue otra la opción.
Obviamente , la empresa Tepco no mostró todo. El recorrido
estuvo marcado y enmarcado en todo
sitio. Los interlocutores tuvieron preparados sus discursos. Todo preparado desde
el punto de vista industrial, ampliamente criticado por la gestión improvisada de
la crisis, incluyendo silencios y algunas mentiras, que hacían ver que no se contaba con una garantía de apertura
y transparencia. La presentación para esta visita fue también controlada.
Una visita guiada con
recorrido marcado
El recorrido se inicia en la mañana, a 20 kilómetros al sur
de la planta central, donde está el límite de la zona de evacuación. La Villa J,
un antiguo centro de entrenamiento del equipo de fútbol local se ha convertido después
de la catástrofe nuclear, en una
base de retaguardia para bomberos y fuerzas armadas, ahora sirve como una
estación de tránsito para los 4.000 empleados que trabajan en el sitio, muchos
de los cuales están alojados en barracas, construidas a toda prisa, como
decimos los latinos, “a la volada”.
Las reglas: verificación exhaustiva de identidades, prohibición
de fotografiar. Akio Komori el administrador del centro da la primera información en reunión: "Todavía hay
muchos problemas que resolver, pero en comparación con el período que siguió luego
del accidente, creemos que se han logrado algunos progresos".
A continuación, subimos a un autobús de Tepco , los asientos
y el piso están recubiertos de plástico. Surcamos por la ruta RN 6 que corre
paralela a lo largo del Océano Pacífico, durante cuarenta minutos de viaje hacia
la planta nuclear. Durante el recorrido, por todas partes, son visibles los
estragos del tsunami del 11 de marzo de 2011. Las lotizaciones de terrenos
barridas por la ola gigante, dieron paso a áreas desperdigada con suciedad.
Autos y otros equipos en medio de los campos. El camino atraviesa pueblos
fantasmales, todo desierto, abandonado por sus propietarios.
Las zonas expuestas y
la necesidad de limitar la exposición de la piel
Sucesivamente la visita pasa la zona Verde, donde el limite
de exposición a la radioactividad no es mayor a 20 milisievert (mSv), (el
límite nuclear internacional para los trabajadores, empleados de Tepco es de 50
mSv / al año), luego viene una
zona amarilla (donde la exposición es de entre 20 mSv y 50 mSv), y finalmente
una zona roja (donde la exposición sobrepasa los 50 mSv), y donde existe una
barrera de acceso controlada por policías.
En el puesto de control de la planta atómica, se cambia de
bus, el nuevo bus debe estar equipado con un dosímetro personal, el personal se
coloca botas, guantes de algodón, se
cubre la boca y la nariz con una máscara. Se usan las mangas largas para
limitar la exposición de la piel. Los empleados asignados a las partes "
de mayor radiación” (más calientes) de la planta, visten trajes completos y
máscaras de carbón. "En esta zona no se toman fotos."
El recorrido empieza en el centro de administración de
crisis, un buque sísmico que es uno de los pocos que no han sido dañados. Aquí
es donde los técnicos se enfrentaron a los problemas durante las primeras horas
del accidente, casi a ciegas, hoy a través de pantallas se supervisa el sitio luego
de haber estado en completa oscuridad. En los pasillos, se pueden apreciar
dibujos infantiles, mensajes de ánimo, enmarcadas por guirnaldas de Origami deseando
suerte.
Imagen: Un empleado de TEPCO mide la radiactividad en la planta nuclear de Fukushima, el 7 de noviembre . | AFP/Tomohiro Ohsumi |
Los tanques y
lo difícil que es evitar las fugas y filtraciones
Penetrando profundamente en el perímetro de la planta, una
vasta zona montañosa de 3,5 km2 , las filas de tanques se pueden apreciar por
todas partes. Son más de 800, de todos los tamaños, verticales, horizontales,
algunos enterrados. En ellos, Tepco tiene almacenados más de 350,000 toneladas
de agua contaminada y tiene planes para aumentar la capacidad a 800 mil toneladas.
Dado que el agua radiactiva, se va acumulando en barriles, es hoy un problema
sin solución.
Cada día, cientos de toneladas de agua son inyectadas para
enfriar los reactores, esta aguas una vez con radioelementos gotean en los
sótanos y galerías, y parte llega a hasta la napa freática afectando el agua
subterránea. El agua contaminada es acumulada y luego reinyectada en el
circuito de refrigeración. Entre los kilómetros de tuberías y mangueras entre los
tanques existe dificultad para prevenir las fugas.
" Tepco reconoce que para reducir el nivel de radiación
del agua descargada, se requieren equipos de procesamiento adicional. Asimismo
se requiere mejorar la fiabilidad de los tanques y tuberías de todo el sitio, y
establecer barreras para evitar la descarga del agua contaminada en el océano."
Trabajo sobrehumano..
El autobús
finalmente llega a la línea de costa, que fuera sobrepasada por la ola gigante. Es aquí que donde
están instalados los cuatro reactores dañados. Y aquí donde uno, se da cuenta
de la magnitud de los daños, junto con el trabajo sobrehumano, a menudo en
condiciones espantosas, de 30.000 "liquidadores ", que durante los
últimos tres años, se turnan día y noche para reparar los agujeros y asegurar
el sitio.
Los edificios largos, sus pasadizos llenos de gente, todo al
revés, un camión volcado por el tsunami, termino proveyendo óxido que corroe
los mantos salinos. Las instalaciones técnicas, están perforadas por todos los
lados, son esqueletos por donde se pasa el viento. Sólo el deposito del reactor
2 está casi indemne. Las partes superiores de las unidades 1 , 3 y 4 volaron
por explosiones. Al reactor 3, sólo le queda la mitad inferior, mientras que
una tapa metálica fue colocada en la unidad 1 y una superestructura de acero y
hormigón, fue construida frente a la unidad 4 para facilitar la evacuación de su piscina de
almacenamiento de combustible.
Aquí también, Tepco ha comenzado a construir un muro de 900
metros de longitud, para detener el avance del agua subterránea contaminada
hacia el Pacífico. Esta estrecha franja entre los reactores y la línea de costa,
se ha fortificado con grandes bolsas de piedras, el dosímetro IRSN aquí sube
bruscamente a “1 mSv por hora”, un nivel elevado si consideramos que la máxima
dosis para el público es 1 mSv al año.
Más allá del
limite Rojo
Hirohisa Kuwabara , subdirector de la planta informa: "Hemos
logrado reducir significativamente la radiactividad , pero todavía hay lugares
donde se registra 1 mSv / hora ", "Nuestro objetivo, es la reducción
de la radiactividad del sitio a una décima parte de su nivel actual al año,
seguir eliminando los escombros con explosiones de hidrógeno y sustituir la capa de superficie del suelo con
betún."
Volviendo al punto de control, los dosímetros personales
exhiben 0,02 mSv después de una visita de dos horas. Se habría tenido que pasar
cuatro días completos en el sitio para recibir la dosis máxima anual. Muchos de
los empleados de Tepco y de sus subcontratistas cruzaron la línea roja.
Oficialmente, desde marzo de 2011, 173 de ellos superaron los 100 mSv , seis
más allá de 250 mSv y los más expuestos recibieron 678 mSv.
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