Imagen Crédito Web
Oficial de Fray Betto
Por Fabiana Frayssinet,
entrevista al escritor y religioso Fray Betto (F.B.), publicado el 14 de febrero de 2013
Río de Janeiro, (IPS [1])
- La única consecuencia que tendrá en Brasil la renuncia de Benedicto XVI como
jefe de la Iglesia Católica será el cambio de los carteles que anunciaban su
presencia en julio en esa ciudad para participar de la Jornada Mundial de la
Juventud, ironiza Frei Betto. El prelado alemán Joseph Ratzinger, que se
retirará el 28 de febrero tras casi ocho años de papado, imprimirá su sello en
la elección de su sucesor, analiza el religioso brasileño.
Frei Betto, seudónimo de
Carlos Alberto Libánio Christo, y otros destacados pensadores, sacerdotes y
obispos exponentes de la Teología de la Liberación, una línea progresista del
catolicismo originada en los años 60 en América Latina, fueron blancos
preferidos de críticas y hasta sufrieron la censura del Papa saliente.
Ratzinger fue el más
férreo opositor de esta corriente, que enfatiza la necesidad de enfrentar las
injusticias sociales a partir del compromiso cristiano de opción por los
pobres. Incluso desde su anterior función como prefecto de la Congregación para
la Doctrina de la Fe, sucesora de la Inquisición, prohibió enseñar teología a
personalidades como el suizo Hans Küng y el brasileño Leonardo Boff.
Betto lo dice
claramente, “soy muy pesimista” respecto de que el nuevo Papa cambie el rumbo
conservador de la Iglesia Católica y la modernice. Fray Betto es autor entre
otros libros de “Fidel y la religión”, también es amigo y exasesor especial en
el comienzo del gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011)
en programas como “Hambre Cero”.
¿Qué repercusiones tendrá para la Iglesia
Católica, en especial para Brasil y el resto de América Latina, la renuncia
anunciada por el papa Benedicto XVI?
Frei Betto.- Creo que
para Brasil en especial la única consecuencia será rehacer toda la propaganda de
la Jornada Mundial de la Juventud, que se realizará del 23 al 28 de julio en
Río de Janeiro, cambiando la imagen de Benedicto XVI por la de su sucesor, que
será elegido en marzo. La renuncia en sí misma no tiene mayores efectos. La
elección de un nuevo pontífice sí, dependiendo de la orientación que imprima a
la Iglesia Católica.
¿En ese sentido podemos anticipar una
modernización de la Iglesia?
F.B.- No soy optimista
por las siguientes razones: Benedicto XVI cumplirá un rol principal en la
elección del nuevo Papa. Y decidió continuar viviendo en el Vaticano. Es así
que la Iglesia corre el riesgo de tener por un tiempo un doble poder. El nuevo
Papa jamás hará algo que desagrade a su antecesor. Por lo tanto mantendrá la
prohibición de que se debatan en la Iglesia temas como el aborto, el fin del
celibato sacerdotal, el derecho de las mujeres al sacerdocio, el uso de
preservativos, la aplicación de células madre, la unión de homosexuales,
etcétera. Después de la muerte de Benedicto XVI entonces sí sabremos qué piensa
y qué quiere el nuevo pontífice.
¿De qué manera imprimió su conservadurismo Joseph
Ratzinger en América Latina y Brasil?
F.B.- No afirmo que
Benedicto XVI dio continuidad a Juan Pablo II (1978-2005) porque, de hecho, era
el inspirador y teórico de las medidas conservadoras tomadas por el polaco
Karol Wojtyla. Los dos se negaron a implementar las decisiones del Concilio
Vaticano II (1962-1965), ¡un encuentro realizado hace 50 años! Los dos
descartaron obispos progresistas y nombraron conservadores, dieron más
importancia a movimientos como el (ultraconservador) Opus Dei que a la Pastoral
Popular o a las Comunidades Eclesiales de Base. Y los dos eran eurocéntricos.
La diferencia es que
Juan Pablo II tenía la cabeza de derecha y el corazón de izquierda, o sea
conservador en la doctrina y progresista en las cuestiones sociales, tanto como
ser crítico del neoliberalismo y elogiar la revolución cubana. Benedicto XVI,
en cambio, nunca tuvo sensibilidad por las cuestiones sociales.
¿Qué rumbo pueden tomar a partir de su renuncia
las líneas progresistas dentro de la Iglesia, como la Teología de la
Liberación, que supieron tener un gran peso en América Latina?
F.B.- La línea
progresista perdura en las bases de la Iglesia Católica, a través de las Comunidades
Eclesiales de Base y de las pastorales populares (operaria, indígena, ancianos
y otras), en la producción de los teólogos de la liberación. No obstante, esta
estructura perdió en las últimas décadas el apoyo de obispos y cardenales.
El último censo de Brasil indica que la Iglesia
Católica perdió 1,7 millones de fieles entre 2000 y 2010. De este modo, el 64,6
por ciento de los 192 millones de habitantes del país se declaran seguidores de
esta fe, cuando en 1970 llegaban al 90 por ciento. ¿Cómo explica usted este
franco debilitamiento, que también se aprecia en el resto de América Latina?
F.B.- Estamos en un
cambio de época, en el pasaje de la modernidad a la posmodernidad. Sin embargo,
la Iglesia Católica todavía arrastra en sí resquicios medievales, como la
división territorial en parroquias, y apenas dialoga con la modernidad. De ahí
su dificultad para entender e insertarse dentro de la modernidad. La Iglesia
Católica ni siquiera sabe lidiar con las nuevas tecnologías electrónicas
esenciales para el trabajo de evangelización. Es en ese punto que las iglesias
neopentecostales son maestras, aunque su contenido sea alienante.
¿En ese contexto, qué posibilidad de revertir esa
merma de creyentes en Brasil tiene la Iglesia Católica con un nuevo Papa?
F.B.- La iglesia
católica en Brasil se ha vaticanizado cada vez más. La Conferencia Nacional de
Obispos, que tuvo un papel profético bajo la dictadura militar (1964-1985) [2]
y hasta los años 90, ahora se recoge en la sacristía, dejando de ser la voz de
los que no tienen voz.
[1] Artículo Publicado en IPS.
Referencia: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=102359
[2] Por su actuación política opositora, Frei Betto
fue encarcelado en dos ocasiones por la dictadura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario