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domingo, 20 de enero de 2013

Chuck Hagel: Revisando las Posturas estratégicas de Estados Unidos?

En la foto,el ex senador de Nebraska Chuck Hagel escucha mientras el presidente Barack Obama anuncia su nombramiento como secretario de defensa en la Casa Blanca el último 7 de junio. (Foto: Brooks Kraft, Corbis)


Por Neelam Deo [1]
Publicado el 15 de enero 2013

Barack Obama, el presidente de EE.UU. ha comenzado a sustituir a los funcionarios del gabinete salientes en su primer mandato. Como era de esperarse, ha nombrado al senador demócrata John Kerry para remplazar a la secretaria de Estado Hillary Clinton. Aunque algunos comentaristas han expresado sus reservas debido a su postura amistosa con Pakistán, se prevé que pasará el proceso de confirmación en el Senado.

Pero la elección del presidente Obama de optar por el ex senador republicano Chuck Hagel para que reemplace  a León Panetta como secretario de Defensa fue polémica incluso antes de su  anuncio formal el último 7 de enero. El nombramiento de Hagel para este sensible y demandante cargo,  es sin duda un caso sin precedentes que desafía la postura tradicional de los EE.UU. sobre sus  intereses estratégicos principales en el Medio Oriente.

En términos generales, hay dos aspectos importantes para que la oposición se unifique y uno de ellos, se considera un obstáculo potencialmente insuperable para la  confirmación de Hagel en el Senado.

El primer aspecto esta claro. La comunidad gay se opone al nombramiento de Hagel porque lo consideran hostil hacia ellos. Esto tiene un significado especial porque la política del Pentágono sobre la contratación y servicio de las personas abiertamente homosexuales en las fuerzas armadas es un trabajo que esta aún en desarrollo, y sobre todo su aplicación. Aunque Hagel se ha disculpado por una declaración hecha hace 15 años, la comunidad gay ha comenzado ya una campaña en contra de su nominación, a través de costosos anuncios a página completa en el influyente  Washington Post. Sin embargo, se considera que estos esfuerzos son poco probable que sean decisivos, pues a pesar que los derechos homosexuales cuentan con un amplio apoyo, no tienen un peso como para inclinar estas negociaciones o decisiones.

El segundo aspecto es más complejo y de múltiples facetas, lo constituye la bien conocida oposición del senador Hagel a las guerras y a su voluntad de negociación con sus eventuales oponentes. Su experiencia de combate como soldado en la guerra de Vietnam lo han imbuido de una actitud muy cautelosa en lo referente a los proyectos militares. Cuando postulaba como candidato en la campaña presidencial en el 2008, su mordaz critica al presidente republicano George W. Bush, sobre la guerra en Irak, le costó el apoyo de su mismo partido. Pero más allá de su críticas sobre la guerra de Irak, sus intenciones de negociación incondicional con Irán, incluyendo los aspectos del supuesto programa de armas nucleares, y su apertura al diálogo con Hamas,  son razones de fuerza para que grupos de presión israelíes y lobbies en los EE.UU., se estén organizando para oponerse a su candidatura. Como se recuerda, en el 2006, Hagel declaró en una entrevista: "La realidad política es que ... el lobby judío intimida a mucha gente aquí", refiriéndose al Senado. Y añadió: "Yo soy un senador de Estados Unidos. No soy un senador Israelí".

Los partidarios de Israel en los Estados Unidos no aceptan explicaciones sobre sentimientos que nazcan en la premisa de ignorar el largo sufrimiento del pueblo palestino y el de no hacer la paz con ellos, esto no es parte de los intereses de Israel a largo plazo. Esto toca puntos sensibles que durante mucho tiempo solo se han comentado, y de los que nada se ha hecho en los círculos de propuestas políticas en  Washington: si los intereses de EE.UU. e Israel en el Medio Oriente convergen, o si  se cuestiona la política de EE.UU. sin tildarla de anti -semita.

Se plantea la cuestión de, si los Estados Unidos deben siempre apoyar plenamente a Israel, independientemente de la postura del gobierno israelí, e incluso cuando lleve a cabo acciones contrarias a las políticas establecidas de EE.UU. como son el continuar construyendo asentamientos humanos en los territorios ocupados, obstaculizar el proceso de paz, y actuar con abierta hostilidad hacia Irán, así como con otros países árabes de la región.

El apoyo incondicional a Israel es una demanda planteada por las organizaciones judías estadounidenses a los miembros del Congreso de EE.UU., en las que  condicionan su importante apoyo financiero y político.

El presidente Obama ha sido acusado de brindar menos apoyo a Israel, a pesar de sus frecuentes declaraciones de que el vínculo de EE.UU. con Israel es inquebrantable. Sus relaciones con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha sido tan distantes, que Netanyahu dio a conocer su preferencia por Mitt Romney en la campaña presidencial del 2012. A pesar de todo, o quizás debido a las  numerosas descortesías de Netanyahu a Obama, cerca de un 70 por ciento de  judíos estadounidenses se cree han votado por los demócratas.

Cuando esta cuestión se planteó figuradamente en el pasado, como la de “una cola israelí que mueve al perro Americano”,  la reacción de los partidarios de Israel ha sido siempre como un latigazo.

En marzo de 2006, los profesores Stephen Walt de la Universidad de Harvard y John Mearsheimer de la Universidad de Chicago, escribieron un ensayo titulado "El lobby israelí y la política de relaciones exteriores de los EE.UU.", en el que se sostiene que los Estados Unidos han dañado sus propios intereses en el mundo árabe debido a su ciego apoyo a Israel. Tan poderosa fue la respuesta del lobby de Israel que Harvard retiró el ensayo de su página Web. De hecho el ensayo había sido puesto en el sitio Web, porque ninguna editorial se hubiera arriesgado a publicarla. Finalmente, el ensayo fue aceptado por el “London Review of Books” y  publicado en forma de libro en los Estados Unidos por Farrar Strauss y Jerónimo en el 2007.

En el 2006, el ex presidente Jimmy Carter publicó un libro titulado "Palestina: Paz no Apartheid” (Paz y No separación racial)", lo que provocó la indignación de Israel y sus partidarios estadounidenses. No interesó que fuera el presidente Carter, quien guiara los acuerdos de Camp David, en los que el entonces presidente egipcio Anwar Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin ganaran el Nobel de la Paz.  Estos acuerdos también tuvieron su efecto entre los árabes,  Egipto fue considerado una paria en el mundo árabe, porque creaba la idea de los Estados Unidos como un garante de la seguridad israelí.

Años después,  mientras Carter escribía su libro, pudo haber tenido sus dudas acerca de la intransigencia israelí hacia los palestinos. El resultado fue que 14 miembros de la Junta de Consejeros del Centro Carter, todos generosos donantes judíos renunciaron en masa.

Por supuesto que han habido otros intentos de diseño de estrategias para “ganar-ganar”, para asegurar los intereses de Israel y los EE.UU. en el Oriente medio. En el 2008, una organización autodenomina J Street fue creada, principalmente por personas de origen judío, para asumir tareas de una Liga Anti-Difamación, a ellas se sumaronn el Comité Americano-Israelí de Acción Política, el Comité Judío Americano y otros influyentes partidarios de Israel en el Congreso de los EE.UU. . Estas organizaciones han definido un perfil acorde a los objetivos que buscan y su sola existencia la consideran una especie de victoria.

Sea o no confirmada la nominación de Hagel, el gobierno de Obama continuará revisando su posición estratégica en el Oriente Medio. Un veterano de guerra condecorado como Hagel, cuyos sentimientos contra la guerra no han sido dejados de lado,  lo llevan a ser el hombre que supervise una reducción en los gastos de defensa y gestione la transición hacia una presencia económica acorde a una postura global, en momentos en que los aliados europeos de Estados Unidos, están atrapados en una crisis en la Eurozona y en que están reduciendo sus propios compromisos de defensa de manera firme. Además, esto puede ser un buen momento para revivir el proceso de paz en una región donde el sufrimiento de los palestinos ha causado resentimiento hacia los Estados Unidos.

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Chuck Hagel: Revising U.S. Strategic Postures?

Former Nebraska Sen. Chuck Hagel listens as President Barack Obama announces 
his nomination as secretary of defense at the White House on June 7. 
(Photo: Brooks Kraft, Corbis)


By Neelam Deo

January 15, 2013

U.S. President Barack Obama has begun replacing departing cabinet level officials from his first term. As expected, he has nominated Democratic Senator John Kerry to succeed Secretary of State Hillary Clinton. Although some commentators have expressed reservations about his being too Pakistan friendly, it is expected that he will sail through the confirmation process in the Senate. But Obama's choice of former Republican Senator Chuck Hagel to replace the retiring Leon Panetta as defense secretary became controversial even before the formal announcement on Jan. 7. The nomination of Hagel for this sensitive, senior position is an unprecedented case of challenging the conventional U.S. position on its primary strategic interests in the Middle East.

Broadly speaking there are two important issues, and one potentially insuperable impediment to his Senate confirmation, around which opposition is coalescing. The first is clear cut. The gay community opposes Hagel's nomination because it believes him to be hostile to them. This has special significance because the Pentagon's policy regarding recruitment and service of openly gay people in the armed forces remains a work in progress, especially in its implementation.

Although Hagel has apologized for a statement made 15 years ago, the gay community has already begun campaigning against his confirmation, including through full-page advertisements in the pricey and influential Washington Post. However, their efforts are unlikely to be decisive because while gay rights have widespread support, they are not deal-breakers. 

The second much more complex and multi-faceted issue constitutes Senator Hagel's well-known opposition to wars and willingness to negotiate with opponents. His bruising experience as an enlisted man in the Vietnam War has imbued him with a very cautious attitude towards military undertakings. When he considered a presidential run in 2008, his trenchant criticism of Republican President George W. Bush's war in Iraq cost him support within his party. But more than his past criticism of the conduct of the Iraq war, his calls for unconditional negotiations with Iran, including on the issue of its alleged nuclear weapons program, and openness to talks with Hamas are among the reasons why the Israeli lobbies in the U.S. are organizing to oppose his candidature. In 2006 Hagel said in an interview, "The political reality is that … the Jewish lobby intimidates a lot of people up here," meaning in the Senate. He added, "I am a United States Senator. I'm not an Israeli Senator."

Supporters of Israel in the United States don't buy the explanation that these sentiments come from the premise that ignoring the long suffering of the Palestinian people and not making peace with them was not in Israel's long-term interest. This touches on something that has long been whispered in policymaking circles in Washington but seldom articulated: whether U.S. and Israeli interests in the Middle East always converge, and further, whether it is possible to question U.S. policy related to Israel without being castigated as an anti-Semite. It begs the question of whether or not the United States must always fully support Israel regardless of the nature of the Israeli government, and even when it undertakes actions contrary to stated U.S. policy, such as continuing to build settlements in the occupied territories, obstructing the peace process, and acting with open hostility toward Iran as well as toward other Arab countries in the region. Unconditional support for Israel is the demand put forth by American Jewish organizations to members of the U.S. Congress, on which they condition their considerable financial and political support.

President Obama has himself been accused of being less than fully supportive of Israel, despite his frequent assertions that the U.S. bond with Israel is unbreakable. His relations with Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu have been so distant that the latter made known his preference for Mitt Romney in the 2012 presidential campaign. Despite or perhaps because of Netanyahu's many discourtesies to Obama, about 70 percent of Jewish Americans are believed to have voted Democrat.

When this issue has come up in the past—that of the Israeli tail that wags the American dog—the backlash from supporters of Israel has been like a whiplash. In March 2006, Professors Stephen Walt from the University of Harvard and John Mearsheimer from the University of Chicago wrote an essay titled "The Israel Lobby and U.S. Foreign Policy," which argued that the United States has damaged its own interests in the Arab world through its blind support of Israel. So powerful was the Israel lobby that Harvard took the essay down from its website. It had been put on the website in the first place because no publisher would risk publishing it. Eventually the essay was carried by the London Review of Books and ultimately published in book form in the United States by Farrar Strauss and Jerome in 2007.

In 2006, former President Jimmy Carter published a book titled "Palestine: Peace not Apartheid," which elicited outrage from both Israel and its U.S. supporters. It mattered not that it was President Carter who shepherded the Camp David Accords, for which the then Egyptian President Anwar Sadat and then Israeli Prime Minister Menachem Begin won the Nobel Peace Prize. Incidentally, the Accords made Egypt a pariah in the Arab world because they created a guarantor of Israeli security. All those years later, while writing his book, Carter may have had misgivings about the consequences of Israeli intransigence toward the Palestinians. The result was that 14 members of the Carter Center Board of Councilors, all Jewish and probably generous donors, resigned en masse.
Of course there have been other attempts to craft more win-win strategies for securing Israeli and U.S. interests in the Middle East. In 2008, an organization calling itself J Street was set up, mainly by people of Jewish heritage, to take on the Anti-Defamation League, the American Israeli Political Action Committee, the American Jewish Committee and other influential supporters of Israel in the U.S. Congress. It has not acquired a profile anywhere near that of those it challenges, but its continued existence is a sort of victory.

Whether or not Hagel gets confirmed, the Obama administration will continue to review its strategic posture in the Middle East. A decorated war veteran like Hagel, whose anti-war sentiments cannot be dismissed, may be the man to oversee a reduction in defense expenditure, and manage a more graceful transition to a tighter and more affordable global presence at a time when America's European allies, caught in the Eurozone crisis, are reducing their own defense commitments even more sharply. Also, this may not be a bad time to revive the peace process in a region where nothing has caused more resentment towards the United States as the suffering of the Palestinians.

This article was originally published by Gateway House: Indian Council on Global Relations. Ambassador Neelam Deo is director at Gateway House in Mumbai. She has been India's ambassador to Denmark and Ivory Coast with concurrent accreditation to several West African countries, joint secretary for Bangladesh, Sri Lanka, Maldives and Myanmar.

[1] El Embajador Neelam Deo es director en Gateway House en Mumbai. Ha sido embajador de la India en  Dinamarca y Costa de Marfil con acreditación simultánea a varios países de África Occidental, es también secretario adjunto de Bangladesh, Sri Lanka, Maldivas y Myanmar.  Este artículo fue publicado originalmente por Gateway House: Consejo Indio de Relaciones Globales.

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