¿Está tu futuro próximo, o lejano?
Imagen: iStock / Andrejs Pidjass
Un estudio internacional sugiere que las forma del idioma
moldean nuestras forma de pensar y por ende el como planeamos llegar al futuro
Por Ozgun Atasoy [1]
Revista Cientifica Americana,
(traducción Jorge Contreras)
¿Acaso el idioma que hablamos determina qué tan saludables
y ricos vamos a ser?
Una nueva investigación de Keith Chen, de la Escuela de
Negocios de Yale sugiere que sí. La estructura de las lenguas afecta nuestros
juicios y decisiones sobre el futuro y podría tener dramáticas consecuencias a
largo plazo.
Ha habido mucha investigación sobre cómo se aborda el
futuro. Por ejemplo, los famosos estudios
de malvavisco de Walter Mischel y sus colegas mostraron que la capacidad de
resistir a la tentación permite predecir los éxitos a futuro. Niños de cuatro
años de edad, recibieron un malvavisco y se les pidió que si no los comían y esperaban al regreso de los encargados
de la prueba, iban a recibir dos malvaviscos en vez de uno. Los estudios de
seguimiento mostraron que los niños que fueron capaces de esperar por una mayor
recompensa futura se convirtieron en más exitosos jóvenes adultos.
Resistir a nuestros impulsos por el placer inmediato es a
menudo la única manera de lograr resultados que son importantes para nosotros.
Queremos mantener una figura delgada, pero también queremos esa última rebanada
de pizza. Queremos una jubilación cómoda, pero también queremos conducir ese
coche deslumbrante, ir en ese viaje de ensueño, o conseguir esos zapatos
magníficos. Algunas personas son mejores para controlarse y esperar por la
gratificación antes que otros. Esa gente tiene una mejor oportunidad de
acumular riqueza y mantener un estilo de vida saludable. Ellos son menos
propensos a ser impulsivos compradores o fumadores o a mantener relaciones
sexuales sin protección.
Los recientes hallazgos de Chen sugieren que un factor
poco probable, el lenguaje, afecta en gran medida nuestro comportamiento
orientado al futuro. Algunos lenguajes distinguen fuertemente el presente y el
futuro. Otros idiomas distinguen débilmente el presente y el futuro. Una investigación
reciente de Chen sugiere que las personas que hablan lenguas que distinguen
débilmente el presente y el futuro están mejor preparados para el futuro. Estas
personas acumulan más riqueza y son capaces de mantener mejor su salud. La
manera en que estas personas conceptualizan el futuro es similar a la forma en
que conceptualizan el presente. Como resultado de ello, el futuro no se siente
muy distante y es más fácil para ellos el actuar de acuerdo con sus intereses
futuros.
Idiomas diferentes tienen diferentes maneras de hablar del
futuro. Algunos idiomas, como el inglés, el coreano y el ruso, exigen a sus
hablantes nativos referirse al futuro de forma explícita. Cada vez que nativos del idioma inglés hablan acerca del
futuro, tienen que usar los marcadores de futuro, tales como "voluntad
(will)" o "ir a (going to)". En otros idiomas, como el chino
mandarín, japonés y alemán, los marcadores de futuros no son imprescindibles.
El futuro se habla a menudo de forma similar al presente y se entiende el
significado por el contexto. Un orador mandarín que va a asistir a un seminario
podría decir: "Wo qu ting jiangzuo ", que se traduce como "Voy
escuchar el seminario". Lenguas como el inglés constantemente demandan que
sus hablantes nativos recuerden que los acontecimientos futuros son distantes.
Para los hablantes de lenguas como el mandarín el futuro se siente más cerca.
Como consecuencia de ello, resistirse a los impulsos inmediatos e invertir en el
futuro es más fácil para los hablantes de mandarín.
Chen analizó datos individuales de 76 países desarrollados
y en desarrollo. Estos datos incluyen las decisiones económicas de la gente,
como el ahorro de dinero del año anterior, los idiomas que hablan en el hogar,
la demografía y factores culturales como "el ahorro es un valor cultural
importante para mí." También analizaron datos a nivel individual en la
gente jubilada, los hábitos de fumar y de hacer ejercicio, y la salud general
de personas de edad avanzada. Por último, analizaron datos a nivel nacional que
incluía tasas nacionales de ahorro, PIB del país y las tasas de crecimiento del
PIB, la demografía en los países y la proporción de personas que hablan idiomas
diferentes.
Las tasas de ahorro de las personas se ven influenciadas por
diversos factores como sus ingresos, nivel de educación, edad, filiación
religiosa, los sistemas legales de sus países, y sus valores culturales.
Después de considerar estos factores, resultó que el lenguaje influye en las
tasas de ahorro de las personas de gran manera. Hablar un idioma que tiene
marcadores obligatorios sobre el futuro, tales como el inglés, hace que un 30% de la gente este menos propensa a
ahorrar dinero para el futuro. Este efecto es tan grande como el efecto del
desempleo. Estar desempleado disminuye la probabilidad de ahorro en un 30 por
ciento.
Similar análisis mostró que hablar una lengua que no tiene
marcadores obligatorios sobre el futuro, como el mandarín, hace que las
personas acumulan más activos de jubilación, fumen menos, hagan más ejercicio,
y en general tengan una vejez más saludable. Las tasas de ahorro nacional de
los países también se ven afectados por el lenguaje. Tener una mayor proporción
de personas que hablan lenguas que no tienen marcadores obligatorios sobre el
futuro hace que las tasas nacionales de ahorro sean más elevadas.
Esta es una manera poco convencional de explicar las decisiones
de ahorro y consumo de las personas y comportamientos relacionados con la
salud. Los factores más convencionales incluyen factores de disposición, situacionales,
motivacionales y culturales. Los estudios de los malvavisco muestran que
factores de disposición, como el ser capaces de esperar una gratificación son habilidades
innatas. Otras investigaciones han examinado los factores situacionales. Por
ejemplo, los investigadores han demostrado que simplemente reorganizando la
colocación de los alimentos y bebidas en una cafetería se puede mejorar las
ventas de alimentos saludables. Otra investigación se centró en los factores
motivacionales. Las personas a menudo tienen que frenar sus deseos actuales de
consumo con el fin de alcanzar una meta futura de estar fuera de toda deuda.
Los investigadores han demostrado que el cierre de pequeñas cuentas de deuda da
un sentido de logro al principio, aumenta la motivación y aumenta la
posibilidad de deshacerse por completo de la deuda. El efecto motivacional es
beneficioso aún si el cierre de pequeñas cuentas de deuda no tiene sentido
económico, por ejemplo, cuando las cuentas de la deuda más grandes tienen
mayores tasas de interés unidos a ellos. Otros estudios han investigado los
factores culturales. Se ha argumentado que los estadounidenses gastan más de lo
que necesitan porque quieren emular los estilos de vida y patrones de gasto de
las personas que son mucho más ricos que ellos. Loa descubrimientos de Chen
sugieren que tal vez deberíamos concentrarnos más en cómo hablamos acerca del
futuro con el fin de mejorar nuestras toma de decisiones.
Estos resultados proporcionan evidencia de la relación
lenguaje-cognición, lo que ha suscitado cierta controversia entre los
investigadores. Los primeros pensadores del siglo 20, como Ferdinand de
Saussure y Ludwig Wittgenstein fueron los primeros en argumentar que el
lenguaje puede afectar la forma de pensar y actuar. Más recientemente, Steven
Pinker argumentó que pensamos de una gramática universal y que los lenguajes no
dan forma significativa a nuestro pensamientos . La cuestión sigue siendo
objeto de acalorados debates.
A un nivel más práctico, los investigadores han estado
buscando formas de ayudar a las personas para que actúen de acuerdo con sus
intereses a largo plazo. Recientes hallazgos sugieren que hacer sentir que el
futuro esta más cerca del presente, podría mejorar el comportamiento orientado
hacia el futuro . Por ejemplo, los investigadores presentaron recientemente las
personas con las representaciones de sí mismos en el futuro hechos con algoritmos
de progresión de edad para prever cómo iba a cambiar la apariencia física con
el tiempo. Un grupo de participantes vio una representación digital de su presente
en un espejo virtual, y otro grupo vio una versión de su edad transformada en
el futuro. Aquellos participantes que vieron la versión transformada de la edad
de su futuro destinaron hipotéticamente más dinero a una cuenta de ahorros. La
intervención trajo al presente el futuro de la gente y como resultado ellos
buscaron ahorrar más para el futuro.
Las investigaciones de Chen demuestran que el lenguaje estructura
nuestros pensamientos relacionados al futuro. El lenguaje ha sido utilizado para
alterar la percepción del tiempo con efectos sorprendentes. Ellen Langer y sus famosos
colegas mejoraron la salud física de las personas mayores mediante
intervenciones sencillas como el pedirles hablar sobre los acontecimientos de
hace veinte años como si estuvieran sucediendo ahora. Hablar del pasado, como
si se tratara del presente cambio la mentalidad de las personas y su forma de
pensar afectó sus estados físicos. La investigación de Chen apunta a la
posibilidad de que la forma en que hablamos sobre el futuro puede dar forma a
nuestra mentalidad. El lenguaje puede desplazar el futuro hacia delante y atrás
en nuestro espacio mental y esto podría tener influencias dramáticas en
nuestros juicios y decisiones.
[1] Ozgun Atasoy
es un candidato al doctorado en el Departamento de Marketing de la escuela de
administración de la Universidad de Boston. Sus investigaciones se centran en
las decisiones financieras que la gente hace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario