Así como en las peripecias de Pinocho, este muñeco de madera
busca afanosamente, a través de sus propias mentiras y verdades, alcanzar a
convertirse en ser humano, y por ello va descubriendo sus responsabilidades al
soportar los requerimientos de la ley. Muchos de nosotros, humanos, caminamos también con mentiras y
verdades a cuestas en el largo camino de la vida y del conflicto, para alcanzar
nuestra constitución etica, y
llegamos a comprender como Pinocho, que para avanzar en este camino no solo tenemos
que dejar las tentaciones y estudiar, sino también ser solidario y preocuparnos
por los demas, llevar una vida buena, honesta y juiciosa, un camino que muchos aún
no comprenden, por aferrarse a falsedades y por lo que aún tendran un largo
recodo que atravesar.
La historia de Pinocho del escritor Carlos Collodi apareció
por primera vez en Florencia bajo el título de Storia de un burattino (1881) en
el Giornale per i bambini, para luego ser publicada con el título definitivo de
Las aventuras de Pinocho en 1883. La obra narra la historia de un muñeco de
madera llamado Pinocho que debe atravesar un sinfin de pruebas con la finalidad
de alcanzar la madurez necesaria para convertirse en un niño de verdad; el
camino adoptado por Pinocho, en realidad, simboliza la renuncia del placer y la
autosatisfacción por el descubrimiento de la responsabilidad inherente al
cumplimiento de la ley.
El Derecho y sus mentiras
Para Manuel González Piñeiro, las normas jurídicas son tales
no porque gocen de ninguna cualidad intrínseca y especial que les otorgue ese
carácter, sino simplemente porque son ficciones respaldadas en su cumplimiento
por el poder coercitivo del Estado, y esto se debe a que las ficciones, a su
vez, representan los conceptos de lo bueno y lo malo, y que al vincularlos con
los conceptos del placer y del dolor, respectivamente, adquieren significados
asequibles al pueblo [1]. En este
contexto, la tendencia megalómana de Pinocho de inventarse mentiras para
justificar las reiteradas desobediencias a su padre, en puridad, constituyen un
cierto tipo de ficciones inverosímiles que carecen de todo respaldo de autoridad
y que tienen como único objetivo eludir el dolor.
El carácter dual de los personajes de Pinocho permiten a su
protagonista adentrarse en la paradoja de la naturaleza humana que permite
comprender el porqué los hombres pueden ser buenos y malos al mismo tiempo [2],
y asumir cómo el placer y el dolor muchas veces pueden llegar a entrelazarse de
una manera muy extraña. Lamentablemente, la mente infantil de Pinocho intentará
sin fortuna aislar el placer del deber, la diversión de la escuela, la vida del
vagabundo en relación con la del trabajo, bajo la tierna ilusión de creer en la
existencia del país mágico de los juguetes, donde los niños solamente están
obligados a divertirse todos los días de la semana.
Las ficciones del Derecho no deben ser valoradas
negativamente e incluso la palabra derecho es una entidad ficticia indispensable
para que el discurso humano pueda llevarse a cabo [3],
de otra manera ocurriría lo que le sucede a Pinocho, que enredado en sus
propias mentiras debe afrontar las graves consecuencias de sus actos, como si
el mundo real pudiera articularse con obligaciones sin fuerza y derechos sin
necesidad de valor [4], un universo
de mentiras que elimina el placer y el dolor entre la terrible sensación de la
inocuidad. La ficción puede alimentar a la justicia, pero ¿la mentira está en
condiciones de nutrir al Derecho?
Pinocho ante la Ley
En opinión de Alfonso Serrano, las teorías de control social
están convencidas de que los controles internos y externos son los que impiden
que las personas recaigan en el delito; en el caso de los menores, resulta
vital el papel de la escuela, por su gran capacidad de observación del
comportamiento desviado de sus alumnos y el rol complementario del maestro en
mantener la disciplina [5].
Para los criminalistas de esta teoría, la existencia del delito se explica por
la concurrencia de dos elementos, en principio, un sujeto con autocontrol bajo
y, después, la concurrencia del factor oportunidad [6];
en el caso concreto de Pinocho se reúnen exactamente una educación inefectiva,
porque el muñeco de madera elude reiteradas veces ir a la escuela, y la
oportunidad surge a propósito de las malas compañías que por mero desatino lo
llevarán hasta la cárcel.
Si bien es factible reescribir la historia de Pinocho como
la fábula del violentamente represivo proceso de socialización de los niños de
la edad moderna, donde el Grillo-Parlante tiene la misión de demarcar las
reglas de juego sociales y las posibles reacciones en caso de desobediencia [7],
también se puede leer esta historia con un perfil antiautoritario que contrasta
la riqueza con la pobreza y devela la hipocresía del sistema judicial [8];
sobre este tema resulta aleccionadora la historia del engaño de que fuera
objeto Pinocho por parte de la zorra y el gato, cuando entierra cuatro monedas
de oro en el Campo de los Milagros con la esperanza de ver germinar y florecer a
la mañana siguiente un bellísimo árbol cargado de monedas de oro.
Lo particular de esta situación reside en que una vez
consciente del fraude, Pinocho acude ante el juez del País de los Zoquetes
proporcionando los nombres de los bandidos y pidiendo justicia; sin embargo,
muy a su pesar, en ese acto el magistrado dispuso: “–A este pobre diablo le han
robado cuatro monedas de oro, ¡agárrenlo y métanlo preso enseguida!” [9],
con lo que el muñeco de madera debió permanecer cuatro meses recluido en
prisión hasta que el joven emperador, a manera de gracia, resolvió dar libertad
a todos los malandrines.
Algunos han interpretado que el episodio del juicio a Pinocho
denuncia la retórica proteccionista de los sistemas tutelares de menores en el
siglo XIX, cuando se castigaba la independencia prematura infantil y se restringía
la autonomía juvenil [10];
no obstante, adicionalmente el pasaje admite otra interpretación, en el sentido
de que Pinocho es apresado por ser reo de sus propias mentiras en un mundo
donde se condena la ingenuidad, una suerte de metáfora jurídica farsesca de la
justicia al revés, o lo que es mejor, del no país, no ley y no justicia.
La imagen de Pinocho recurriendo a la justicia puede servir
de irónica ilustración a la crónica de un sistema judicial acostumbrado a
moverse, cual muñeco de madera, al vaivén de los hilos invisibles del poder,
pero con la esperanza de convertirse alguna vez en una justicia humana de
verdad.
El corazón jurídico de un niño
Para el filósofo Benedetto Croce, la madera de la cual ha
sido labrado Pinocho es la humanidad, por cuanto su historia es la fábula de la
vida humana, del bien y del mal, de los errores y de la enmienda, del ceder a
la tentación para finalmente entrar en la vida como el hombre que emprende el
noviciado [11].
La vida de Pinocho describe el largo camino de la constitución ética de la
persona; por ello, al principio, actuando bajo el influjo del placer, cede a las
tentaciones al abandonar la escuela y dedicarse a la vida del vagabundo; por lo
que el Grillo-Parlante, vaticinando su futuro, le recrimina: “¡Ay de aquellos
muchachos que desobedecen a sus padres y abandonan por capricho la casa
paterna! No serán felices en este mundo y tarde o temprano tendrán que arrepentirse
amargamente" [12].
El aprendizaje ético de Pinocho comienza con su preocupación
por el bienestar de los demás y su vocación creciente a la solidaridad; para
Paul Ricoeur, la auténtica relación del sí mismo con su otro no es sino la
constante búsqueda de igualdad moral a través de todos los posibles caminos de
reconocimiento [13], en otras
palabras, tener al otro en consideración es hacerlo salir del anonimato y
distinguirlo como un quien cuya fragilidad es tan original como la de uno [14].
La preocupación de Pinocho por su padre Gepeto permitirá el desarrollo de este
sentimiento de solidaridad en su joven corazón de madera, y el deseo de lograr
la recuperación de su alicaída salud hará que Pinocho comprenda la necesidad de
llevar una vida buena y honesta en medio de instituciones justas; así lo
demuestra cuando trabaja para Hortelano por cinco meses dando vueltas a la
noria, tejiendo canastas y cestas de mimbre, y administrando juiciosamente los
gastos diarios [15].
La vida buena depende del conjunto de elementos imaginados o
vividos que nuestra percepción recibe y alimenta como los que colaboran con una
felicidad verdadera [16]; por este
motivo, las buenas acciones de Pinocho para lograr la rehabilitación de su
padre le permitirán acceder a la vida buena y lograr, gracias al hada madrina,
su ansiada conversión de un muñeco de madera en un niño de verdad; las palabras
de Gepeto así lo descubren: “El cambio repentino que ha habido en nuestra casa
se debe a ti (...) porque cuando los niños malos se transforman en buenos,
tienen la virtud de hacer aparecer todo con aspecto nuevo y sonriente, ¡aun a
las viejas casas de sus familias!” [17].
La felicidad verdadera de Pinocho y Gepeto ratifica que lo
justo atiende el lado de lo bueno cuando esta cualidad extiende desde las
relaciones interpersonales a todo orden de instituciones, y el lado de lo legal
cuando confiere a la ley su coherencia y derecho de obligación dentro del
sistema jurídico [18]; por eso,
la transformación del muñeco de madera en un ser humano adquiere un cierto halo
de justicia equiparable probablemente con el tierno anhelo de un niño de contar
por siempre con un corazón de verdad.
[1] GONZÁLEZ
PIÑEIRO, Manuel. En “La Ficción de la Justicia” de Teoría de las Ficciones de
Jeremy Bentham. Traduc. Helena Goicochea. Madrid-Barcelona, Marcial Pons
Ediciones Jurídicas y Sociales S.A., 2005, p. 29.
[2] VASCO,
Irene. Las Aventuras de Pinocho. Historia de la mentira más larga del mundo.
Vid. www.cuatrogatos.org/9vasco.html.
[3] BENTHAM, Jeremy. Teoría de las
Ficciones. Traducción de Helena Goicochea. Madrid-Barcelona, Marcial Pons
Ediciones Jurídicas y Sociales S.A., 2005, p. 163.
[4] BENTHAM, J.
Op. Cit. p. 184.
[5] SERRANO
MAÍLLO. Alfonso. Introducción a la Criminología. Lima, ARA Editores, 2004, p.
354-363.
[6] SERRANO M.
A. Op. Cit. p. 365.
[7] CORTÉS,
Julio M. Pinocchio y el Control Social. Las Aventuras de Pinocchio (o la fábula
de la victoria de la socialización represiva sobre la resistencia infantil).
Vid. www. Lecturas de infancia.blogspot.com/2008/01/pinocchio-y-el-control-social.htm.
[8] Vid. www.kirjasto.sci.fi/collodi.htm
[9] COLLODI,
Carlo. Pinocho. Traducción Antonio José Restrepo. Panamericana Editorial Ltda.,
Cuarta Reimpresión, Bogotá, 2001, p. 124
[10] CORTÉS, J.
Ibid.
[11] Ibidem
[12] COLLODI, C.
Op. Cit. p. 36.
[13] BEGUÉ,
Marie-France. La Poética del Sí Mismo. Buenos Aires, Editorial Biblios, 2002,
p. 292.
[14] BEGUÉ, M.
Op. Cit. p. 289.
[15] COLLODI, C.
Op. Cit. p. 278.
[16] BEGUÉ, M.
Op. Cit. p. 288.
[17] COLLODI, C.
Op. Cit. p. 283.
[18] BEGUÉ, M.
Op. Cit. p. 296.
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