En algún lugar al norte del río Chongchon, mientras luchaba con la 2da División de Infantería, el sargento mayor de primera clase, de Cleveland, líder del escuadrón de armas, señala a su equipo de ametralladora, una posición dirigida por los comunistas de Corea del Norte, noviembre de 1950.
El autor comenta las diferencias entre un ejercito democrático, sistema tradicional antiguo del Ejército de Estados Unidos, con apoyo de la sociedad y un ejército modero y profesional como el actual, con una indiferencia pública y política.
Por William Pfaff
En un evento reciente en Aspen, Colorado, el general de ejército Stanley McChrystal, ex comandante de la Fuerza Internacional en Afganistán, declaró que Estados Unidos debería volver al antiguo sistema nacional de reclutamiento para seguir librando sus guerras. "Creo que necesitamos un servicio nacional", dijo el general al respecto. McChrystal sostuvo que un ejército profesional no es representativo de la ciudadanía, y si un gobierno va a la guerra, "todo el mundo debería tener que jugarse el pellejo ... cada ciudad, cada pueblo, debería exponerse al riesgo".
Entiendo el sentimiento del general y siento simpatía por el, pues el, sirvió en el ejército cuando el reclutamiento formaba parte de la vida de casi todos los jóvenes americanos. Puedo entender porque comprende que la restauración de la moral nacional americana, la unidad , el sentido de la solidaridad y el patriotismo que quiere ver, no esta en las actuales condiciones de servicio de las fuerzas armadas nacionales.
McChrystal hizo sus comentarios durante un debate sobre la actual polarización y división social en los Estados Unidos, la situación de los jóvenes descontentos y alienados, la desigualdad y la pérdida de la unidad nacional. De acuerdo con una fuente en el Diario Financial Times, el público -la clase de gente que va a las conferencias de Aspen- se puso de pie y lo ovacionaron, y McChrystal recibió más aplausos al final de la presentación, que cualquier otro orador en la plataforma. La posibilidad de un ataque al país desde el planeta Marte, o de hordas de algún Califato musulmán de yihadistas, representa para algunos círculos conservadores una amenaza para toda la civilización occidental, y el restablecimiento del antiguo reclutamiento militar es imposible en los Estados Unidos de hoy.
Los EE.UU. tuvo el servicio nacional (de reclutamiento) desde septiembre de 1940, justo antes de la Segunda Guerra Mundial, hasta el año 1971, cuando la guerra de Vietnam estaba terminando. Fue aceptado por una resolución patriótica desde su inicio, y odiado por su fin. Yo pertenezco a esta época, tuve la oportunidad de vestir el uniforme de mi país, recibí el entrenamiento de oficiales de reserva en la escuela secundaria, en 1942, cuando tenía catorce años de edad. Me volví a colocar el uniforme en la guerra de Corea y no me lo quite hasta el año 1958, hasta alcanzar el limite de años de servicio en la reserva activa. Eso hace un total de dieciséis años.
No puedo decir que disfruté el servicio militar, pero aprendí mucho, acerca de mí y de los demás -incluyendo a los jóvenes de raza negra que constituían casi la mitad sureña y rural, de nuestra compañía de entrenamiento básico (donde fui no solo el único graduado de la universidad, sino también el único graduado de la escuela secundaria). Esto sucedió sólo dos años y medio después que el presidente Harry Truman ordenara la abolición de la segregación racial. El ejército regular, -siempre fue una institución formada por gente del sur- odiaba y temía las consecuencias de ese orden, pero respondían a ello con "sí, señor" y esto produjo , sin lugar a dudas, el programa más grande y exitoso de ingeniería social que los Estados Unidos habían experimentado . También dio lugar a la forma de creación de las más exitosas carreras sociales y profesionales para jóvenes de raza negra de las comunidades pobres del país.
El ejército, en mi opinión, tuvo más resultados en la eliminación de la segregación en los Estados Unidos que el mismo movimiento de derechos civiles de la década de 1960. A partir de 1948, casi todos los jóvenes que cumplían los requisitos para el ejército en los Estados Unidos tuvo la experiencia de ir y vivir junto a otros estadounidenses de todos los colores, todos en estricto orden alfabético, todos juntos en las antiguas barracas militares, sin divisiones, dormir lado a lado, compartiendo las carpas de campaña en los campamentos, algo equivalente a una hermandad resistiendo el frío, el calor, la incomodidad, y la miseria del entrenamiento militar, y después en el servicio regular. Los niños con los que me entrené -y que eran niños- fueron casi todos ellos programados para convertirse en reemplazos de infantería en lo que se llamó comúnmente “remplazo congelado” o sin opción a cambio.
Cuando la guerra termino, los sobrevivientes, blancos y negros, no regresaron a casa en el estado de Georgia a estar juntos en las noches de los sábados. Ellos difícilmente se volvieron a ver. Pero esos dos años de servicios, los cambió. Sin duda, cambió mucho más a la generación de jóvenes sureños blancos que sirvió y que una década y media más tarde estuvieron dispuestos a aceptar el fin de la segregación racial, aún a pesar de que algunos no les gustara. Una relación de respeto de hombre a hombre se había formado durante el servicio militar entre blancos y sus contemporáneos negros.
Por supuesto, uno puede morir en el ejército. Ese es el lado negativo del mismo. Uno puede perder algunas parte del cuerpo en una explosión. Hoy en día también uno puede adquirir trastorno de estrés postraumático, que no se conocía en aquel entonces, pero el ejercito estaría más experimentado, al igual que cualquier ejército en la historia. Yo fui un militar romántico, y ello me salvo de ser un incapaz de aceptar la benevolencia, o la ineficiencia, o de adquirir la lógica de un vendedor de servicios en un almacén general, por lo cual ahora estoy agradecido y por lo que no tengo ningún cuento o error de soldado viejo para contar.
Unos años más tarde, tuve la ocasión de ver de nuevo el ejército en Vietnam (como viajero y escritor), y me di cuenta que el servicio militar nacional había sido destruido.
¿Qué lo destruyo?
En la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea todo el mundo sirvió. Fue por reclutamiento, fue patriótico, y fue también la única manera de hacerlo.
En Vietnam, debido al tiempo transcurrido en esta guerra, el ejército tuvo menos gente blanca que en el caso en la Guerra de Corea. Durante el tiempo que estuve allí, el cinismo en la guerra fue parte de casi todas las conversaciones, no sólo entre los soldados y suboficiales, sino también con oficiales subalternos y, de manera no oficial, con muchos que no eran tan jóvenes. En realidad, nadie creía que la guerra estaba siendo ganada.
¿Por qué estuvimos nosotros ahí?
El cinismo se extendió por el hecho de que los soldados que tenían un papá en el Congreso o en otra oficina de elite en América, o que eran de la rama ejecutiva del gobierno de los EE.UU., simplemente no participaron de la guerra. Otros ausentes fueron los estudiantes universitarios que habían decidido firmar para adquirir un “milagroso” doctorado que antes ni siquiera era considerado, o que tenían que contraer matrimonio con una novia que había quedado embarazada rápidamente, o por tener un padre o un tío de influencias en un pueblo pequeño en el que conocían a los miembros de la junta de reclutamiento, o porque era un alto ejecutivo corporativo que conocía a un congresista- o porque simplemente estaba en la lista de necesidades de un médico, o de un vicepresidente de honor de los Estados Unidos que entre el 2000 al 2008, los encontró como "otras prioridades , "o como, el presidente de los Estados Unidos de esa misma administración, que había encontrado la necesidad de una Guardia Nacional durante el tiempo de la guerra.
La guerra de contrainsurgencia es corruptora de los soldados. Por definición, se libra contra la población militante civil que opera en un ambiente civil. Para el soldado es una guerra contra los civiles y los civiles son vistos automáticamente como enemigos potenciales. Las mujeres y los niños son parte de ella. Cuando estuve allí, la guerra fue una cuenta de cuerpos -una política de alto cinismo que inspiraba a la hipocresía a las tropas-. Estábamos usando despiadados bombardeos de alta tecnología contra campesinos, napalm, agente naranja para despejar los campos de acción. En Irak y Afganistán esta demostrado que la contrainsurgencia fomenta los asesinatos a sangre fría (la operación Phoenix en Vietnam), la tortura, la atrocidad, y cada vez más cínicas justificaciones de las personas en el más alto nivel o de los estratos más altos.
Todos ello dio muerte al servicio nacional. La realidad de Vietnam es que fue responsable de la fragmentación, los agresivos líderes de infantería descubrieron que “la deserción fue más mortal que las heridas por delante” y que esta fue una herida hecha por la espalda. A ello se unió la “opinión pública y perversa” que culpaba a los soldados que lucharon en la guerra, por hacerla parecer deshonrosa. Esto también asesinó el servicio nacional.
Por eso, cuando llegó la paz, la academia militar de West Point del ejército exigió un ejército totalmente profesional, y lo consiguió. Si tuvieran que librar otra guerra, no querían problemas disciplinarios, ni simulación, ni fragmentación. Quería una fuerza profesional bien educada, bien entrenada, capaz de aceptar múltiples despliegues, hacer lo que se le ordenara y sin crear escándalos para la prensa.
Llegó el tiempo del ejército voluntario en tiempos de paz, y durante muchos años parece que funcionó bien, el servicio militar que consistió en la administración de las defensas de la Guerra Fría en Alemania, Corea y Japón. Lo que el Pentágono no aprecio plenamente es que este nuevo ejército de voluntarios en tiempos de paz se convertiría en el un nuevo ejército para tiempos de guerra, capaz de luchar en una guerra, con una gran indiferencia pública y política, como hoy lo hacen en Irak y Afganistán.
Hasta la guerra en Vietnam, el ejército de Estados Unidos había sido un ejército del pueblo. Cuando el país pensó que tenía que luchar en una guerra, se levantó un ejército de sus ciudadanos. Los ciudadanos defienden el país y sus creencias, a menudo haciendo sacrificios familiares y económicos para apoyar el esfuerzo bélico. Los ciudadanos permitieron las guerras de Estados Unidos. También las han impedido. El ejército era un ejército democrático, y el gobierno se vio obligado a reconocer y respetar la voluntad popular y la voluntad de los soldados civiles y oficiales de los cuerpos de oficiales y suboficiales de reserva que lo conformaban. Lo fundamental fue destruido en Vietnam, fue destruido el ejército democrático. El ejército de voluntarios profesional permite las guerras de inspiración y naturaleza ideológica , y al parecer, sin fin real.
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When the Army Was Democratic by William Pfaff | NYRblog | The New York Review of Books
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