Algunos actos de violencia pasan desapercibidos, por lo que
es necesario prestar atención a sus características. Es el caso del reciente ataque
de hombres armados en un centro de rehabilitación de drogas ocurrido en
México. Los asesinos arribaron en dos camionetas, dispararon dando muerte a
once personas, dejando heridas a
otras ocho, en la ciudad industrial de Torreón, en el estado de Coahuila, el último domingo 4 de junio.
Si bien podría tratarse de un ajuste de cuentas entre bandas
rivales, también podría ser un a nueva modalidad que busca a través del miedo y
la intimidación evitar la influencia de estos centros y su efecto en la población
dependiente de las drogas.
En el Perú, donde las autoridades afirman que la cobertura
para adictos es deficiente, la historia tiene larga data.
A fines de Enero, la
Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA) dio a conocer
que en el Perú, solo se cuenta con 600 camas para 60 mil adictos existentes
en la actualidad. Una cifra que no cubre ni el 30 % de las necesidades de la
población con problemas de drogas.
Solo en el presente año, el 5 de mayo último, un
incendio en un centro de rehabilitación de drogas en Chosica, “Sagrado
Corazón de Jesús” en Lima, resultó
en la muerte de 14 pacientes. Durante las investigaciones las autoridades
declararon no conocer las causas exactas del incendio y que el local estaba cerrado, no permitiendo a nadie salir.
De igual forma, a fines de enero pasado, un
incendio en el centro de rehabilitación “Cristo es amor”, en el distrito de
San Juan de Lurigancho, en Lima, resultó en 29 muertos y la causa habría sido
una explosión de gas a pleno día.
Coincidentemente, las autoridades cerraron
en febrero último, el centro de rehabilitación “El Taller del
Alfarero” en el distrito de
Ventanilla, en la provincia del Callao
y el centro de rehabilitación “El Buen Pastor” en Piura.
Las autoridades tienen la palabra…
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